La cruz de la JMJ en las parroquias germinantes
La carta de protesta de un joven publicada el pasado día 23 de mayo así como las cartas al director de nuestros lectores Oryctolagus Recónditus y M.C nos han narrado la acogida de la cruz de la JMJ en Barcelona, concretamente del acto de recepción en Santa María del Mar y en la parroquia de San Francisco de Sales. Pero la llegada de la cruz a nuestra diócesis (y a otras diócesis catalanas) ha producido otra serie de hechos que merecen ser destacados. En primer lugar, cual nos cuenta M.C, el impresionante Vía Crucis nocturno que tuvo lugar después de la Vetlla en Santa María del Mar. Un Vía Crucis fuera del programa oficial (solo hace falta comprobar el mismo y ver que no estaba anunciado), que fue iniciativa espontánea de Mossèn Ferran Lorda, vicario de la parroquia de Santa Teresita del Niño Jesús. El impresionante y participado ejercicio del Vía Crucis desde Santa María del Mar a la parroquia de la plaza Gala Placidia ( 3 kilómetros en un viernes de farra) se realizó absolutamente al margen de la Delegación pastoral de la juventud del arzobispado de Barcelona, que mal dirigen los sacerdotes Toni Román y Yuyu Calvis. No solo al margen de ellos, sino contra sus propias indicaciones y las del mismo cardenal Martínez Sistach. Según parece, los tres se hallan profundamente molestos e indignados. Ya se sabe que en esta diócesis está prohibida la iniciativa individual, aunque su resultado sea digno, concurrido y exitoso.


Sistach es el exponente iconográfico y purpúreo de la mayoría de mitras del episcopado catalán y en Cataluña: “la incompetencia al poder”. Se trata de chicos de clase media/baja, algo aplicados sin ser lumbreras, trabajadores, ordenados, con mentalidad de funcionario, obsequiosos y rastreros mientras son expectantes, tiránicos y prepotentes cuando mandan y sobre todo tremendamente atentos a barrar el paso a cualquier competencia real o posible, especialmente si ésta está adornada de algún dote intelectual. Jubany fue el analogatum princeps de esta especie. Pero corregido por su astucia, su malicia y su miedo a la Curia Romana. Sistach es la muestra más evidente y vulgar de la especie.
A quien ha tratado al Cardenal Martínez en su salsa, no tiene porqué resultarle desafortunado el que se califique la experiencia como dantesca. Todo lo contrario de lo que sucede al releer el entrañable cuento de Oscar Wilde,