Y ahora, las “becaines”

Oportunidad única

El Museu Geològic instalado en el Seminario es una de las instituciones, a día de hoy, con mas vida de la diócesis de Barcelona. Su colección de fósiles, cerca de 70.000, de todos los periodos lo convierte en uno de los museos de Paleontología más importantes de Europa. Su relevancia, sin embargo, acaba de pasar a un segundo plano, eclipsada por otra colección, esta vez de vertebrados, que ha convertido nuestra diócesis en un magnífico escenario donde poder observar en movimiento, desde una mirada histórica, andróminas y armatostes de otros tiempos.

Nuevas oportunidades se ofrecen al sector de alojamientos para estudiantes de la capital del Principado. Doctorandos de todo el mundo en Historia de la Teología, en sus diversas especialidades o incluso antropópogos, “faran cap” (se pasaran y pararan) para analizar la reserva sioux barcelonesa. Un obispado en vía muerta, respecto a la comunión católica, donde el terremoto Juan Pablo II apenas sacudió sus cimientos. Y todo ello sin picadas de mosquito, desiertos, peligros de secuestro y otras penalidades a que se exponen los que viajan al Cercano Oriente para entrar en contacto con las Iglesias Nacionales escindidas de la catolicidad en los primeros siglos del cristianismo.

Los estudiosos no desaprovecharan esta oportunidad. Poder analizar el final de trayecto de un reducto de nacional-catolicismo, aquí en versión catalana. Todo en vivo y en directo. Hasta podrán entrevistar a los protagonistas supervivientes. No como los eruditos analistas de la Iglesia Galicana quienes todo lo tienen que sacar, respirando ácaros, de archivos y bibliotecas.

Aquí podrán observar en qué ha acabado el ascensor de la puerta de atrás, el encumbrador de los que tenían como principal activo el no-incomodar. No incomodar al Vaticano con impertinencias muy visibles. No incomodar al nacionalismo moderado y de misa, en estos lares, catalán. Tapar las miserias eclesiales y reírle las gracias al pujolismo de sacristía.

La Jornada Mundial de la Juventud de 1997 ha transformado la Iglesia en Francia, a la llamada del papa Woytila: “France, fille aînée de l’Église: qu’as-tu fait de ton baptême?”. Ojalá tuviéramos en nuestro país la renovación monástica, masculina y femenina, que vive nuestro vecino. Ojalá solo la mitad de la calidad, catolicidad y profesionalidad de una KTO, nacida, no por casualidad, a dos años de la J.M.J. de París. ¡Que decir de Italia! Un país donde un video dedicado a la vocación de dos jóvenes seminaristas de Milán alcanza, a día de hoy, la cifra de 100.000 visitas. ¡Y en solo cinco meses! O de un Madrid donde nacen parroquias como Santa Maria de Caná.

La estética de la decadencia

Los mas abocados a la literatura, emulando a Pío Baroja, podrán describir, pasando por Barcelona, su decadencia. Por lo visto también tiene su estética. De curas de vejez triste y abandonada, camisa de moda de hace cuatro o cinco temporadas, “faccions lluentes” (tez de reflejos abrillantados), aporcelanadas, cabello craso, peinado imposible y olor a jabón sin aroma, fruto de un lavado sin suficiente aclarado. El final de trayecto de una generación, la de un Juan XXIII mal entendido, secundado de cuatro jóvenes acólitos de “también extraño aspecto” como diría el maestro Oriolt.

Este es y será el obispado de Barcelona hasta la jubilación del n.s.b.a. cardenal si nada varía. El bloqueo mental de toda una trayectoria generacional es tal que es casi imposible un viraje. Es casi imposible que la generación que representa discierna qué pasa. Le resbaló los 27 años del pontificado de Juan Pablo II. Su comprensión del mundo depende de un análisis que a su vez deriva de sus presupuestos ideológicos. No pueden entender nada. Leen mal a la persona y a nuestra sociedad porque no entienden que la Sed es la de toda la vida. Es como si para predicar a los bárbaros los misioneros no se hubieran bajado del burro de hacerlo en latín, pues el latín es la cultura y ellos eran cultos. Llegados a este extremo solo pueden hacer una cosa, lo que alguna vez les dio resultado, no-incomodar.

La decadencia de una Iglesia y un país unidos por unas mismas causas: el ensimismamiento y cerrazón con y en ella misma. Un sentimiento soberbio de autosuficiencia. El pujolismo sociológico, que acaba siendo la parroquia mayoritaria de nuestra diócesis, no tiene hijos políticos. La Unió Sacerdotal tampoco. Artur Mas todo se lo debe a Pujol. Turull, todo a Sistach. Los dos callan delante de su encumbrador, no incomodan y obedecen sin replicar y sin méritos, a parte de un semblante, al decir femenino, agraciado. Sin contenido solo queda intentar convencer por una vacua y juvenil estética. Una pastoral, la de la estética, que va remozando el Seminario y las instancias privadas del Palacio Episcopal. Baldositas color “crème” para los aseos del primero, de color salmón claro para el segundo. Poca cosa mas entre “becaina i becaina” (cabezadita y cabezadita). El último que apague la luz.

Quinto Sertorius Crescens

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