La Escuela Católica: comunión de amor

Introducción

Este artículo no es una descripción de todos los colegios concertados ni de todos los colegios católcios. Ni siquiera es una descripción de mi colegio. Tampoco pretende ser un ejercicio vanidoso de autobombo para elogiarme a mí mismo: a mí me falta mucho para ser un maestro o un director santo.

No obstante, mi reflexión parte de mi propio ejercicio de la labor como profesor y director de un colegio católico. Y desde ahí, este artículo pretende ofrecer una aportación personal en positivo sobre cómo considero yo que debería ser un colegio católico: en negativo he escrito ya muchos criticando la deriva de muchos colegios que se denominan católicos y distan mucho de serlo (desde mi punto de vista).


Siempre se dice que cada escuela conforma una “comunidad educativa” en la que intervienen los profesores, el personal no docente, los padres y los alumnos. Incluso la regulación administrativa determina que esta comunidad educativa tenga su órgano de representación en los consejos escolares. En el caso de los consejos escolares de los centros privados concertados, hay que añadir a la entidad titular del centro.

Si toda escuela es una comunidad educativa, una escuela católica tiene que ser una comunión de amor: una unión de hijos de Dios en la verdad y en la caridad. “La Iglesia ve en el hombre, en cada hombre, la imagen viva de Dios mismo” (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 105): este es el punto crucial que debería marcar la diferencia entre una escuela laica y una escuela verdaderamente católica. El hecho diferencial de una escuela católica no es la disciplina ni el bilingüismo ni la excelencia académica: es el amor. Y la única norma que se debe establecer de modo inflexible e incuestionable en ella es la caridad, entendiendo por caridad el modo de amar de Dios: un amor incondicional, un amor que no espera nada a cambio, un amor que perdona siempre; un amor que es servicio, donación de uno mismo; un amor que no se limita a los amigos o a quienes nos caen bien o a quienes piensan como uno, sino que es un amor universal que tiene que incluir también a los enemigos, a los que me caen mal o a quienes piensan de manera radicalmente distinta de mí. La caridad es el amor de un Padre bueno que siempre está dispuesto a abrazar a sus hijos, a perdonarlos y a salvarlos. La caridad es el amor de Cristo en la cruz: un amor tan grande por cada uno de nosotros que llegó a derramar su preciosísima sangre y a entregar su propia vida para salvarnos a nosotros. La caridad es el amor que tan bellamente canta y describe San Pablo en la Primera Carta a los Corintios:

Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, sería como el bronce que resuena o un golpear de platillos.

Y aunque tuviera el don de profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, y aunque tuviera tanta fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, no sería nada.

Y aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo para dejarme quemar, si no tengo caridad, de nada me aprovecharía.

La caridad es paciente, la caridad es amable; no es envidiosa, no obra con soberbia, no se jacta, no es ambiciosa, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, no se alegra por la injusticia, se complace en la verdad; todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

(Lo de aguantarlo todo y soportarlo todo viene muy a cuento hablando de una escuela…)

Parafraseando a San Pablo: aunque tuviera los mejores profesores y las mejores instalaciones, si una escuela católica no está regida profunda y entrañablemente por la caridad, no valdrá para nada. Y, por descontado, no sería católica.

En una escuela católica debemos ver en cada persona que forma parte de su “comunidad educativa” a alguien tan precioso y con una dignidad hasta tal punto valiosa, que mereció que Cristo muriera por él en la cruz. Casi nada…

Y el primero que debe marcar el norte de la escuela católica es su director. Y ese norte no puede ser otro que Dios. Porque viviremos esa comunión de amor en la medida en que cada uno de nosotros vivamos en comunión con el Señor. El director de una escuela católica debería ser experto en caridad porque la única manera de llevar a todos a Dios es el amor. No se trata – como dice el Papa – de hacer proselitismo, lanzándoles a todos a la cabeza el Catecismo; ni mucho menos de juzgar o condenar a las personas por su conducta, sus pecados o por su manera de vivir (quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra). Sin renunciar ni ocultar la Verdad, la única manera de evangelizar pasa por amar a todos siempre, porque el lenguaje del amor supera cualquier barrera y lo entiende todo el mundo. Todo el mundo comprende el significado de un beso o de un abrazo; o de una palabra de consuelo o de aliento; o de una sonrisa. Es la santidad la que atrae y la que puede llevar a las personas a Cristo. Porque “la salvación que Dios ofrece a sus hijos requiere su libre respuesta y adhesión. En eso consiste la fe, por la cual «el hombre se entrega entera y libremente a Dios», respondiendo al Amor precedente y sobreabundante de Dios (cf. 1 Jn 4,10) con el amor concreto a los hermanos y con firme esperanza, «pues fiel es el autor de la Promesa» (Hb 10,23)” (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 39). La fe no se impone; se propone. Y se transmite con la palabra, pero mejor aún con el testimonio de una vida de entrega, de amor y de servicio desinteresado. Nada hay más rentable que la santidad en la economía de Dios. Y no hay nada más perjudicial que nuestra incoherencia entre la fe que profesamos y la vida que llevamos; entre nuestras palabras y nuestras obras.

El trabajo del director de una escuela católica empieza de rodillas ante el Santísimo. El director debe, antes que nada, ponerse en manos de Dios y pedir cada día delante del Sagrario la gracia que necesita para cargar con su cruz. Y debe pedir por cada uno de sus profesores todos los días antes de empezar el día: pedir al Señor por las necesidades de cada uno de ellos; y pedir también que les aumente la fe y les haga santos para que puedan desempeñar adecuadamente su labor con los niños. Muchas veces los directores estamos tan atareados que no tenemos tiempo para lo más importante: para rezar. Orar también es amar: es caridad. El director debe rezar por todos: por las familias, especialmente por quienes están pasando por dificultades; y por todos los niños que el Señor le encomienda: especialmente también por quienes más necesidades tienen. El director de una escuela católica debe conocer a cada uno de sus alumnos y a sus familias. Y debe interesarse por ellos, escucharles y ayudarles en sus necesidades. El director no puede estar encerrado en un despacho: debe dejarse ver y estar accesible a las familias. No debe estar recluido en una inexpugnable torre de marfil, custodiado por un secretario que gestiona su agenda de reuniones. Hablar con el director tiene que ser fácil para cualquier familia que lo necesite.

