InfoCatólica / Santiago de Gobiendes / Archivos para: Enero 2019

23.01.19

Tradición frente a Modernidad

«Hubo un tiempo en que la filosofía del Evangelio gobernaba los Estados. Entonces aquella energía propia de la sabiduría cristiana, aquella su divina virtud había compenetrado las leyes, las instituciones, las costumbres de los pueblos, impregnando todas las clases y relaciones de la sociedad; la religión fundada por Jesucristo, colocada firmemente sobre el grado de honor y de altura que le corresponde, florecía en todas partes secundada por el agrado y adhesión de los príncipes y por la tutelar y legítima deferencia de los magistrados; y el sacerdocio y el imperio, concordes entre sí, departían con toda felicidad en amigable consorcio de voluntades e intereses. Organizada de este modo la sociedad civil, produjo bienes superiores a toda esperanza. Todavía subsiste la memoria de ellos y quedará consignada en un sinnúmero de monumentos históricos, ilustres e indelebles, que ninguna corruptora habilidad de los adversarios podrá nunca desvirtuar ni oscurecer».

León XIII, Immortale Dei, 1885, 28.

Hubo un tiempo en que Dios era el centro de la vida de los hombres y de los pueblos. Era la Cristiandad. Todo giraba en torno a Dios y las costumbres y las relaciones sociales estaban impregnadas de la sabiduría cristiana. Por eso, la Iglesia del pueblo ocupaba un lugar preeminente: Dios estaba en el centro porque era lo más importante. Pero Dios ya no pinta nada; y donde antes estaba Dios, ahora el hombre se ha puesto a sí mismo.

El P. Iraburu, en su artículo (36) Cardenal Pie, obispo de Poitiers –IV el relativismo liberal vigente escribe lo siguiente:

“El liberalismo, a partir del siglo XIX, impone el naturalismo en todos los ámbitos, en la política y las leyes, en la cultura y la educación, en la pedagogía y el arte, en todo. Su definición es muy sencilla. El liberalismo es la afirmación absoluta de la libertad del hombre por sí misma; es la afirmación soberana de su voluntad al margen de la voluntad de Dios o incluso contra ella. Es, pues, un rechazo de la soberanía de Dios, que viene a ser sustituida por la de los hombres, es decir, en términos políticos, por una presunta soberanía del pueblo, normalmente manipulada por una minoría política, bancaria y mediática. Históricamente, el liberalismo es, pues, un modo de naturalismo militante, un ateísmo práctico, una rebelión contra Dios”.

El liberalismo ha destruido casi completamente la cultura tradicional católica y nos ha hecho creer que lo más importante son los derechos y las libertades individuales: “lo que importa es mi libertad y mi derecho a ser y a hacer lo que me dé la gana”. Se trata de una pura afirmación de la voluntad del hombre al margen de cualquier cortapisa moral. Efectivamente, la modernidad liberal se rebela contra Dios: no cumpliré los mandamientos, no te serviré. Yo seré como Dios y decidiré, según me convenga, lo que está bien y lo que está mal. Dicen los seguidores de Nietzsche que la moral tradicional cristiana es antinatural porque presenta leyes que van en contra de las tendencias primordiales de la vida. Según el pensamiento moderno, la moral cristiana sería una moral de resentimiento contra los instintos y el mundo biológico y natural, lo que quedaría de manifiesto en la obsesión de esta moral tradicional por limitar el papel del cuerpo y de la sexualidad. Por esta demolición de la moral cristiana tradicional, hoy en día proliferan los divorcios, las infidelidades y la promiscuidad; por no hablar de la pornografía, la prostitución y la violencia sexual: porque no estamos dispuestos a reprimir nuestros deseos ni a controlar nuestros instintos. Mejor dar rienda suelta y acostarse con todos o con todas las que puedas. Y si ya no siento nada por ti, te dejo y me voy con otra. Y así nos va: familias rotas, niños infelices y almas perdidas a causa del pecado.

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20.01.19

La Opción Pelayo (II): "el mundo sí es el reino del mal"

Escribe el P. Guillermo Juan Morado un interesante artículo en su blog de InfoCatólica titulado ¿Mundo y mal?. El P. Morado escribe en su presentación en el blog que dirige que es “doctor en Teología por la PUG de Roma y licenciado en Filosofía”. 

Pues bien, reconozco que es una osadía por mi parte ponerme a discutir de filosofía y de teología con un doctor, cuando yo no soy más que un pobre maestro de escuela. Pero a pesar de mi ignorancia, de mis pocas lecturas y escasa formación, voy a dedicar esta segunda entrega de la Opción Pelayo a rebatir la P. Guillermo, afirmando que el mundo sí es el reino del mal.

