Taltavull, un obispo sin báculo

El pasado día 8 de septiembre, fiesta de la natividad de Nuestra Señora (conocida popularmente en Cataluña, como “la festa de les marededeus trobades”) asistí a la misa que se celebraba en la parroquia barcelonesa de la Virgen de Núria, por la que siento especial devoción. Presidía la eucaristía nuestro obispo auxiliar. Pero -¡oh, sorpresa!- al iniciarse la procesión hacia el altar, observé que Taltavull iba sin báculo, ni mitra. Sus únicos símbolos episcopales eran el solideo y el pectoral, por fuera de la casulla. Raro, raro, raro. Ingenuo de mí, pensé que el auxiliar habría tenido algún despiste o algún problema de última hora y había comparecido con sus ornamentos a medias. ¡Qué va! He preguntado en alguna de las parroquias a las que ha asistido y todos me confirman que acude siempre sin báculo. Iluso que soy.

Dicen que Taltavull alega que se lo están arreglando en Menorca. Cierto es que es conocida como la isla de la calma, pero, realmente, me parece que desde el 21 de marzo en que fue consagrado obispo (obviamente con su báculo) hasta ahora, ha habido plazo más que suficiente para el ajuste del cayado.

Desconozco sí esta es la razón, pero lo que sí está claro es que la imagen del prelado sin báculo ilustra a la perfección cual es el verdadero poder de nuestro obispo auxiliar. Taltavull ha iniciado sus días barceloneses absolutamente inmovilizado por Sistach. Tanto que algunos en Barcelona todavía se están preguntando sí existe Taltavull. Entre ellos Oriol Domingo que va detrás de él como loco para que se digne a ser entrevistado. Desde que llegó hace seis meses, solo ha realizado una entrevista para Catalunya Cristiana y otra para el programa de TV3, Signes dels Temps. No solo eso, sino que está siendo verdaderamente insignificante su actividad pastoral. No se le ha encomendado ninguna confirmación, solo ha acudido a aquellas parroquias que se lo han pedido directamente. Nunca como en este año, había confirmado Sistach en tantas ocasiones. Eso que otros años había llegado a delegar en Malla y Martí Alanís. Es más, tampoco como en este año, se habían llevado a cabo tantas confirmaciones por vicarios episcopales. Taltavull se mueve poco del despacho. Ejerce más como vicario general que como obispo auxiliar. Tampoco se le ha habilitado ninguna estancia en el Palacio episcopal, teniendo su aposento junto con los sacerdotes ancianos de la Residencia San José Oriol.

Tantos desvelos y complicaciones para que se designara obispo auxiliar, para acabar encomendándole tan nimias funciones. Todo ello confirma que el proceso de nombramiento de auxiliar fue un verdadero despropósito. Ya se lo dije en mis artículos del 3-2-09 (“El parto de un auxiliar con fórceps”) o del 31-3-09 (“Talatvull empieza maniatado”). También lo dijo mi admirado Antoninus Pius, en su artículo de 4-2-09 (“Don Sebastiá Taltavull: Historia de un nombramiento complejo”). Todos aquellos temores se han visto plenamente confirmados. Taltavull fue una solución de compromiso, para salir del paso de la injustificada prolongación del mandato de nuestro llorado obispo Carrera (que falleció un 3 – y no un 17- de Octubre de hará un año). Pero Taltavull no fue jamás el obispo querido por Sistach. Añádase a ello que nuestro Cardenal es poco amante de delegar y escaso dador de confianzas.

Por otra parte, al clero progre local no le inspira Taltavull mucho convencimiento. Aunque tiene muchos amigos en Barcelona de sus tiempos del inter-diocesano, no es uno de los suyos. No es de aquí. Esto se nota particularmente en los distintos ambientes de camarilla: el uniano, el de los excomunistas o el de los jóvenes cincuentones. Por cierto, ellos sí reciben el aliento y los honores de nuestro Cardenal. Fíjense sino a que sacerdotes acompaña en su toma de posesión. Este último domingo a Romeu en Santa Maria del Taulat y a Jordi Farré en la Mercé. El próximo domingo a Termes en Sant Josep Oriol y a Jordi Illa (fichaje de la diócesis de Solsona) en la del Patriarca Abraham. Realmente no podía resultar el mensaje más claro de por dónde van los tiros. No sabemos sí va a ver más acompañamientos, incluso sí se va a atrever a acudir a la toma de posesión de Oriol Garreta en Esplugues, después de que este se negase a las soluciones de cambalache que se le ofrecían.

Este es el lamentable estado de nuestra diócesis. Con un arzobispo que se ocupa de todo (de casi todo mal) y con un obispo auxiliar que sintomáticamente carece de báculo. Ya sea como símbolo de pastor o como símbolo de poder. Confiemos únicamente en que la fenicia sabiduría menorquina le permita navegar hacia buen puerto. Aunque tenga cuidado con que esta manera de ser excesivamente pausada termine con adormecernos a todos. A lo mejor antes de que le llegue el báculo.

Oriolt