Lo primero que suprimiría de las instituciones educativas católicas, si estuviera en mi mano, sería el concepto de “recursos humanos”. Los profesores y el personal no docente de un colegio no son meros recursos: son personas, creadas por Dios a su imagen y semejanza; hijos de Dios por el bautismo. Y cada persona vive su propias circunstancias: tiene su familia, sus preocupaciones, sus enfermedades, sus heridas, sus alegrías, sus virtudes, sus limitaciones… Pero en cualquier caso, todas las personas son fines en sí mismas: no medios para alcanzar un fin, por muy bueno que sea ese fin. Y el director tiene que amar entrañablemente a cada persona que forma parte de su equipo. El director tiene que propiciar que el claustro y el persona de administración y servicios conformen una comunión de amor. Y la caridad va mucho más allá de lo estipulado en los convenios colectivos o en la normativa laboral (sin dejar de cumplir con todo ello, debe ir más allá). A los profesores no hay que utilizarlos: hay que amarlos como Dios los ama. Y hay que preocuparse por ellos, escucharlos, consolarlos, animarlos, felicitarlos, valorarlos. A veces también hay que corregirlos: porque el pecado nos afecta a todos y muchas veces todos metemos la pata. Pero a un profesor no hay que exprimirlo para obtener de él la máxima productividad y la mayor rentabilidad (no son medios: son fines en sí mismos). Desde mi punto de vista, el director debe querer a sus profesores y debe procurar en la medida de lo posible que sean felices en su labor educativa y que puedan dar lo mejor de sí mismos en beneficio de los niños. La mejor “gestión de personal” consiste en vivir cada día la caridad. Y ¿un profesor que va contento a trabajar, que se siente valorado y querido, no trabajará más y mejor?

Una escuela católica debe ser rentable y sostenible económicamente. Y esa también es responsabilidad de la dirección de los colegios. Para lograr esa viabilidad, debemos colaborar tanto los padres como los profesores. Porque las instalaciones no se arreglan con buenas intenciones y los recursos materiales que hacen falta en el colegio hay que pagarlos. Las subvenciones de las administraciones públicas no llegan a cubrir las necesidades de un colegio concertado, como está más que demostrado. Pero el factor económico tampoco es un fin en sí mismo, sino un medio necesario e imprescindible para que la escuela católica pueda cumplir su misión, su fin último: procurar la salvación de las almas, por la gracia de Dios, de cuantos participan en la vida del colegio. Y eso pasa también por la caridad: ningún niño debe ser discriminado de ninguna manera por un problema económico. Y si una familia está pasando por apuros o sufriendo la lacra del paro, ¿cómo no vamos a ayudarlos si los queremos? ¿Cómo voy a mirar para otro lado? ¿Puedo decir “ese no es mi problema” o “que se las apañen como puedan”? Si no ayudamos a quien sufre, nuestro amor sería pura palabrería vacía. Pero las familias deben ser conscientes al mismo tiempo de que deben colaborar responsablemente en el sostenimiento de su colegio: no por “obligación” (los colegios concertados tenemos prohibido cobrar cuotas), sino por caridad: por amor a sus propios hijos. Porque lo que aporten al colegio siempre irá a mejorar el servicio que se preste a sus propios hijos. Esto también es “comunión de amor”.

La familia es el primer ámbito educativo y el más importante porque los padres queremos a nuestros hijos tal y como son: sin condiciones, con sus virtudes y sus defectos. A los padres no nos importa que nuestros hijos sean más guapos o más feos, más listos o más torpes; y si uno de nuestros hijos sufre alguna enfermedad o alguna discapacidad, lo queremos más aún si cabe y nos sacrificamos más todavía por ellos. Por eso es tan importante defender a la familia de las instituciones regidas por el Pensamiento Único que trabajan infatigablemente por destruirla y por usurpar a los padres el derecho a educar a sus hijos conforme a sus propias convicciones.

Un colegio católico debe ser una escuela de santidad. Nuestro negocio consiste en ganar almas para el Cielo. Los profesores debemos ser santos y vivir en gracia de Dios para que podamos ser dignos instrumentos del Espíritu Santo. Los niños se merecen maestros santos porque solo los santos pueden enseñar a los niños lo realmente importante: que Dios los quiere a cada uno de ellos, con su nombre y apellidos; que cada uno de ellos son únicos e irremplazables. Los niños deben sentirse en el Colegio tan queridos como en sus casas. Y si corregimos, corrijamos con amor, buscando siempre el mayor bien para los niños. Los maestros debemos amar a los niños con un amor, si no igual, sí semejante al que sus padres y sus madres sienten por ellos. Sin amor no hay educación posible. Una escuela con meros “trabajadores” de la enseñanza, únicamente preocupados por cumplir un horario y cobrar a fin de mes, sería una mierda. Primero amemos a los niños, conozcamos los talentos que Dios les ha dado y ayudémosles a desarrollarlos. Y enseñémosles con la palabra y, sobre todo con nuestro buen ejemplo, el valor de la santidad, que es mucho más que ser “buenas personas”. Así también ellos querrán aspirar a ser santos como sus maestros. Y si los niños vienen heridos (las separaciones y los divorcios traumáticos están a la orden del día) o maltratados a la escuela, curémoslos dándoles todavía más amor si cabe durante las horas que están en el Colegio. Y, sobre todo, recemos por ellos. Los maestros debemos rezar a diario por nuestros alumnos y por sus familias. A donde yo no llego, llega Dios. Creamos en la fuerza y en el poder de la oración. Todos los maestros católicos deberíamos empezar cada mañana delante del sagrario rezando por los niños que el Señor nos encomienda e implorando la gracia de Dios para que nos ayude en nuestra labor. Un maestro que no reza ni vive en gracia de Dios no puede ser un buen maestro en una escuela católica. Como mucho, podrá ser un buen instructor. Pero no un buen maestro a imagen del único y verdadero Maestro, que es Cristo.