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17.01.19

Petición para poner coto a las redes homosexuales dentro de la Iglesia

La organización católica de Suiza Pro Ecclesia y LifeSiteNews han hecho pública una carta dirigida a los obispos, cardenales y expertos laicos que van a participar en el encuentro que se celebrará en el Vaticano el próximo mes de febrero para abordar el problema del escándalo de abusos sexuales que está asolando a la Iglesia. Como uno de los primeros firmantes, les invito a que lean esta carta y a que la suscriban, si les parece oportuno, en este enlace: FIRMA LA PETICIÓN.

Este es el texto de la carta:

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13.01.19

La Opción Pelayo

Que vivimos tiempos oscuros y turbulentos tanto fuera como dentro de la Iglesia resulta incuestionable y evidente. Y ya se ha escrito mucho sobre el tema. Tenemos un enemigo externo – el Pensamiento Único – y un enemigo interno (que hemos venido en denominar como “Modernismo Religioso” o Iglesia del Nuevo Paradigma).

Escribe Rod Dreher en su best seller La Opción Benedictina[1]:

La borrasca lleva décadas formándose, pero la mayoría de los creyentes hemos actuado bajo la quimera de que escamparía. La desarticulación de la familia natural, la pérdida de los valores morales tradicionales y la fragmentación de las comunidades nos preocupaban ciertamente, pero pensábamos que cambiarían las tornas y no pusimos en tela de juicio cómo nos planteábamos nuestra fe. […]

Un nihilismo secular hostil ha triunfado en el gobierno de la nación y la cultura enseña los dientes a los cristianos tradicionales. No paramos de repetirnos a nosotros mismos que estos acontecimientos son la imposición de una élite liberal, pero lo hacemos para autoengañarnos, porque la verdad es difícil de digerir: tienen el consentimiento del pueblo americano, ya sea activo o pasivo.

Durante años, los derechos civiles de los homosexuales han avanzado con paso lento, pero firme, al compás de la socavación de la libertad religiosa de los creyentes que no comulgan con la agenda LGTB. El fallo del caso Obergefell vs Hodges en el Tribunal Supremo de Estados Unidos, que reconocía el matrimonio homosexual como un derecho constitucional, fue el Waterloo del conservadurismo religioso. La Revolución Sexual se alzó con una victoria decisiva y culminó la guerra cultural tal y como la conocíamos desde los sesenta. A raíz del caso Obergefell, la creencia cristiana en la complementariedad sexual en el matrimonio pasó a considerarse un prejuicio abominable, si no punible en muchos casos. Hemos perdido el espacio público.

La situación de los Estados Unidos es perfectamente comparable con la de Europa, donde estamos igual de mal o incluso peor. Sobre el Pensamiento Único, yo mismo he escrito ya mucho y, si quieren leer más sobre el tema, les remito a otros artículos:

Dentro de la Iglesia, el panorama resulta igualmente desolador. Don Dreher aporta una cita demoledora del teólogo anglicano Ephraim Radner: “a los cristianos no nos queda ni un solo lugar seguro en la tierra, ni siquiera nuestras Iglesias lo son. Es una nueva Era”.

Sobre la crisis modernista de la Iglesia Católica también creo haber escrito ya todo lo que tenía que escribir:

Los intentos de diálogo y adaptación de la fe católica a la modernidad nos han conducido a la apostasía clamorosa que hoy podemos constatar. Esos intentos de aggiornamento han pasado, en el plano filosófico, por el Personalismo filosófico de Maritain, Mounier y compañía; y en el ámbito político, el Personalismo se plasma en esa cuadratura del círculo que llamamos “Democracia Cristiana”, que pretende conjugar lo inconjugable: el liberalismo y el cristianismo. Tener a Cristo como Señor de mi vida es incompatible con el principio de autodeterminación (o de libertad negativa) personalista. Proclamar que Cristo es Rey (la Soberanía Social de Cristo) y admitir que el multiculturalismo o el error de las religiones falsas pueden y deben estar a la misma altura que la única religión verdadera es imposible. El único Salvador es Cristo. No hay redención fuera de la Iglesia. Si creemos que todos van al cielo y todas las religiones son igual de buenas, que la moral depende de la libertad de la persona y no de la soberanía de Dios, llegamos al relativismo y al nihilismo actuales; a una apostasía y un desprecio de la moral cristiana que se obstina en imponer una ley moral universal, una ley natural, que el hombre moderno no está dispuesto a acatar de ninguna manera porque se opone a su derecho a autodeterminarse de Dios, a cuestionar la Verdad y a combatir el Bien.

Pero la cuestión es ¿y ahora qué hacemos?

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2.01.19

Sobre la Felicidad

En las fechas navideñas hay expresiones que se repiten hasta la saciedad: “felicidades”, “feliz navidad”, “feliz año”… La palabra “felicidad” es una de las más manoseadas todo el año pero especialmente “en estas fechas tan señaladas". Mucho se ha escrito a lo largo de la historia sobre qué es eso de la felicidad.

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