Los catastróficos números de seminaristas de Turull
Al finalizar el pasado curso, los nervios eran evidentes entre los miembros del equipo de formadores del Seminario de Barcelona, con el Rvdo. Josep Maria Turull a la cabeza. Y no era para menos, los números de futuros seminaristas para el siguiente curso se movían en una horquilla de 0 a 2. Por eso no se dieron datos como se hacía otros años, cuando n.s.b.a. cardenal y el propio Rvdo. Turull iban presumiendo todo el verano de los muchos seminaristas que iban a entrar el próximo curso, números que siempre al final quedaban muy reducidos, pero que servían a ambos eclesiásticos para sacar pecho durante los meses estivales.
Este año el silencio ha sido absoluto, y los nervios también. Finalmente los ingresos se han reducido a dos seminaristas latinoamericanos. Con todo el respeto hacia estos hermanos nuestros, que han traído juventud y vitalidad eclesial a nuestras comunidades maltrechas barcelonesas, uno se pregunta si no hay un sólo joven nacido en nuestra diócesis que quiera ser sacerdote en nuestro seminario. Ante tal desesperación el Rvdo. Turull y el Sr. Arzobispo tuvieron que buscar soluciones de emergencia y recurrieron a los de siempre, al Opus Dei, que corrió a ayudar a nuestro desesperado cardenal. Así que a los dos seminaristas que tenían en cartera se le añadieron tres “pamplonicas” (denominación cariñosa para llamar a los jóvenes dirigidos espiritualmente por el Opus Dei y que se encuentran estudiando principalmente en el Seminario Internacional de Pamplona pero también en otros seminarios de todo el mundo).

El pasado sábado, nuestro Cardenal fue entrevistado por su periodista de cámara, Oriol Domingo Pamies. Las declaraciones de Sistach son de una maestría equilibrista verdaderamente memorable. En primer lugar, confiesa y proclama su apoyo a la manifestación contra el aborto del 17-O en Madrid. No podía ser de otra manera, pues el día anterior había asistido a la Permanente de la Conferencia Episcopal, que había efectuado esta expresa declaración:
En el transcurso de este mes de septiembre han sido catorce las cartas que hemos recibido de feligreses de la parroquia de San Ramón de Collblanch. Con diferentes estilos y enfoques todos coinciden en lo mismo: el actual párroco con sus arbitrarias decisiones y sus escandalosos comportamientos está sometiendo a esa comunidad a una durísima prueba.
En el culto estacional
Hubo un tiempo en que las élites catalanas (léase: nobleza y burguesía) eran católicas de tradición y convicción. Las grandes familias tenían sus capellanes y oratorios privados (de éstos se ven todavía algunos de valor artístico en las masías). Enviaban a sus hijos a educarse en los colegios (en régimen de internado o externado) de las grandes órdenes y congregaciones religiosas de enseñanza, entre las cuales destacaban: los jesuitas, los escolapios, los lasalianos y los maristas para los muchachos, y las religiosas de la Compañía de María, las dominicas de la Enseñanza, las adoratrices y otras de fundación francesa. Frecuentaban la amistad de prelados y de religiosos ilustres y tenían conexiones estrechas con los principales centros monásticos catalanes (Montserrat, Poblet, Pedralbes). Pertenecían a asociaciones y círculos católicos y se asesoraban y hacían dirigir por sacerdotes y religiosos de prestigio. Eran benefactoras de instituciones, promovían obras de caridad, establecían fundaciones piadosas.




