Cabot y el Pastor diocesano


El pasado día 11 de Febrero, festividad de Nuestra Señora de Lourdes, se celebró en nuestra Catedral la misa correspondiente a dicha solemnidad mariana, en la que cada año participan, de forma muy digna y concurrida, los abnegados voluntarios que colaboran con la Hospitalitat de la Mare de Deu de Lourdes. La eucaristía fue presidida por el cardenal Martínez Sistach y finalizó, de manera emotiva y participada, con la procesión de los antorchas. Hasta aquí llegan las aguas de los elogios. Al iniciar la misa, nuestro obispo saludó a los miembros de la parroquia de la Virgen de Lourdes de Barcelona “que s´han volgut unir a la celebració amb el seu Pastor diocesà”. Sistach tenía a un lado al Consiliario de la Hospitalidad, Mossèn Andreu Oller y al otro lado a Mossèn Joan Cabot Barbany, rector de la parroquia de Nuestra Señora de Lourdes. La reciente historia de dicha parroquia ya fue objeto de un artículo anterior. Quienes tienen la paciencia de leerme, podrán recordar que Mossèn Cabot fue el que eliminó la procesión de las antorchas, que se realizaba, desde hacía muchos años, por las calles del barrio de Pueblo Seco, en la festividad de la virgen de Lourdes. Este es el sacerdote que aparece con pañuelo azul, junto a su diácono (el de la barba) y junto al Sr. Cardenal (hasta que fue distinguido por la purpura, el bisbe Lluís). El Pastor diocesano (sí hubiese sido Carles, hablarían de “la jerarquía”) se complació mucho en tenerlo en la misa de Lourdes. Lo que quizás no sabe el Pastor diocesano es que ese día no hubo misa en la parroquia y que los feligreses que no pudieron trasladarse a la Catedral (es un barrio con una población notablemente envejecida), se quedaron sin poder participar de la eucaristía del día de la patrona. Otros muchos, que desde varios puntos de Barcelona, se trasladan ese día hasta el templo de Lourdes en Barcelona, también se encontraron con que ese día no había misa, porque al señor rector le había dado por celebrarlo junto “al Pastor diocesà”.

Estos sacerdotes progres son geniales en su doble rasero. Muy recelosos de toda jerarquía, pero acuden solícitos como polluelos al manto de la gallina clueca y dejan desamparada su parroquia. Ni procesión, ni misa.

Este es Cabot.

El de la estola étnica. El muy progre, pero muy considerado (¿) Cabot. Miembro del secretariado del Consejo Presbiteral de la diócesis, miembro del consejo Pastoral diocesano y de la comisión pastoral de inmigración, entre otros cargos curiales. Este es uno de los protegidos de Sistach. Con su parroquia vacía y sin celebraciones, pero eso sí abierta a los latin kings. Porque esta es otra de las particularidades de Cabot: ha sido el principal impulsor del reconocimiento de los latin kings como asociación cultural, aunque ciertamente con escaso éxito.

Los latin kings tienen las llaves de los locales parroquiales y celebran sus ritos, con sus gritos de ¡Amor de Rey! y ¡Amor de Reina!.

De ello se vanagloria Cabot públicamente.

No es más que otro ejemplo del estado actual de la diócesis barcelonesa. Quien quiera ver más sobre las actividades de Cabot, puede hacerlo aquí.

Lo que descorazona es que estos sacerdotes sean mimosamente acogidos por el Pastor diocesano. A otros, ni tan siquiera les conoce su nombre.

Oriolt

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