Nuestras escuelas católicas deben ser espacios de comunión y de amor: escuelas centradas en Cristo, centradas en la Eucaristía, que es el sacramento de la caridad. En nuestro ámbito escolar, la fe será algo palpable si vivimos en coherencia eucarística y dejamos que el Señor transforme nuestro corazón para hacerlo semejante al suyo. Así cada uno de nosotros podrá ser un instrumento del amor de Dios y la escuela será verdaderamente un espacio de paz y de caridad donde los niños podrán crecer, madurar y aprender, sintiéndose amados y protegidos. Esa debe ser nuestra aportación a la construcción de la civilización del amor, que tanta falta nos hace en medio de este mundo cada día más cruel e inhumano.

Que la Santísima Virgen María, Madre y Maestra, interceda por todos nosotros para que Dios nos conceda la gracia de amar y a enseñar a nuestros alumnos con la misma ternura y la misma capacidad de sacrificio con que ella amó y cuidó a Nuestro Señor Jesucristo. Ella, la llena de gracia, nos enseña el camino de la santidad: que nosotros también nos dejemos llenar de gracia. Porque el que da sabiduría, entendimiento, ciencia, consejo, temor de Dios, fortaleza y piedad es el Espíritu Santo. Y eso es lo que nuestros alumnos y nosotros necesitamos. Si somos siervos fieles y vivimos en gracia de Dios, podremos ser instrumentos del Espíritu Santo en la misión educativa. Si no, seremos unos pobres “des-graciados” que poco o nada podremos aportar de bueno a nuestros niños.


Post Scriptum: Cuando terminen de leer este escrito (si llegan a terminarlo), seguramente alguno podrá decir aquello de “aplícate el cuento”. Y tendrán razón quienes lo piensen. Yo no soy santo. Quiero serlo: pero obviamente no lo soy. Y no soy un director ideal ni un maestro maravillosos. Así que les ruego que recen por mí para que el Señor me vaya haciendo santo, porque Él lo puede todo: hasta llegar a convertir a un gusano miserable como yo en santo. Yo ya hace tiempo que no le pido otra cosa para mí.

22 comentarios

  
Luis Fernando
Ahora que no nos lee nadie, diré que este blog se ha convertido en una referencia indispensable para todos aquellos que estén llamados a servir al Señor desde el ámbito de la escuela.
19/07/18 11:07 AM
  
Alonso Gracián
Es un gozo leer esta defensa de la educación católica. Excelente Pedro. Hay que iluminar las tinieblas.
19/07/18 10:11 PM
  
mercedes brouard
escuelas catolicas, si las encontras,encontras un tesoro¡¡¡¡
20/07/18 7:59 AM
  
Ana Maria
Mil gracias D Pedro po exponer tan clara y rotundamente lo que debe ser una escuela católica, que por desgracia hoy, a pesar de tantas como hay que se suponen que lo son, y que en realidad son cualquier cosa menos católicas, es casi imposible de encontrar, salvo contadas excepciones y lo digo por experiencia tanto de madre como de profesora.
Totalmente de acuerdo con Luis Fernando , David y Mercedes.
Que Dios le bendiga y Su Santísima Madre le cubra con su manto.
Un abrazo en Cristo
20/07/18 9:04 AM
  
María de las Nieves
La escuela debe ofrecer educación integral como Ud apunta y Jesucristo en medio de nosotros otros caminos distorsionan
Ciencia y fe pilares de educación
Disfrute del verano con su familia.
20/07/18 2:08 PM
  
Pepito
El amor debe ser lo primero, pero como por desgracia existen alumnos tercos como mulas y que se divierten pegando y haciendo la vida imposible a los demás, habría que aplicarles el célebre principio pedagógico de "la letra con sangre entra" y darles de vez en cuando alguna disciplina de varillas en las nalgas para domarlos como a potrillos salvajes.

Hay casos en que ser dulce y tolerante con los alumnos agresivos y desvergonzados es ser malo y cruel con los alumnos víctimas de los abusos de aquéllos.
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Pedro L. Llera
A ver...
1.- La caridad no consiste exclusivamente en ser "dulce y tolerante". Habrá que ser dulce y tolerante cuando haya que serlo. Pero la caridad también consiste en corregir al que yerra, que es obra de misericordia, y en defender siempre a las víctimas de acoso.
2.- "La letra con sangre entra" es un aforismo bárbaro. Y lo de las "varillas" me parece una forma de tortura intolerable, como cualquier otra forma de maltrato. El fin nunca justifica los medios: este es un principio básico de la moral cristiana.
20/07/18 11:43 PM
  
Lucía Martínez
¡Bendito sea el Señor y las palabras que Él ha puesto en su boca!.
21/07/18 12:02 AM
  
Yolanda
Su "comunidad de amor" tiene el mismo problema de todas las escuelas concertadas, sean católicas de verdad, como al parecer es la suya; sean católicas de pacotilla, como la abrumadora mayoría; sean laicas, como muchas supuestas cooperativa de profesores; sean, además de laicas, militantemente laicistas y paganas, como unas cuantas de moda entre los pijo-progres: no tiene credibilidad ninguna todo lo que digan los clientes de estas escuelas y todos los que viven de ellas.

