[DE] Capítulo 55: El Pluvial
El pluvial (pluvialis, cappa) llamado así en los países meridionales después del siglo IX y capa en los países del Norte, según algunos tiene su origen en la antigua lacerna o virus, alargada por debajo de las rodillas. Otros piensan que el pluvial no es otra cosa que la transformación de la pénula, provista de capucha para la lluvia y con abertura delantera para una mayor comodidad. Son más que evidentes las analogías de forma entre la capa medieval y la lacerna romana, pero también resulta evidente que cuando el pluvial apareció entre las vestiduras litúrgicas allá por los siglos VIII-IX, hacía ya mucho que la lacerna había pasado de moda y no pertenecía a la indumentaria civil. La primera mención la encontramos en un inventario del monasterio de Obona en Asturias del siglo VIII. Braun en su Die liturgische Gewandung demuestra que el pluvial fue originariamente una capa provista de capucha ( cucullus ) que en los días más solemnes llevan los miembros más sobresalientes de la comunidad monástica, especialmente los primeros cantores.

En el artículo anterior hice referencia a las conferencias sobre la defensa de la feminidad como alternativa constructiva opuesta al feminismo, que tuvieron lugar en Roma el 31 de enero. Dejé de lado la pronunciada por Tania Fernández, delegada de Derecho a Vivir en Cataluña, (en la fotografía), y que ahora paso a reseñar, destacando las ideas más potentes que expuso:



El pasado miércoles asistí a la presentación del libro del arzobispo de Tarragona, Recuerdos y esperanzas, que tuvo lugar en la barcelonesa librería Claret. La primera sorpresa que tuve se halló en el vacío de la sala, en la que nos ubicamos cuarenta personas mal contadas, de las cuales 20 eran seminaristas del interdiocesano, voluntariamente aportados por su rector Norbert Miracle, que hacía de telonero. Entre los otros 20 solo merece contar la presencia VIP del rector Turull (cuyos rasgos, cada día mas orondos, le están proporcionando una complexión obispal) y nuestro amigo Llisterri, siempre fiel y agradecido a los reclamos de la Claret. Turull, como acostumbra, marchó a medio acto y es que las innumerables tareas que le encomienda nuestro cardenal le impiden centrarse en una única misión. Pero él pone voluntad y se hace ver en todas partes. Ningún representante más del clero barcelonés; ningún miembro del Opus Dei, al que pertenece el arzobispo y ni tan siquiera una mínima presencia de algún medio de comunicación, máxime cuando -con motivo de este libro- tuvieron lugar las polémicas declaraciones de Pujol Balcells a TV3, que, entre otras desproporcionadas reacciones, motivaron una denuncia de la asociación de gays y lesbianas. Pero el acto tuvo mucha miga. Los que no fueron, se lo perdieron.