Catalunya Cristiana puede empezar a tener problemas
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A la izquierda actual logo de "Catalunya Cristiana" claramente identificable con el independentista catalán (a la derecha)
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En el año 1979, Monseñor Joan E. Jarque fundó Catalunya Cristiana, un semanario eclesial, eminentemente periodístico, que se distribuía por muchas de las parroquias catalanas. Con la llegada del Cardenal Carles, la revista –junto con la recién creada Radio Estel- pasó a ser regida por una Fundación, cuyo presidente era el propio cardenal y vice-presidente el obispo Carrera. Después de la marcha de Monseñor Jarque la publicación fue dirigida por los sacerdotes Manuel Valls y Octavi Sánchez. En todas las etapas (incluida la de Jarque), el semanario fue fustigado desde los sectores progres, debiendo resaltarse que muchas parroquias jamás la adquirían, mientras que, por el contrario, no faltaba en los templos más ortodoxos.



El lector tendrá en estas líneas un ejemplo monstruoso del estado de espíritu actual en nuestra Archidiócesis de Barcelona y sus instituciones. Los responsables pastorales al frente de la mayoría de los centros e instituciones “de Iglesia” (así los llaman): Facultad de Teología, Delegaciones Diocesanas, Seminario, Centros de Estudios Pastorales y de Pastoral Litúrgica, Fundación Joan Maragall y demás, llevan a cabo un proceso dialéctico muy sutil. En ellos se encuentran mezclados, como en el marxismo, los objetivos desvelados y los fines últimos inconfesados. Los objetivos desvelados son: ir hacia los hombres, conocer la Palabra de Dios y hacerla vivir, hacer comprender la Liturgia, facilitar la práctica religiosa, establecer unos cauces de diálogo entre la sociedad civil y la Iglesia, contribuir al desarrollo integral de nuestro mundo con las aportaciones de la fe cristiana, potenciar unos lazos de fraternidad, hacer la unidad y propagar la paz. Con este lenguaje tal cual. 

Vamos a tomarnos las cosas con algo de humor, porque si tuviéramos que tomárnoslas en serio, sería para llorar de rabia, de vergüenza y de impotencia al comprobar cómo nuestra amada Cataluña está a la cola del mundo católico por lo que se refiere a la sintonía con el papa Benedicto XVI. Concretamente nos vamos a referir a la Liturgia, tema en el que la situación es verdaderamente dramática. Y no hablamos sólo de la celebración según los ritos anteriores a la reforma postconciliar, cosa perfectamente legítima a estar a la letra y al espíritu del motu proprio Summorum Pontificum ; principalmente hay que tratar de la penosa manera en la que esa misma reforma se ha llevado a cabo y se aplica en las diócesis catalanas, principalmente en Barcelona.
Como ayer nos recordaba mi buen amigo Oriolt, la sucesión de Don Jaume Traserra en Solsona ha abierto la carrera de candidatos para ocupar esa pequeña sede episcopal catalana. Por una parte está el candidato del obispo cesante que es el Rvdo. Xavier Novell, un joven sacerdote que representa una nueva generación y una ruptura total y definitiva con la Solsona del obispo más independentista y progresista de los últimos años, Don Antoni Deig. Por otra parte está el candidato de n.s.b.a. cardenal Martínez Sistach, que lógicamente no es otro que el Rvdo. Josep Maria Turull, él único candidato que tiene, el único que cree que puede ser obispo, el único válido para él, como se ha demostrado en los cientos de cargos y responsabilidades que le ha encomendado en Barcelona obviando al resto del clero barcelonés. Para nuestro arzobispo todavía habría una carambola mejor, quitarse de encima a Don Sebastià Taltavull, enviándolo a Solsona y quedándose con su querido discípulo amado Turull como su auxiliar fiel.