Credibilidad en sus intenciones pedagógicas (sean las que sean), ninguna, cero credibilidad. Todo su discurso (libertad de elegir; los hijos son responsabilidad de los padres y no del estado; yo también pago impuestos; las normas de admisión en la concertada son las mismas que en la pública; bla bla bla bla....) se desploma de golpe ante ante los datos, los hechos y los estudios sobre los 33 años de experiencia de conciertos educativos.
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Pedro L. Llera
Su argumentación es aplastante: sobre todo por los datos, los hechos y los estudios que aporta.
Ahora en serio: lo que hace usted es una descalificación global de la escuela concertada sin aportar argumento alguno.
22/07/18 8:56 AM
  
Javier
Yolanda, que por supuesto no ha pisado el patio del colegio de Pedro Luis, ni ha rezado en su capilla, ni ha ido en procesión con sus alumnos por las calles de Puerto Real, nos va contar ahora la credibilidad que tiene la escuela pública.
22/07/18 12:08 PM
  
Yolanda
Javier: le puedo contar eso y mil cosas más. Pero no voy a tomarme ya ese trabajo porque me cierran los comentarios. Además, todos ustedes saben a qué me refiero: la escuela concertada en general sólo existe para satisfacer a quien pueda pagarla. El mantra de la libertad hace mucho que no cuela. Una libertad ejercida a costa de la libertad y los derechos de los demás , no es una reivindicación legitima.
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Pedro L. Llera
En mi escuela no se discrimina a nadie porque pueda pagar o dejar de pagar: se trata igual a todo el mundo. Y no sólo eso, sino que además ayudamos a las familias que pasan por dificultades económicas.
Nosotros no ejercemos la libertad a costa de la libertad ni de los derechos de nadie. Nosotros pagamos impuestos igual que quienes optan por la escuela de titularidad estatal y tenemos derecho a elegir el colegio que más se ajuste a nuestros principios (en nuestro caso católicos).
Lo que a los materialistas ateos les molesta es que sigamos existiendo los católicos y que cada año miles de familias opten en España por los colegios católicos y por la asignatura de religión.
Vuestra mentalidad es totalitaria: sois dictadores en potencia. Y vuestros modelos son Cuba, Venezuela o Nicaragua.
Yolanda: eres muy libre de preferir una escuela laica (o laicista o atea o como te dé la gana). Pero eso de querer imponer a todos y a la fuerza tu modelo de enseñanza no resulta muy "tolerante".
Por cierto, a mí el sistema de los conciertos tampoco me gusta. Llevo años abogando por el cheque escolar y que cada padre lleve su cheque al colegio que más le guste. Pero a todos con las mismas condiciones. Es la única manera de que todos juguemos con las mismas reglas y las mismas cartas.


22/07/18 2:52 PM
  
Yolanda
Pedro:

- Bajo ningún concepto admito que me incluya entre los ateos y laicistas. Como broma no tiene ninguna gracia: se ha pasado usted, pero mucho, mucho. Mis hijos han recibido educación católica porque su padre y yo lo somos. Naturalmente, para una buena formación académica, han ido desde infantil a la universidad a la pública: para mis hijos quiero lo mejor.

-No sé qué será lo que les moleste a la los materialistas y ateos; a mí, que no lo soy, me molesta la hipocresía de la libertad y los principios cuando, en realidad, se trata de pura segregación socioeconómica a través de artimañas que tienen muy poco de católicas.

-Todo eso de la libertad, los impuestos y la no discriminación es lo que ya no se cree nadie después de 33 años. Todos pagamos impuestos, pero solo los centros públicos admiten a todo el mundo, mientras los concertados cobran cuotas y seleccionan a su alumnado. Así que, si mis alumnos de la pública también pagan impuestos, ¿por qué nunca serían admitidos en sus colegios tan católicos, por no poder pagar las cuotas salvajes que imponen? ¿Eso es su libertad? Es una falsa libertad ejercida a costa de la libertad ajena.

- Los principios dejan de importar cuando los papis ven niños inmigrantes o gitanos salir de un colegio: ahí ya saben que no van a solicitar plaza. Hace unos días, un colegio que separa por sexos ha renunciado a la separación. ¿Tal vez porque le retiraba la subvención un gobierno laicista y ateo? No, no precisamente, sino porque no alcanzaba el número mínimo de matrícula separándolos. Ya sabemos: estos son mis principios, pero si no le gustan... tengo otros.

- No tengo ningún interés en que desaparezca la concertada, ni en que no se estudie religión (mis hijos la han cursado desde infantil hasta bachillerato), ni en que no haya colegios católicos. Tengo, eso sí, un vivo interés en que cumplan la ley, porque, sobre todo desde los brutales recortes de los últimos 6 años, todo el presupuesto se lo lleva la concertada (que discrimina y cobra cuotas subrepticias) y a la pública la han hundido, la han aplastado, la han arruinado y convertido en establos hacinados y sin medios. ¿Acaso mis alumnos no pagan impuestos?

- En infocatólica no dejan poner enlaces, pero la lista de estudios, informes y datos de las propias consejerías de cada comunidad no deja lugar a dudas. Como creo que los correos de los bloggers andan por ahí, le mandaré uno de estos días un correo con todo tipo de detalles. Datos abrumadoramente aplastantes. Incluidos los estudios que explican por qué el cheque escolar ha dado lugar a peores consecuencias que las subvenciones, y en muchos países y regiones han retirado el ya caduco sistema del cheque escolar.

Y no vuelva jamás a incluirme entre esos ateos, laicistas, y bla bla bla, porque de sobra sabe que soy católica. Se puede ser católico y no creer que una escuela autodenominada católica sea el mejor sitio donde meter a los propios hijos. Yo estoy orgullosísima de los míos. Y han recibido educación católica en casa, en catequesis y en clase de religión; y tienen, en ese sentido, una formación como muy pocos jóvenes de su edad tienen. Y no han vivido en una burbuja.

No se crea que es usted el mejor y más puro católico. En la pública hay muchos, muchos católicos.

Ya le mandaré ese correo.


