La parte de responsabilidad del españolismo eclesial en la descatolización de los catalanes
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El doble filo del catalanismo
Hace más de un siglo, en 1901, el conservadurismo político catalán, católico sin reservas, llegó a la conclusión que era imposible que el conservadurismo o moderantismo español entendiera que lo catalán debe estar al mismo nivel de españolidad que lo castellano en España. Y nació la Lliga Regionalista, pasado remoto de CiU.
Fueron sus enemigos acérrimos, desde sus inicios el radicalismo lerrouxista, el pasado remoto de Ciutadans, partit per la Ciutadania, este partido que tanta gracia le hace a la COPE y a Intereconomia hasta el día en que se enteren de su opinión sobre el aborto o los matrimonios gays.
El liberalismo político de la Restauración , tanto el post-canovista como el progresista sagastiano, ridiculizaron todo lo que pudieron (más el segundo) la apuesta de la Lliga. A esta formación política catalana le colgaron el sambenito de provincialismo, folklorismo incluso de pintoresquismo. El liberalismo progresista llegó a jalear al radicalismo lerrouxista en Cataluña como barrera al avance de la Lliga. Recordemos que fue el radicalismo lerrouxista quien estuvo detrás de la quema de conventos de la Semana Trágica (1909). El frente común de frenar al catalanismo católico también gozó de las simpatías de la parte más miope del liberalismo conservador canovista, esa tradición política tan marcada por la herencia regalista española, obcecado en convertir todo lo peninsular que no tiene al castellano como lengua materna en el último bastión de un Imperio perdido en ultramar, incapaz de absorber al carlismo español y de avanzar hacia la democracia cristiana en España.

Las Constituciones del Principado de Cataluña aprobadas en sus Cortes. Compilación de 1413
Cuando uno lee el desaforado artículo de Llisterri, titulado
Alocución del Papa en el Colegio des Bernardins en París
Apenas cincuenta días después de la aprobación de la Sacrosanctum Concilium, el 25 de enero de 1964 (jornada final del Octavario para la Unidad de los Cristianos), Pablo VI publica el Motu Proprio "Sacram Liturgiam" que pone en práctica ciertas disposiciones de la Constitución y anuncia la creación de una Comisión especial encargada de poner en aplicación esta Constitución. El 29 de febrero de 1964, como vimos, el Papa crea el “Consilium ad exsequendam Constitutionem de Sacra Liturgia”; confía sus puestos a los más elementos más avanzados del "Movimiento Litúrgico", en particular la presidencia al cardenal Lercaro y la secretaría al Padre Bugnini, obsesionado con el carácter ecuménico que deberá tener la nueva Misa. Este Consilium va a desposeer de casi todos sus poderes a la Sacra Congregación de Ritos. Pablo VI intervendrá personalmente el 20 de octubre del 64 y el 7 de enero del 65 para sostener al Consilium entonces en conflicto con la Congregación Romana. Apenas obtenido ese apoyo, el 19 de marzo el P. Annibal Bugnini declara en el “Osservatore Romano”: "La oración de la Iglesia no debe ser un motivo de malestar espiritual para nadie. Es preciso apartar toda piedra que pueda constituir hasta la más leve sombra de un riesgo de estorbo o de disgusto para nuestros hermanos separados".