Carbonell hace trampas


Una vez elegido President de la Generalitat, Pascual Maragall pensó en Josep María Carbonell i Abelló como Conseller de Cultura de su primer gobierno. Pipo lo daba por hecho y solo le faltó imprimir tarjetas de visita. Sin embargo, por uno de esos azares de la vida, Maragall se dio cuenta de que le faltaba una mujer en su equipo gubernamental y- ni corto, ni perezoso- decidió sacrificar a Carbonell, designando en su puesto a Caterina Mieras. El disgusto de Pipo fue enorme. Sacrificado él, por una maragallada. Postergado por una desconocida Caterina Mieras. Sin embargo, la “repartidora” suele ser siempre generosa y a Carbonell le llegó la compensación en forma de presidente del CAC. No fue miembro del gobierno catalán, pero obtuvo la lotería de un cargo remunerado con 130.000 euros anuales. Un salario superior al del propio Presidente del Gobierno.

La reciente historia de Carbonell como Presidente del CAC es harto conocida y no hace falta insistir en ella. Sin embargo, hay un par de facetas sobre las que no se ha incidido casi nada y que nos revelan suficientemente la catadura del personaje.

Josep María Carbonell es íntimo amigo del Doctor Antoni Matabosch (hoy contable de la diócesis) y, con él, forman el alma mater de la Fundació Joan Maragall, Cristianisme i Cultura. No es una ocurrencia mía. Entren en la web de la Fundació, hagan click en su archivo de fotografías y comprobarán cuales de sus miembros aparecen en las fotos: Carbonell y Matabosch. Sólo ellos. Dicha Fundación es una de las joyas preciadas del Cardenal Martínez Sistach y no hace falta decir que tanto Matabosch (amigo de la infancia) como Pipo Carbonell, son hoy en día dos arietes insustituibles en el equipo de los Sistach macouts.

Una de las preocupaciones recurrentes del cardenal Martínez Sistach es el mantenimiento de la comunión diocesana. Ya sabemos que a un grupo de sacerdotes barceloneses les prohibió expresamente que creasen el Foro Juan Pablo II, porque ello atentaba contra la comunión. Ese es uno de los epítetos que dedica a los que formamos Germinans: “¡Van contra la comunió; van contra la comunió diocesana!”. Se supone que el delito de lesa comunión, que tanto enoja a nuestro Pastor, tiene lugar independientemente de quien sea el prelado de la diócesis.

Viene ello a cuento porque Pipo Carbonell, ya atentó contra la comunión diocesana, tal como la entiende hoy Sistach, en el anterior pontificado del Cardenal Carles. Cuando la visita del Papa Juan Pablo II a España en Mayo de 2003, fue uno de los firmantes de una carta, en la que se tuteaba al Pontífice y en la que se le pedía un nuevo obispo de Barcelona, catalán y dialogante. Se supone que el anterior no lo era. Ni catalán, ni dialogante. Lo curioso de esa carta es que Josep María Carbonell la firmaba como Vicepresidente Internacional de Pax Romana. No era un simple cristiano de base. Y si quieren otra manifestación de comunión diocesana, practiquen el deporte de sumergirse en la hemeroteca de La Vanguardia, concretamente el día 19 de Junio de 2004 y verán que Pipo Carbonell participó personalmente en una manifestación contra la decisión vaticana de dividir la diócesis, que se acababa de decretar. Magníficos ejemplos de comunión. Claro está que esos caminos torcidos se enderezaron, una vez Sistach fue el nuevo arzobispo de Barcelona. Y a la vez, Carbonell logró la prebenda del CAC.

Otra cuestión en la que no se ha reparado suficientemente es que Carbonell, en plena polémica abierta tras retirar dos licencias a la COPE y otorgar siete nuevas a Radio Estel, no ha tenido el menor empacho en presentar el libro que ha pergeñado. Se titula El primer poder y ha sido lanzado a la venta, justo después de la polémica por la concesión de nuevas licencias. Aprovechando la marea. El cuco Carbonell. Y como nuestro amigo va lanzado, en el acto de presentación del libro no se le ocurre otra genialidad que proponer la limitación al libre acceso a Internet. Es otra de sus obsesiones. Lo que sucede es que esta es de más difícil ejecución. Por ahora. En el particular caso de Germinans, ya han existido intentos de Carbonell (a ruegos de altas instancias diocesanas) de estudiar la eliminación de esta página, que transgrede la comunión diocesana (esa que él tanto respetó), pero -temeroso que es- sabe que sí cerrase Germinans, se abrirían seguidamente cuarenta Germinans más. No se pueden poner puertas al campo.

Para quien no lo conocía suficientemente este es Pipo Carbonell. El que firmaba contra el Cardenal Carles; el que se manifestaba contra las decisiones de Roma; el que aprovecha para vender su libro. Suerte que existe la hemeroteca. No se pueden hacer trampas permanentemente.

Oriolt

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