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Pedro L. Llera
1) Se indigna usted por el hecho de que la incluya entre los laicistas, materialistas o ateos: eso no es ningún insulto, así que tranquilícese. Yo no tengo por qué conocerla ni saber de sus convicciones. Dicho esto, me alegro de que sea usted católica.
2) Yo dirijo un colegio concertado y en mi colegio - y en el resto de colegios de la Fundación Educatio Servanda - no existe la discriminación socioeconómica de la que nos acusa a todos los colegios concertados (¡todos!). Y yo no miento ni empleo artimañas: está usted invitada a venir a conocer mi Colegio en Puerto Real. Pero si lo prefiere, puede ir al que tenemos en Cádiz o en La Línea. Y verá usted la realidad. Puede usted hablar con los padres del colegio. Puede ver a nuestros alumnos (En La Línea, más de la mitad de los alumnos son de etnia gitana).
3) En nuestros Colegios - yo puedo hablar del mío en primera persona - admitimos a todo el mundo y no tenemos ninguna cuota salvaje. Jamás he dicho que no puede venir un niño a mi colegio por un motivo económico y, mucho menos, racial. Eso sí que es un insulto hacia mí y no el ser laicista o ateo. Mi artículo va sobre eso: sobre cómo debe ser un colegio católico desde mi punto de vista. Y lo que predico procuro ponerlo en práctica.
4) Lo de "estos son mis principios y si no tengo otros" es una forma poco refinada de llamarme hipócrita: eso también es un insulto que no tengo por qué consentirle.
5) Si han hundido a la enseñanza pública, no ha sido a costa de la concertada. Eso es pura demagogia barata de mareas verdes. Eso es mentira y usted debería saberlo, ya que sabe tanto de tantas cosas. Los recortes han afectado a todos los colegios: públicos y concertados.
6) Yo no tengo por qué saber que es usted católica (ya se lo señalaba anteriormente): no tengo el gusto de conocerla ni tengo por qué adivinar nada...
7) ¿"Una burbuja"? ¿Mi colegio cree que es una burbuja?
Está usted invitada a venir a Puerto Real a conocer mi colegio. Y luego, hablamos.
¡Ah! Y no le admito nunca más que insinúe que soy un hipócrita. Ni que me tache de vanidoso: yo nunca he dicho ni insinuado que sea el más puro ni el mejor católico: a lo mejor no llegó usted al final del artículo... Tampoco le permito que afirme que yo discrimino a nadie por razones económicas, sociales o raciales. Yo no selecciono a mis alumnos ni directamente ni indirectamente: además sabe que eso es ilegal. Y yo no soy ningún delincuente ni ningún corrupto. No tengo por qué admitirle insultos ni acusaciones infundadas. Punto. No soy el mejor católico, pero no soy un hipócrita, señora. No soy santo, pero quiero serlo. Y lo intento.
22/07/18 10:12 PM
  
Yolanda
1. Conozco padres de otros colegios de Educatio Servanda. Y porque hablo con ellos (y con los de muchos colegios concertados de todo tipo) sé cómo son y por qué los eligen muchos padres. Y también hay muchos estudios al respecto, sobre motivos para escoger colegios concertados

2. No sé ponga estupendo que a usted personalmente no le acuso de nada. Es más , estoy convencida de que se cree lo que dice de los colegios concertados. Pero es que es el sistema de conciertos el que discrimina porque está concebido para eso ab ovo

3. Qué haya colegios concertados con más de la mitad de niños gitanos (y la casi otra mitad también serán pobres y/o inmigrantes) es algo que ya sabía. Hay unos cantos. Las "franquicias " suelen tener una versión pobre. Pero mezclar a los niños, eso no.

Y vale ya. Porque, si empieza con la falacia del hombre de paja,nos podemos eternidad desmintiendo que yo haya dicho lo que no he dicho.

Lo que sí digo es que, mejor que discutir sobre opiniones personales, le envío referencias de fuentes y estudios fiables que demuestran que las cosas son así.

Y no se sulfure ni me tergiverse, que eso no cambia


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Pedro L. Llera
Usted sabe por qué los padres eligen nuestros colegios y sabe cómo son los propios colegios de la Fundación... ¿No es eso mucho saber? ¿Insinúa usted que todos los padres que traen sus hijos a nuestros colegios lo hacen porque son unos racistas que no quieren que sus hijos vayan a clase con gitanos?
Pues también se equivoca usted en lo de "mezclar niños". En mi colegio hay de todo: hijos de médicos o farmacéuticos e hijos de parados de larga duración y de familias en grave riesgo de exclusión social.
Y si se refiere a lo de mezclar niños y niñas, también se equivocaría: la mayoría de nuestros colegios son mixtos.
Por cierto: yo no he hablado de los colegios concertados en general. Yo hago en este artículo una propuesta de cómo creo que deberían ser los colegios católicos, desde mi óptica. No digo que todos los colegios concertados sean como escribo en mi artículo.
Usted habla desde el prejuicio ideológico y sin saber nada de nada. No tiene usted ni idea. Habla de libertad y quiere que se impida a los padres elegir libremente. Dice que es católica pero aborrece a los colegios católicos. Pues los colegios católicos son Iglesia Católica: no son otra cosa. Así que aclárese usted.
23/07/18 12:41 AM
  
Yolanda
Habla de libertad y quiere que se impida a los padres elegir libremente. Dice que es católica pero aborrece a los colegios católicos. Pues los colegios católicos son Iglesia Católica: no son otra cosa. Así que aclárese usted.
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Eso se lo inventa usted.
¿Dónde digo que se impida elegir a los padres? En ningún momento he dicho tal cosa. Por el contrario, lo que digo es que no es cierto que ustedes defiendan esa libertad porque conculcan ese mismo derecho en las familias que no pueden pagar o que quieren escuela pública pero de calidad.

¿Y por qué se inventa que "aborrezco" la escuela católica? ¡Si es que es usted un manojo de prejuicios! Sólo debate contra un hombre de paja. No aborrezco nada. Solo aborrezco el fraudulento sistema de conciertos educativos en general.

