Retiro trimestral de Germinans y Mensaje a los sacerdotes y a las vocaciones
El pasado lunes de Pentecostés, festivo en la mayoría de localidades de Cataluña, tuvo lugar la jornada de retiro anual de los miembros de Germinans en una modesta finca particular del Montseny (evidentemente no fue en el Casal de Sobrevía), paraje natural privilegiado donde los haya, lugar propicio para el descanso, la oración y la reflexión.
El tema que presidió el espacio de estudio y reflexión giró entorno al ejercicio ministerial del sacerdocio en el servicio de propagación de la fe.
Tras asumir postulados muy favorables a comprender la tarea de la Iglesia en el siglo XXI en una triple vertiente de pastoral, misión “ad gentes” y nueva evangelización, visión muy bien planteada últimamente por algunos pensadores cristianos de gran lucidez y de intrépido compromiso de testimonio de la fe y apostolado, Prudentius de Bárcino elaboró una breve ponencia sobre la figura del sacerdote en las alocuciones públicas de Benedicto XVI durante estos 4 años de pontificado.
Deseamos ofrecer un resumen de estas reflexiones a nuestros lectores, especialmente a aquellos jóvenes que sintiéndose llamados al sacerdocio, carecen de instrumentos de comprensión para dar concreción a su potencial llamada al seguimiento radical del Señor y el servicio ministerial en el seno de la realidad concreta de la Iglesia “hic et nunc” (aquí y ahora).
En primer lugar y constatando la falta de maestros del pensamiento y de personas que ejerzan una auténtica paternidad espiritual sobre los jóvenes, se puso en relieve la gran talla que a la luz de estas necesidades manifiesta Benedicto XVI en todos y cada uno de las alocuciones y encuentros en los que tiene la oportunidad de transmitir sus inquietudes y el planteamiento tan sumamente atractivo y contemporáneo que él realiza sobre la figura del sacerdocio y su ministerio.

De todos nuestros asiduos lectores debe ser bien conocido el origen de la festividad de Corpus Christi que en esta semana después de la Santísima Trinidad (jueves propiamente o trasladada al domingo) la
Hace 7 u 8 ocho años el Cardenal Carles emprendía la última etapa de su pontificado, una etapa dura y dolorosa para su persona en la que prácticamente se quedó sólo. Después de tantos disgustos, desengaños y traiciones, el pobre Don Ricardo ya no se fiaba de nadie, y se encerró en la llamada “guardia pretoriana” unos pocos hombres que todavía eran de su confianza. Ese pequeño núcleo de incondicionales tenía dos centros neurálgicos, su propia casa, el obispado, con Don José Ángel Saiz como Secretario General (luego obispo auxiliar) y la fiel Paquita en su secretaría particular. El otro centro era el Seminario Conciliar con el Rvdo. Francisco Prieto a la cabeza y su fiel formador el Rvdo. Manuel Coronado (actualmente secretario particular de Don José Ángel).
De tanto hablar del nombramiento de Turull como canónigo de la catedral de Barcelona (por cierto, adelantado en esta web, por Prudentius de Bárcino el pasado día 25 de mayo), ha pasado desapercibida la designación de los otros tres miembros del capítulo catedralicio y, muy especialmente, de uno que me ha causado una enorme satisfacción: Mossèn Josep Vives Trabal. Por dos circunstancias: la primera –y más importante- por tratarse de un nombramiento merecidísimo, para quien se ha pasado media vida (todavía es joven) al servicio del culto de la catedral barcelonesa y la segunda, por paradójica -al menos, en esta diócesis-, por tratarse de un sacerdote ordenado en la diócesis de Toledo.