Con Novell, Solsona inicia un rumbo del todo nuevo
Acompañado festivamente por el “todo Solsona”, desde el Palacio Episcopal salió la comitiva cívica que lo acompañó hasta la Catedral donde le esperaba una multitud que superó todas las previsiones. Las optimistas, claro está. Más de tres mil fieles entregados llenaban la Sede solsonense y las plazas circunstantes. Veintiséis obispos, entre los cuales los más jóvenes y decididamente reformadores de España, como Don José Ignacio Munilla o Don Carlos Escribano, obispos de San Sebastián y Teruel-Albarracin respectivamente, Herranz y Martinez Camino, auxiliares de Madrid y un largo etcétera hasta completar el nutrido grupo. Más de 150 sacerdotes concelebrantes, muchos de ellos diocesanos de Solsona (el canto fervosoro del himno a la Virgen del Claustro lo patentaba) aunque con la lamentable ausencia de los hasta ahora irreductibles enconados en la crítica. Muchos sacerdotes jóvenes del resto de Cataluña donde Novell tiene buenos amigos, excepto quizás de Barcelona, donde el joven obispo no tiene excesivos vínculos. Casi mejor. Compañeros de estudio de la Gregoriana, especialmente del resto de España. Fieles de la parroquia de Santa Maria “Ianua Coeli” del barrio romano del Monte Spaccato donde Novell ejerció el ministerio durante sus estudios en Roma.

Las procesiones marianas 
Se ha hablado mucho del penoso panorama del Seminario Diocesano bajo la dirección del todopoderoso Mn. Josep Maria Turull, pero nunca se ha comentado la situación del Seminario Menor que actualmente se encuentra dentro de los muros del Seminario Mayor y bajo las órdenes del mismo Mn. Turull. Como era de esperar sus números también son ridículos y de momento no auguran ninguna esperanza. Pero no siempre ha sido así. Hace muy pocos años, en tiempos del cardenal Carles, el Seminario Menor tenía un edificio propio, un rector propio y una nómina nada despreciable de vocaciones que hoy son sacerdotes diocesanos.
En mi artículo del pasado 2 de marzo de 2010 elaboré un catálogo de las parroquias que brotaban y crecían en Barcelona como semillas germinantes. El término ha adquirido fortuna. Ninguna de esas parroquias (ya sean sus sacerdotes o sus feligreses) se sintió importunada por aparecer en el elenco. Al contrario, bastantes sacerdotes y feligreses nos hicieron llegar su orgullo por haber sido incluidos en él. Pasados ya nueve meses (como un embarazo) se puede decir que se trata de un movimiento al alza. De forma en ocasiones lenta y pausada, pero segura, se van uniendo nuevas realidades parroquiales. Incluso hay una que está regida por un vicario episcopal: la de