Y así todo. Se inventa un enemigo a la medida de sus paupérrimos argumentos.
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Pedro L. Llera
Muy bien. Para usted el duro. Pero vamos a tratar de profundizar en sus argumentos. Parece ser que su problema es el de la financiación de los colegios y acusa a los colegios concertados de discriminar a las familias por motivos económicos. Yo ya le he demostrado, y se lo puedo hacer visible y palpable, que no es verdad: no tiene más que venir a Puerto Real. Pero volvamos al problema económico:
1) Usted no está de acuerdo con los conciertos tal y como están planteados ni con el cheque escolar (que es mi opción preferida).
2) Usted es como los catalanes: "la concertada nos roba". Como si el dinero público que va a la concertada fuera sustraído de la escuela de titularidad estatal.
3) Usted dice que la concertada discrimina por motivos económicos, obligando a pagar cuotas desorbitadas.
Vayamos entonces a las preguntas clave:
- ¿Cómo, según usted, deben financiarse los colegios católicos en España?
Las subvenciones de los conciertos dan escasamente para cubrir el costo de personal y los gastos de mantenimiento (luz, teléfono...). El Estado no da un duro para el mantenimiento de las instalaciones ni para inversiones.
- Dígame usted de dónde saco el dinero para reparar un tejado, si tenemos goteras.
- Dígame usted con qué dinero puedo renovar una sala de ordenadores.
¿O se cree usted que la subvención de las Administraciones dan para inversiones y para todo y que nadamos en la abundancia?
- Si no tenemos conciertos ni cheque escolar, dígame usted cómo podrían venir los más desfavorecidos económicamente a nuestros colegios. Dígamelo usted. Si los colegios católicos fueran privados puros y duros (sin concierto ni subvenciones), estos colegios serían absolutamente elitistas y sólo las familias que pudieran pagar trescientos o cuatrocientos euros al mes (como mínimo) podrían venir a nuestros colegios. ¿Es esa su opción para la escuela católica: que sea absolutamente elitista?
¿Cómo propone usted que se financien los colegios católicos para que no sean elitistas, para que no seleccionen por una cuestión económica, sin "quitarle a ustedes el dinero" que les pertenece y nosotros les quitamos?
El modelo de conciertos es un mal modelo: muy malo. Proponga usted otro modelo más justo: sea usted constructiva. Póngase en mi lugar (sea empática). Proponga usted un modelo de financiación que no discrimine a los más necesitados y que no pase por la financiación pública.
Si no aporta usted un modelo alternativo, significará que lo que usted quiere es simplemente que desaparezcan los colegios católicos, que desaparezca cualquier alternativa a la escuela de titularidad estatal y, por lo tanto, que los padres no tengan posibilidad alguna de elegir: café para todos. Todos a los colegios estatales: sin alternativa. Eso es lo que proponen las mareas verdes podemitas y toda la izquierda española. Pero el problema de fondo de las izquierdas radicales españolas no es la financiación: es el odio a Cristo.
23/07/18 7:46 AM
  
Rosa
Como madre de la educación católica concertada y aunq nunca había comentado en esta página considero q hoy si debo hacer un apunte. Mis hijos están en el colegio q dirige Pedro. Colegio en el q día a día se intenta cumplir todos y.cada uno de los puntos de este artículo.
Colegio en el q como ya se ha indicado anteriormente hay niños de muy distintas clases sociales y q comparten mesa, patio y fiestas de cumpleaños (porque aquí después de criticar al colegio también se están criticando a los propios padres de racistas y clasistas)
Como información general los niños los elige la Junta de Andalucía, No es posible elegir niños por parte del colegio. Yo con el mayor tuve q esperar el sorteo de la Junta, la pequeña entro con mucha más facilidad al estar su hermano dentro.
Nosotros estamos becados en un porcentaje de la cuota por tener bajos ingresos. En la cuota se incluyen extraescolares como por ejemplo inglés q en una Academia del mismo pueblo ya vale más caro q la propia cuota en si, de forma q es posible q a unos padres de la pública con sus extraescolares, su aula matinal y demás estén pagando más q lo q pagamos los de la concertada por lo mismo a pesar de las "cuotas salvajes".
Bueno en resumen....Q se equivoca usted Yolanda....Q habrá concertada mejor y peor así como pública mejor o peor pero esta fallando en los argumentos para atacar la concertada.
23/07/18 9:42 AM
  
Yolanda
Si no aporta usted un modelo alternativo, significará que lo que usted quiere es simplemente que desaparezcan los colegios católicos

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Y dale.
¡Que no!

veo que se empeña en que el debate sea aquí. Y la cosa es mucho más compleja de lo que usted pretende hacer ver con eso de "¿cómo reparo el tejado?". Te estaba preparando un dossier con datos, textos académicos de estudios, y realidades visibles. pero no hay maner.... Ahora tengo cosas que hacer, luego respondo a todo eso.

Y a doña Rosa porque que el sistema de admisión, sobre el papel, sea el mismo que en la pública sólo significa que sobre el papel lo es. Y su caso es su caso, y frebnte a él yo puedo ponerle cientos de casos particulares. Y con casos particulares (que no puedo ni negar ni comprobar, como ustedes tampoco podrían ni negar ni comprobar los cientos de casos concretos que yo conozco bien de cerca) no vamos a ninguna parte. Importan los datos en grande. Y ahí es donde se evidencia que el sistema de conciertos es una maquinaria muy bien engrasada por la conjunción de tres partes interesadas: 1) familias que aspiran a un cierto barniz de distinción y a que sus princesitas no se mezclen con niños llegados e pateras; 2) colegios que están encantados de poder prescindir del alumnado más difícil, y 3) las administraciones públicas, que se ahorran un dinero en cada colegio privado que subvencionan (el resto lo ponen los padres y la administración mira para otro lado).

Hasta luego.

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Pedro L. Llera
Sigue usted difamando y mintiendo. Y además descalifica e insulta a las familias que traen a sus hijos a los colegios concertados, tachándolos de clasistas y racistas.
Los colegios no estamos encantados de prescindir del alumnado difícil. Nuestras puertas están abiertas a cualquier niño y a cualquier familia. Miente e insulta.
Y por último, sigue usted sin aportar nada constructivo que resuelva el problema de la financiación de los colegios católicos. Si no hay subvención estatal, ¿cómo conseguimos que todos puedan libremente acceder a nuestros colegios sin tener que pagar cuotas imposibles para la mayoría de la población? Si los colegios católicos no tuvieran subvención, ¿cómo iba a poder alguien de clase baja o media baja llevar a sus hijos a nuestros colegios? Respóndame. Los conciertos les roban. El cheque escolar es peor... ¿Qué alternativa propone? ¿Tal vez que solo los padres que se lo puedan pagar vayan a escuelas católicas? Eso sí que sería discriminatorio e injusto, ¿no le parece?
23/07/18 11:35 AM
  
Javier
Yolanda:
1) familias que aspiran a un cierto barniz de distinción y a que sus princesitas no se mezclen con niños llegados e pateras;

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No conozco a nadie que lleve a sus hijos a un colegio católico para que no se mezclen con niños llegados en pateras. Lo del barniz de distinción, de existir, ¿cuál es el problema? Yo quiero lo mejor para mis hijos.


