Nuevos destinos parroquiales en la Provincia eclesiástica de Barcelona

En las páginas webs oficiales de los obispados de Barcelona, Terrassa y Sant Feliu aparecen ya los cambios de destinos de algunos de los sacerdotes que este verano harán sus maletas para ubicarse en nuevas parroquias.

Este año no voy a comentar los cambios en la diócesis de Sant Feliu, a diferencia del año pasado en que me pareció que el obispo Agustín hizo unos movimientos muy interesantes y estratégicos, este año me da la impresión que se ha limitado a mover algunas piezas, pero sin ningún cambio de fondo importante.

Con esta primera observación me quedan las diócesis de Barcelona y Terrassa en las que una vez más podemos afirmar que son la cara y la cruz. La diócesis que avanza (Terrassa) y la que continúa obstinada en la misma línea o retrocede como los cangrejos (Barcelona).

Mirando sólo los primeros nombramientos de Terrassa (Rvdos. David Abadías, Manuel Amado, Ignasi Ballvé) uno se da cuenta de cómo se apuesta por los sacerdotes de las últimas promociones, que visten de sacerdotes y tienen las ideas claras, a ellos se les confía la responsabilidad de dirigir parroquias, para que las cosas cambien, se renueven y entre nueva savia tan necesaria. Especialmente me alegra el nombramiento del Rvdo. David Abadías como nuevo delegado episcopal de Catequesis, aquí es donde se ve el estilo de un obispo bueno como Saiz Meneses que pone la catequesis en manos de un sacerdote de toda confianza doctrinal, y no a alguien que firmó manifiestos contra el Cardenal Carles o participó en actos de sublevación contra Roma como el Rvdo. Enric Termes puesto por el cardenal Sistach en el mismo puesto pero en Barcelona.

En Barcelona como casi siempre, decepción después de decepción. No hay ningún síntoma que se quieran cambiar las cosas, como si todo fuera perfecto y lo que interesa es perpetuar esta situación eternamente (por suerte léase “eternamente” hasta que el cardenal Sistach se vaya). Ningún signo de esperanza en los nombramientos de nuestra archidiócesis. Los nombramientos en Barcelona responden a estas consignas:

1.- Prórroga indefinida al clero que ya debería estar jubilado: Solamente se acepta la renuncia por jubilación a un sacerdote (¡SOLO UNO!) Todos los demás que sigan en sus puestos. No importa que un número importante pase de los 80 años, como Mn. Vergés (el-que-dice-que-no-pongamos-la-cruz-en-la-declaración). De esta manera el pobre obispo que venga detrás de n.s.b.a cardenal Sistach, se encontrará una diócesis con una mayoría de párrocos en edad muy avanzada, a los que tendrá que aceptar su renuncia en masa porqué difícilmente estarán en condiciones de continuar en sus cargos. El vacío que tendrá que llenar será inmenso y todo porque su antecesor no ha hecho los deberes, no ha preparado la diócesis para el futuro, no ha empezado la renovación absolutamente necesaria para que el día de mañana la diócesis pueda seguir funcionando.

2.- No hay confianza en el clero joven: ¿No sería más lógico que un párroco joven de 30, 35 o 40 años, se hiciera cargo de dos o tres parroquias, en vez de dejar las mismas en menos de un clero envejecido y agotado pastoralmente?. Pero eso al cardenal Sistach y sobre todo a su corte de colaboradores no les interesa. Porque las últimas generaciones no han salido a su estilo, no son sus hijos. No han bebido en las mismas fuentes, muchos siguen considerándose hijos espirituales de Don Ricardo Carles y a esos ni agua. Da pena escuchar a sacerdotes de la vieja guardia jubañista como a veces dicen de algún sacerdote joven: “Es massa jove, no està preparat per a portar una parròquia” (es demasiado joven, no está preparado para llevar una parroquia), cuando ellos a su edad no sólo eran párrocos sino que además copaban los puestos de responsabilidad de la diócesis.

3.- La ley del mínimo esfuerzo para que todo siga igual: Al cardenal Sistach no le gusta complicarse la vida, así que si moviendo una ficha no tiene que mover dos, se quedará siempre con la opción primera, aunque pastoralmente no sea la mejor. Eso explica su forma de resolver los problemas y vacantes que se crean en las parroquias. Cuando una parroquia queda vacante: ADMINISTRADOR PARROQUIAL y ya hablaremos a final de curso. Y cuando acaba el curso la solución más fácil: si en esa parroquia había un vicario o un adscrito pues que haga de párroco y así ya no hay que mover otras fichas. Ese es el caso de la histórica parroquia de Sant Medir, donde después de un año de administración parroquial se nombra al vicario, el Rvdo. Enric Subirà (el-amigo-de-Pagola-i-Masiá) como nuevo párroco. Lo mismo ha sucedido en la parroquia de Vilassar, donde el párroco falleció el curso pasado y ha nombrado al vicario, el Rvdo. Manuel Pérez como nuevo párroco. Pues aunque sea por vagancia o por no complicarse la vida, este es el único nombramiento del que me he alegrado. Un nuevo párroco, bueno y joven, aunque sea de rebote.

Antoninus Pius

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