Matabosch nos quiere censurar


La Fundació Joan Maragall, cristianisme i cultura, que preside Antoni Matabosch (contable de la archidiócesis barcelonesa) ha adoptado un acuerdo sin precedentes: solicitar al episcopado catalán que se pronuncie expresamente sobre esta web. Dicho en román paladino, que los obispos catalanes condenen públicamente a Germinans. Este ha sido el ruego unánime de los miembros de la FJM en su última reunión mensual. Desconozco que alcance puede tener la condena solicitada, si va a ser el inicio de un proceso canónico o civil, pero lo que es indiscutible es que la Fundació Joan Maragall (presidida por Matabosch y de la que es miembro el hasta hace muy poco Presidente del CAC, Josep María Carbonell) se muestra manifiestamente partidaria de silenciar esta modesta voz disidente. Nunca en los últimos 40 años había sucedido un hecho igual. Una declaración expresa y terminante a favor de la censura de un medio, aunque sea un medio tan sencillo y artesanal como esta web.

Para aderezar el atentado a la libertad de expresión postulado por los miembros de la FJM, la noticia vino tortuosamente explicada por el amigo de Albert Boadella (recuerden la historia del fax de Madame Mamalú) en las páginas de religión de La Vanguardia del pasado domingo. La información, a cuatro columnas, venía presidida por una foto del director de prensa de la Santa Sede, Federico Lombardi. Sin tan siquiera dignarse a citar el nombre de esta página, sino aludiendo a una web española y católica (¿doble epíteto peyorativo?), la información-artículo resultaba tan tergiversadora de la realidad, que si no se leía con detenimiento parecía que había sido el propio Lombardi el que se hubiese mostrado a favor de la censura de Germinans. Por otra parte, la información no es más que un cúmulo de disparates, en los que nos llega a acusar a los que escribimos en Germinans de sintonizar con los obispos ordenados por el arzobispo Marcel Lefebvre, cuando en esta web jamás (¡jamás!) se ha defendido ni en una sola línea a los lefebvristas. Ciertamente, como no tienen argumentos mínimamente consistentes que les permitan rebatir ninguna de las noticias que hemos venido facilitando se dedican al burdo argumento “ad hominem” y a la zafia manipulación de documentos episcopales.

Pero la torpeza del artículo de La Vanguardia no nos debe hacer obviar el órdago de la Fundació Joan Maragall. Un grupo de poder de esta diócesis, particularmente muy cercano al Cardenal Sistach (los Sistach macoutes), ha instado simple y llanamente la censura de este medio.

Llegados a este punto, debo hacerles una reflexión personal. Al iniciar esta aventura de Germinans, jamás llegué a pensar que pudiéramos molestar tanto. Que toda una institución diocesana (como lo es la FJM) pudiera perder su tiempo en propugnar que se nos tapase la boca, revela su particular forma de entender la democracia y la libertad. No admiten voces discordantes. No asimilan que haya quien piense diferente a ellos. Y especialmente, les desborda Internet. En su mentalidad dictatorial no pueden concebir que sucesos que antes solo se comentaban en petit comité, puedan ser objeto de debate público. Añoran la época analógica y les repele la contradicción.

También les debo revelar que los métodos mafiosos que se han seguido contra Germinans (algunos entenderán ahora el disfraz de carnaval de “El Padrí”) me han llevado muchas veces a pensar si no era mejor abandonar este barco, en especial, para dejar de perjudicar a personas que no tienen nada que ver con Germinans, pero que se han visto perjudicadas por la caza de brujas macarthysta iniciada desde las cercanías de Sistach. Pero la constancia machacona de sus ataques, me impide dar el brazo a torcer. Obvio es también que nuestros cada vez más numerosos y fieles lectores internautas no merecen verse privados de este ejercicio de disidencia, por muy fuertes y sucias que sean las maniobras que pretenden callarnos.

Ahora ha sido la FJM. Anteriormente fueron los miembros de la Unió, con Brustenga, a la cabeza. Disparan por todos lados. Y no se mezclan, pues entre ellos también hay rivalidades. Quieren la cabeza de Germinans, como en aquella película de Sam Peckinpah querían la cabeza de Alfredo García.

Esperemos que no se la lleven, pero que nuestros lectores tengan presente que cada vez van apretando más tuercas y que no les importa nada que puedan ser tildados de enemigos de la libertad. Les importa un rábano su evidenciado fascismo. Solo quieren nuestro silencio. El silencio de una minúscula voz discordante en la diócesis. Tan sencillo. Y tan cruel.

Oriolt

http://www.germinansgerminabit.org

[email protected]