2) colegios que están encantados de poder prescindir del alumnado más difícil,

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Eso vas y se lo dices a los profesores colegios católicos en Algeciras, La Línea de la Concepción, por poner ejemplos que conozco. Les cuentas lo de que no tienen alumnado difícil.

3) las administraciones públicas, que se ahorran un dinero en cada colegio privado que subvencionan (el resto lo ponen los padres y la administración mira para otro lado).

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Las administraciones públicas, sobre todo donde gobierna la izquierda, no son tontas. Como quieren que todos vayan a la pública, dan dos duros a la concertada para que así tengan que poner dinero los padres. Y por eso muchos padres, antes que tener siquiera que decir que no pueden pagar la cuota, optan por la pública.
Cheque escolar y asunto solucionado.
23/07/18 1:05 PM
  
Pedro L. Llera
Como dato complementario: algunos de los grades santos que se han ocupado de la educación siempre se preocuparon de proporcionar escuelas a los más pobres. Por ejemplo, San Juan Bautista de La Salle, San José de Calasanz (en la imagen que encabeza este artículo) o San Juan Bosco. De hecho, mucho antes de que el Estado se preocupara lo más mínimo por la educación, ya la Iglesia ofrecía sus escuelas tanto a ricos como a pobres. Porque la Iglesia se preocupa por la salvación de todos.
23/07/18 1:28 PM
  
Yolanda
1. No porque diga mil veces que miento e insulto va a ser cierto.
2. Miente usted: no he dicho que lo que me preocupe sea la financiación de los colegios católico(no, no digo eso, no se empeñe, no manipule) sino de los colegios concertados, sean católicos o sean lo que sean. Dejen de hacerse las víctimas. La única escuela perseguida y machacada salvajemente es la escuela pública.
3. Un pasado glorioso no absuelve un presente infame. Nadie niega que los grandes santos educadores empezaran por los niños marginales. La fundadora de mi colegio de niña empezó así. Y ahora es un concertado elitista de los más escandalosamente elitista.
4. El cheque escolar está desapareciendo de donde fue impuesto. Daba ocasión a peores injusticias que las subvenciones.
5. La izquierda impuso los conciertos. PP y PSOE maltratan a la pública de una manera atroz. Bien es cierto que nada es comparable a la destrucción a la que el PP ha sometido a la pública en Madrid y en Valencia.

6. Es increíble que se empeñe en mantener este tono agrio y agresivo. Le dije que dejaba el tema y le mandaría enlaces abrumadoramente concluyentes. Pero se empeña en faltarme, en debatir contra un enemigo imaginario y en no dejar el tema.

Se ponen ustedes muy nerviosos con este asunto. Lamentablemente ya he tenido la desgraciada experiencia de que buenas amistades, cuando se les menciona que la concertada es un sistema injustísimo que ha arruinado a la enseñanza pública, se vuelven irracionales, agresivos y descalifican a la pública, a sus profesores, a sus alumnos y a todo. Y claro, eso sí que no.

Así que le ruego que dejemos un debate tan agresivo y visceral (por su parte) porque me obliga a responder continuamente : "yo no he dicho eso" . Debate contra un demonio imaginario en vez de hacerlo conmigo.
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Pedro L. Llera
Lo único "irracional" aquí es su nivel de argumentación. Ande... déjelo ya...
23/07/18 3:34 PM
  
Yolanda
Javier:

1) Es raro que no conozca ninguna. Son mayoría. Yo conozco no uno o dos sino montones. Y no veas con qué descaro te dicen por qué llevaba sus niños a un colegio católico cuando ellos son ateos. Pero el barniz de distinción, sí a usted le parece "lo mejor para sus hijos", allá usted. Pero la distinción la da la familia. A los cafres no hay colegio que los convierta en el príncipe de Gales. Ahora bien, si unos padres quieren "barniz" no habría problema mientras con eso no estuviera perjudicando al resto de los niños.

2) Eso voy yo y se lo digo a quien usted me indique. Y les enseño también en qué han convertido los colegios públicos en los últimos 6 años en los que los recortes brutales han sido sólo para la pública. Literalmente la han arrasado. Son 34 años dedicada a la docencia y lo conozco todo.

3) Lo del cheque escolar está ya sobradamente desacreditado allá donde se impuso. También las charter-schools y otras experiencias similares. Al final, las clases más pudientes acaban de encontrar la manera de segregar, quedarse con los mejores medios y con el presupuesto público. Es decir: distinción (eso me trae sin cuidado, allá ellos) pero A COSTA DE los demás niños.

En buena hora dije nada en este blog. Pero es que si algo me duele hasta el desgarro es ver en qué han convertido mi profesión en los últimos 6 años , uno de los pilares fundamentales de mi vida, y la profesión más hermosa y edificante del mundo. Y al final siempre acaba todo en que mimar a la concertada es la prioridad de todos los gobiernos. Sean PP o PSOE, siempre chantajeados por la concertada. Hasta que tuvieron la perfecta excusa de la crisis y arrasaron la pública de la noche a la mañana. Y siguen hundiéndola a fuerza de asfixia económica . La recuperación no llega a la alumnos.

