Y Sistach se fue a Madrid

Se lo decía la semana pasada: Sistach solo irá a la eucaristía de las familias del 27-D, si acuden otros cardenales europeos. Así fue: estaba el vicario de Roma, Vallini; el Presidente del consejo pontificio para las familias, Monseñor Antonelli; los curiales Rylko y Cordes; el cardenal de Lyon y el cardenal de Berlín. No podía faltar. Para él no se trataba de un evento por las familias, sino de una magna concentración de purpurados. Sin embargo, se fue de estranquis. Tan de estranquis que no existen ni tan siquiera testimonios gráficos. Únicamente la foto que encabeza este artículo, en la que se adivina al arzobispo de espaldas. Tan de estranquis, que ni tan siquiera se anunció en la mejorable web de la archidiócesis, que informa de todos y cada uno de los actos a los que acude Sistach, en una sección titulada “Agenda del Cardenal”. Tan de estranquis, que no se decidió hasta el último momento, cuando le confirmaron, por todos los conductos, que habría pleno de cardenales europeos. Tan sumamente de estranquis, que no fue acompañado por ningún fiel de la diócesis, pues la delegación de la familia, ni tan siquiera se dio por enterada de la invitación al acto.

Sin embargo, acudió. Eso que el día era gélido y desaconsejable para personas propensas a la gripe, como nuestro cardenal. Acudió y el premio se lo llevó el cardenal Rouco, al que se veía henchido de satisfacción por haber podido congregar al cardenal-vicario de Roma, a tres purpurados curiales y a los dos cardenales españoles, que le habían intentado boicotear los dos años anteriores. Con nulo éxito. Cual es de ver.

Atrás han quedado los inoportunos catarros o la patética contraprogramación, de la que ya nadie se acuerda. Todavía me sonroja recordar la polémica del año pasado, cuando los medios cercanos al arzobispo defendían que en Barcelona se prefería una eucaristía con el pastor diocesano que una celebración multitudinaria. Era “mes nostrat”. ¿Nostrat? Puro eufemismo que esconde su nulo poder de convocatoria. Sí a día de hoy, el cardenal de Barcelona pretendiese celebrar un acto público, no llena ni la Plaza de Sant Felip Neri.

También resulta sintomática la ausencia absoluta de noticias respecto a su asistencia. Ni loas, ni críticas, ni tan siquiera la reseña. ¿Se imaginan, un suponer, qué le hubiesen dicho al Cardenal Carles, sí hubiese actuado de igual forma? Cavernario, vendido a Madrid, integrista, apocalíptico, anti-catalán,etc. Por el contrario: prietas las filas, sí lo manda Sistach.

En todo caso, ha sido una presencia vergonzante. De tapadillo. A hurtadillas de su propia feligresía. El típico quiero y no puedo, consistente en tener dos velas encendidas, una a Roma y otra al establishment eclesial catalán.

Pero ha tenido que pasar por el aro de Rouco. A la tercera ha sido la vencida. El arzobispo gallego se sacó de la manga un encuentro europeo, con la carambola de que Sistach y Amigo se quedasen sin excusa para no comparecer. Tuvo que ceder, con lo poco que le gusta ceder a nuestro prelado. De ahí viene el tremendo sigilo que ha rodeado su viaje a Madrid.

Ahora a esperar al año próximo. Otra vez imperará el suspense y la incertidumbre. Otra vez imperará la ocultación y el misterio. Cree así Sistach que puede jugar con todos. Pero, al final, han jugado con él. Y hasta ha tenido que pasar por delante del Santiago Bernabeu. Demasiado para un acérrimo culé.

Oriolt