El abad de Montserrat y el aborto
El abad de Montserrat explicó de manera incompleta el punto 73 de la Evangelium Vitae en su entrevista sobre el aborto de La Vanguardia del 25 de diciembre.
Pregunta Enric Juliana y responde Josep Maria Soler:
¿Está de acuerdo en negar la comunión a los diputados católicos que han votado a favor de la nueva ley del aborto?
Yo estoy a favor de la vida, y en consecuencia, contra el aborto, aunque entiendo que las leyes de un país no tienen por qué coincidir necesariamente con todos los criterios de la moral católica. Hay una encíclica del papa Juan Pablo II en la que se dice lo siguiente:
“Cuando no sea posible evitar o abrogar completamente una ley abortista, un parlamentario puede lícitamente ofrecer su apoyo a propuestas encaminadas a limitar los daños de esa ley y disminuir así los efectos negativos en el ámbito de la cultura y de la moralidad pública. Obrando de este modo no se presta una colaboración ilícita a una ley injusta: antes bien se realiza un intento legítimo y obligado de limitar sus aspectos inicuos” (Evangelium vitae. Punto 73).


Mientras muchas familias catalanas están sufriendo duramente las consecuencias de la crisis económica (paro creciente, hipotecas sin pagar, dificultades para llegar a final de mes…) nuestros políticos que no tienen problemas de sustento, se dedican únicamente a cuestiones como el supuesto recorte del Estatuto por parte del Tribunal Constitucional, a discutir sobre los referendos no vinculantes sobre la independencia de Cataluña o a enfrascarse en un debate tan interesante como si las corridas de toros tienen que suprimirse o no en nuestra tierra.
Se lo decía la semana pasada: Sistach solo irá a la eucaristía de las familias del 27-D, si acuden otros cardenales europeos. Así fue: estaba el vicario de Roma, Vallini; el Presidente del consejo pontificio para las familias, Monseñor Antonelli; los curiales Rylko y Cordes; el cardenal de Lyon y el cardenal de Berlín. No podía faltar. Para él no se trataba de un evento por las familias, sino de una magna concentración de purpurados. Sin embargo, se fue de estranquis. Tan de estranquis que no existen ni tan siquiera testimonios gráficos. Únicamente la foto que encabeza este artículo, en la que se adivina al arzobispo de espaldas. Tan de estranquis, que ni tan siquiera se anunció en la mejorable web de la archidiócesis, que informa de todos y cada uno de los actos a los que acude Sistach, en una sección titulada “Agenda del Cardenal”. Tan de estranquis, que no se decidió hasta el último momento, cuando le confirmaron, por todos los conductos, que habría pleno de cardenales europeos. Tan sumamente de estranquis, que no fue acompañado por ningún fiel de la diócesis, pues la delegación de la familia, ni tan siquiera se dio por enterada de la invitación al acto.
El I Congrés Catalunya i Religió ha acabado superando todas las expectativas. Después de múltiples sesiones de debate los asamblearios han acordado separarse de la Iglesia Católica, romper los vínculos de comunión con Roma y constituirse en diócesis nacional. Con este paso queda constituida la “Església Unificada Nacional Catòlica de Catalunya” (ES.UN.NA.CA.CA).
En una diócesis tan compleja y dividida como Barcelona es extraño encontrar unanimidades, pero haberlas hailas, por ejemplo en el caso del obispo Joan Carrera, que consiguió ganarse la simpatía y el aprecio de toda la diócesis. Así se pudo comprobar en su entierro, donde no faltó nadie, y no sólo de la actual diócesis de Barcelona, sino también de la de Terrassa y la de Sant Feliu.