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Pedro L. Llera
Vuelvo a contestarle.
No es a usted a quien le preocupa la financiación de los colegios católicos: es a mí, que dirijo uno de ellos y me cuesta Dios y ayuda que sobreviva económicamente.
El cheque escolar no le vale; los conciertos, tampoco... ¿De qué manera nos financiamos para sobrevivir, Yolanda? Es lo que le llevo preguntando reiteradamente... ¿Tiene usted una propuesta mejor? Apórtela.
La solución que proponen las plataformas por la escuela pública ya me las sé: el que quiera educación privada (sea católica o como sea) que la pague.
Esa solución dejaría fuera de los colegios católicos a todos los que no se lo puedan pagar. Entonces sí serían escuelas elitistas de verdad. ¿Es eso justo? ¿No tienen derecho los padres a llevar a sus hijos a una escuela católica, aunque sean pobres?
Vuelvo a repetírselo: la culpa de la falta de financiación suficiente para las escuelas de titularidad estatal no se debe a que se lo robemos nosotros.
La mayoría de los colegios concertados, sin la subvención de las administraciones, tendrían que cerrar. Lo sabe usted perfectamente. Entonces, las familias tendrían que escolarizar obligatoriamente a sus hijos en centros estatales. ¿Problema resuelto? ¿Y qué hacemos con los miles de puestos de trabajo que se perderían en nuestros colegios? ¿Emigramos?
23/07/18 3:50 PM
  
Yolanda
1. La solución actual ya deja fuera a todos los que no se la pueden pagar.

2. Reclamen que se les financie al 100%. ¿Por qué nunca en tantos años han reclamado la total financiación, que exigiría de copagos subrepticios a las familias ? Yo sí sé por qué. Pero podrían ustedes decirlo con sinceridad.
Miren: no hay otra salida más que la financiación pública total; el cumplimiento esticto de la ley en cuanto a admisiones y pagos y una inspección que funcione a la hora de controlar cuotas y vericuetos. Y, naturalmente, el profesorado debería someterse a la misma selección que en la pública.

3. Ya no sé cómo hay que decirle que no pretendo que desaparezca la concertada. Sólo que cumpla estrictamente la ley en cuanto a cuotas y admisión. Pero si desapareciera (absurdo, ni es deseable ni va a ocurrir) los profesores seguirían siendo necesarios. En la pública ahora no cabe ni un alfiler, las aulas revientan de hacinamiento desde hace 6 años y los medios disponibles son como en 1980. No se puede ni respirar ya. Así que tranquilo, que cuanto peor nos trate la administración a nosotros, mejor les va a ustedes.

Y mire, si de verdad quiere que lo deje, haga el favor de no inventarse mis ideas, mis creencias y mis pretensiones. No sea tan histriónico y basta ya. Yo cumpliré lo que he dicho de mandarle información seria que demuestra que la concertada no acoge alumnado "dificil" en la proporción que le correspondería según su distribución; que la pública en los últimos años ha sido arrasada y convertida en gueto,; que las cuotas son el principal factor disuasorio y, muy importante, que el motivo principalísimo, cuando no único, de la preferencia por la concertada es de índole social, es la búsqueda de exclusividad y la huida de cualquier centro donde haya inmigrantes y pobres. Y qué este círculo vicioso ha acabado con nuestros centros. Yo se lo mando, Lo lee si quiere enterarse de qué investigaciones en ciencias sociales lo demuestran (además de los datos en bruto de las consejerías y del Ministerio) y si no, lo tira a la papelera.

Y vale ya. Si va a contestarme le anticipo que no voy a leerle. Ya no voy a someterme a sus improperios y acusaciones gruesas. No estoy para esas salidas de tono, encima de lo que estamos padeciendo en mi trabajo.

Lamento haber entrado aquí y haber contado la realidad de la otra parte, los cientos de miles perjudicados. Pero, aunque no está todo dicho, ni mucho menos, yo no voy a aguantar más exabruptos.

Ya recibirá eso.

Buenas tardes.



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Pedro L. Llera
O sea, en resumidas cuentas: la solución es que se mantengan los conciertos pero con una financiación al cien por cien: "financiación pública total". Estupendo. Yo firmo ahora mismo. Y, vuelvo a insistirle: no todos incumplen la ley. Yo, por ejemplo, la cumplo a rajatabla. Y como yo, la mayoría. Y si alguien incumple la ley, que actúe la justicia: en eso consiste un Estado de derecho.
23/07/18 8:12 PM
  
Guillermo PF
¡Por fin, Yolanda! Ha tardado pero ha terminado usted mentando la bicha que nadie quiere escuchar:

"Y, naturalmente, el profesorado debería someterse a la misma selección que en la pública".

Ahí les duele. Uno de los principales y más imprescindibles privilegios de este sistema de enseñanza paralelo pero al mismo tiempo aprovechado por quienes saben muy bien que deben mantenerlo.

Por cierto, se ha mencionado también muy de pasada el hecho de la cantidad de padres ateos bien situados que también saben muy bien por qué deben llevar a sus hijos a este tipo de colegios. Me parece la demostración que tira por tierra el mantra de que "la escuela católica concertada está para satisfacer el derecho de todos los padres católicos sin recursos". Claro, claro.
24/07/18 12:35 PM
  
Palas Atenea
Yolanda: para querer ser católica e imparcial es usted sumamente agresiva. Cualquier persona que le lea interpretará que quiere escuela pública para todos, no hay otra forma de interpretación posible. Si hablamos de pobres y de ricos hay muchos colegios, el colegio alemán, el francés y el chino mandarín a dónde los ricos van a seguir mandando a sus hijos tan ricamente, ¿o cree usted, pobre ingenua, que los van a mandar a una escuela de barrio?. En un barrio residencial de Barcelona está el colegio alemán, con multitud de alumnos, no sé si es concertado o no, pero lo que sí estoy segura es que el nivel familiar es alto porque los veo con estos ojitos. Jamás la escuela pública será la única opción, pero si no defendemos las concertadas nos vamos a encontrar a la pública enfrentada a los colegios de élite que existen en todos los países: Gran Bretaña, Francia, Suiza (¿o no ha oído nunca que famosas folckloricas, futbolistas y grandes fortunas mandan a sus hijos a colegios suizos?).
27/07/18 8:24 PM

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