El cura de Laporta

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Cuando lo leí, no me lo creía, pero es cierto. Dos días antes a la votación de la moción de censura contra el Presidente del Fútbol Club Barcelona, tuvo lugar un acto de apoyo a Joan Laporta. Cuando observé quienes eran los intervinientes, supe que Laporta ya era un juguete roto e iba a perder la moción de censura. Así sucedió. Pero no estamos aquí para hablar de fútbol, sino de noticias eclesiales. Y es que en ese acto habló un cura. Sí señor. Ni más ni menos que el sacerdote Josep María Ballarín, el cual no tuvo el menor empacho en afirmar: “Han tirat merda a Laporta, però tot el que han dit es mentida. Ho dic com amic i capellà”(“Han tirado mierda a Laporta, pero todo lo que han dicho es mentira. Lo digo como amigo y sacerdote”). Al acabar de decir esas palabras, Laporta se emocionó y lloró en el pecho del Mossén. Genial. Mossén Ballarín es un modesto escritor, que no ha salido del ámbito local catalán y que nunca llegará a ser un catalán universal (como aquellos que aparecían en unas litografías que se hicieron famosas hace años, con ilustres personajes como Pla, Pau Casals, Montserrat Caballé, el Dr. Puigvert, etc.), pero cuando hace ostentación pública la hace como cura y no como escritor. Fíjense que Mossén Ballarín dice “com amic i capellà” y no “com amic i escriptor”. Obviamente, el socio culé hizo el menor caso al estrambote del sacerdote-escritor y la moción de censura ganó por un contundente 60-37%.

Han sido notables las relaciones del mundo eclesiástico catalán con el Barça. El Obispo Deig (por cierto, Ballarín es sacerdote de la diócesis de Solsona) fue un apasionado culé y solía hablar en numerosas tertulias futboleras. Sin llegar a eso, ya sabemos que su carácter es más “poruc”, el Cardenal Martínez Sistach también es un acérrimo culé y se ha sentado en más de una ocasión en el palco del Camp Nou. Lógicamente, el Cardenal no apoyó a Laporta, lo cual también era un índice de que la moción iba a ganar. Sistach nunca apuesta a perdedor.

Pero la ostentación pública de Mossén Ballarín (“com a capellà”, que es lo que aquí nos importa) obliga a la reflexión. En un artículo anterior les hablé de que existe una generación de curas, mayores de 70 años (Ballarín actualmente tiene 88), que siempre van con el diario Avui bajo el brazo. De los pocos lectores que tiene el Avui, seguramente existe una alta proporción de clérigos. Entre ellos está también Mossén Vergés, al que Sistach no ha jubilado, a pesar de tener ya ochenta años y muy a pesar –y esto es lo más grave- de haber recomendado públicamente que no se marque la x a favor de la iglesia católica en la declaración de IRPF. ¡Qué mal lo habrá pasado el talibán Vergés, viendo que delante de su parroquia se celebraba la victoria de la selección española! Esa generación de curas con el Avui bajo el brazo nunca ha entendido nada. Han creado un país virtual, alejado del país real. Por eso salen a la palestra en defensa de Laporta, acusando de manipulación a quienes va en contra de él (“li han tirat merda”) y luego no solo no les hacen caso, sino que su derrota es estrepitosa.

Ballarín, Vergés, Bada y un sinfín de curas con el Avui (o El Punt, en versión gironina) bajo el brazo son el vivo reflejo del fracaso. No solo nada les ha salido bien en sede eclesial, sino que no lo han asimilado. Por eso tampoco entendieron el ciclón que supuso el Papa Juan Pablo II y llamaron al boicot (eso sí, sin mancharse mucho) cuando visitó Cataluña en el año 1.982. Después quisieron que este país pequeño quedase libre de la renovación wojtiliana. No llegaron a conseguirlo entre la masa, pero su privilegiada posición mediática siempre supuso un freno.

Además de ese exagerado relieve mediático, gozan del manto protector de algunos obispos catalanes. En esto, Sistach lleva la palma, no solo manteniendo al desobediente Vergés en su parroquia de Santa Dorotea (aunque ver en la Plaza España de su demarcación parroquial, como la juventud gritaba “Yo soy español,español…”, ya le ha supuesto un buen castigo) sino que, como nos recordaba mi admirado Antoninus Pius en su último artículo, les privilegia con las parroquias compartidas. Aquí debe traerse a colación uno de los casos más lacerantes en la diócesis barcelonesa: La parroquia de Santo Domingo de Guzmán, que sigue sin párroco, después de haber favorecido un pelotazo inmobiliario a favor de la diócesis y debe compartir rector con la iglesia de la Preciosísima Sangre. Claro que el párroco de ambas es otro cura que va con el Avui bajo el brazo: Mossén Duch Fumadó. También mayor de 70 años. Todo menos confiar esas parroquias a los curas más jóvenes, aunque solo sea por el hecho lógico de que sus fuerzas físicas sean mayores. Pero Sistach no se fía de ellos. Las parroquias compartidas para los curas del Avui. Esos que suelen apostar a perdedor. Como Ballarín.

Oriolt

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