Taltavull, un obispo sin báculo
El pasado día 8 de septiembre, fiesta de la natividad de Nuestra Señora (conocida popularmente en Cataluña, como “la festa de les marededeus trobades”) asistí a la misa que se celebraba en la parroquia barcelonesa de la Virgen de Núria, por la que siento especial devoción. Presidía la eucaristía nuestro obispo auxiliar. Pero -¡oh, sorpresa!- al iniciarse la procesión hacia el altar, observé que Taltavull iba sin báculo, ni mitra. Sus únicos símbolos episcopales eran el solideo y el pectoral, por fuera de la casulla. Raro, raro, raro. Ingenuo de mí, pensé que el auxiliar habría tenido algún despiste o algún problema de última hora y había comparecido con sus ornamentos a medias. ¡Qué va! He preguntado en alguna de las parroquias a las que ha asistido y todos me confirman que acude siempre sin báculo. Iluso que soy.
Dicen que Taltavull alega que se lo están arreglando en Menorca. Cierto es que es conocida como la isla de la calma, pero, realmente, me parece que desde el 21 de marzo en que fue consagrado obispo (obviamente con su báculo) hasta ahora, ha habido plazo más que suficiente para el ajuste del cayado.

No es Tarragona una zona lluviosa, ni mucho menos cae el líquido elemento de forma fina y continuada. Al contrario, las lluvias suelen surgir de forma torrencial, en especial en estas fechas septembrinas, en el que raro es el día en que los truenos y relámpagos no amenazan las vendimias, aunque la mayor parte de las veces solo llega a caer aquello que en sus comarcas se conoce como “tupullot”. Mucho ruido y pocas nueces.
En mi último artículo les comentaba que casi la mitad de los párrocos de la archidiócesis de Barcelona son mayores de 65 años. Concretamente en 91 de las 208 parroquias.
En la archidiócesis de Barcelona hay 208 parroquias. De ellas, 91 son regidas por sacerdotes mayores de 65 años. El 45% del total son rectores que ya estarían jubilados en la vida civil. Sí solo atendemos a la edad de jubilación canónica, fijada en los 75 años, nos encontramos con 31 párrocos que ya la han cumplido. Casi una quinta parte del total.
Tras la presentación de la renuncia por edad del obispo Traserra, se vuelve a plantear la cuestión del obispado de Solsona. La diócesis con menos habitantes de Cataluña y, con anterioridad a la creación de las de Terrassa y Sant Feliu, la diócesis más moderna. La demarcación episcopal fue erigida en el año 1593, bajo el reinado de Felipe II, con la intención de crear cerca de la frontera una serie de diócesis que representasen una barrera contra la penetración de los hugonotes. Contemporáneas a Solsona son las diócesis de Jaca y Barbastro así como la adscripción de la de Elna a la provincia eclesiástica de Tarragona. Poco después, entre los años 1644 y 1655, estuvo ocupada por Francia, sin que ningún obispo pudiera tomar posesión. La sucesión episcopal continuó el año 1656 ininterrumpidamente hasta el año 1838. El Concordato de 1851 suprimió la diócesis, pasando la catedral a la categoría de colegiata y su territorio a la diócesis de Vic. En el año 1895 la reina María Cristina decretó la creación de una administración apostólica de Solsona independiente de la de Vic. Entre sus administradores apostólicos estuvo Monseñor Vidal i Barraquer entre 1913 y 1919. En 1933, el Papa Pio XI restauró mediante bula la sede episcopal de Solsona, siendo reconocida por el gobierno de Franco en 1945, designándose a Monseñor Tarancón como obispo.




