InfoCatólica / Germinans germinabit / Archivos para: Octubre 2008

9.10.08

El entierro del obispo Carrera

La catedral de Barcelona estaba llena hasta los topes, nunca se habían congregado tantos sacerdotes juntos desde la llegada del arzobispo Sistach, ni tampoco de políticos de primera línea (Montilla, Pujol, Benach, Hereu, Saura…). El entierro del obispo Carrera se convirtió en una muestra clara del aprecio que se tenía por parte de la Iglesia y de la sociedad hacia un hombre bueno, inteligente, con personalidad propia y con carisma.

Presidió la ceremonia n.s.b.a. cardenal Sistach, flanqueado por el cardenal y arzobispo emérito Ricardo María Carles (aunque la web del arzobispado lo ignore vergonzosamente) y por el arzobispo de Tarragona y Primado de las Españas Don Jaume Pujol. También estaban los obispos catalanes en pleno, incluyendo el preconizado Don Francesc Pardo, así como los abades de Montserrat y Poblet. Eso sí, la presencia de obispos de fuera de Cataluña fue mínima, tan sólo dos representantes de la comisión episcopal de Medios de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal Española a la que pertenecía el obispo Carrera, el actual presidente (Del Río) y su antecesor en el cargo (Sánchez),así como el secretario técnico, el Rvdo José María Gil Tamayo. Quizá por eso la web del arzobispado destaque tanto la presencia de Don Juan del Río, el actual arzobispo castrense, para que se vea claro que había obispos no catalanes. Los había sí, pero sólo dos.

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8.10.08

Los últimos años de Carrera

Monseñor Carrera presentó su renuncia, al cumplir 75 años, el día 12 de Mayo de 2005. No hacía ni un año que Monseñor Martínez Sistach había sido designado nuevo arzobispo de Barcelona, a la par que se había producido la división de la diócesis, con la creación de las nuevas demarcaciones episcopales de Terrassa y Sant Feliu de Llobregat. Desde tiempos del Doctor Modrego siempre hubo obispos auxiliares en Barcelona. Hubo cuatro (Capmany, Guix, Torrella y Daumal) en tiempos de Don Marcelo González Martín o cinco (Carrera, Soler, Tena, Traserra y Vives) en tiempos del Cardenal Carles. Tras la promoción de Soler, Traserra y Vives a residenciales de Gerona, Solsona y Urgel; a finales del año 2001 se designó a Monseñor Saiz Meneses como nuevo auxiliar de Barcelona. Así acabó el pontificado de Carles con tres auxiliares: Carrera, Tena y Saiz Meneses. Al designarse a Sistach y dividirse la diócesis se aprovechó para aceptar la renuncia de Tena, que había cumplido los 75, un año antes. Como sea que Saiz Meneses fue nombrado obispo de Terrassa, quedaba Carrera como único auxiliar, aunque, sus 74 años de entonces, auguraban una presencia testimonial. Así fue, testimonial, pero indefinida. Tan indefinida en el tiempo, que el bueno del bisbe Joan murió con las botas puestas, tras sufrir un derrame cerebral, mientras dirigía unos ejercicios espirituales.

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In Memoriam


Monseñor Carrera: un pastor para nada aposentado

Cuando el actual obispo de Solsona, Mons. Jaime Traserra, ejercía el cargo de Canciller Secretario y más tarde Vicario General de la Diócesis de Barcelona, responsabilidades a las que ha dedicado gran parte de su vida, solía descender a conversaciones de tono intimista en las que llegaba a clasificar a los sacerdotes básicamente en dos grupos: aquellos que “se creían y vivían la fe en Jesucristo” y aquellos “que parecía ser que no”, o al menos no daban signos evidentes de ello.

Joan Carrera, el hombre que primero como sacerdote y luego como obispo, ha trabajado durante más de 54 años al servicio de la Iglesia de Barcelona, se encontraba indudablemente entre los del primer grupo.

Sobre su persona y su obra, en estos días trascurridos desde su fallecimiento, se ha escrito mucho y bien. A excepción, claro está, de aquellos medios que como los diarios nacionalistas “Avui” y “El Punt” han pretendido enmarcar su personalidad enfatizando sobremanera su dimensión político-cultural y arrumbando su profunda fe en Jesucristo y su amor a la Iglesia.

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6.10.08

La Misa Romana: Historia del rito. Capítulo 4º: La Colecta


La colecta es la primera oración exclusivamente sacerdotal que encontramos en la Misa. Oración que el celebrante debe decir no en nombre propio, sino en el de toda la comunidad, de toda la Iglesia. En el modo tradicional del rito romano (Edición del Misal de 1962) esa oración es introducida con el saludo litúrgico del “Dominus vobiscum” (o el “Pax vobis” del obispo) volviéndose hacia el pueblo con las manos abiertas, como insinuando un abrazo. El beso del altar que lo precede y que data del siglo XIII adquiere su simbolismo en el tomar la paz de Cristo para darla a la comunidad y es muy propio de la explicación alegórica de la Misa que tan en boga estuvo en la Edad Media.

Acto seguido y habiendo saludado a la comunidad, la invita a la oración diciendo o cantando “Oremus”. Esta fórmula se ha convertido en una invitación a adherirse mentalmente a la oración que reza o canta el sacerdote, pero antiguamente era sencillamente una exhortación a orar en voz baja y suponía por tanto, siempre una pausa más o menos larga entre la invitación y la colecta. Esto aparece con claridad en las oraciones más antiguas de esta clase, en las “orationes sollemnes” del Viernes Santo que primitivamente eran comunes a todas las misas. Pues en estas oraciones a la invitación de la intención… pro dilectissimo Papa nostro, etc.… seguía el aviso del diácono: flectamus genua (arrodillaos), palabras con las que se invitaba al pueblo a orar durante algunos momentos de rodillas, para después de sugerirles que se levantasen (levate), proceder a la oración sacerdotal con su Oremus. Esta antigua costumbre se restauró en el “Ordo Sabbati Sancti” por Pio XII en el año 1951.

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4.10.08

Desembarco okupa en Cataluña Cristiana: la hora de los encantadores


El gran circo en que se ha convertido el arzobispado de Barcelona ya contaba con la mujer barbuda. La atracción de esta señora, de ánimo alegre, va a completarse con la aparición estelar de un número de “encantadores”, de encantadores de serpientes. Están a punto de desembarcar en Cataluña Cristiana y Radio Estel de manos de su nuevo director Jaume Aymar i Ragolta. Ni Guillermo el Conquistador desembarcando en Hastings para tomar Inglaterra, ni Garibaldi en Marsala, ni Eisenhower en Normandía van a poder emular la próxima ocupación de los medios de comunicación católicos de ámbito general de propiedad diocesana en Barcelona si nadie lo remedia.

La compañía de encantadores no procede del Rajastán sino de lo que pululaba por la extinta Casa de Santiago y sus “afegits” (añadidos), es decir el chiringuito playero formado por la micro-constelación Casa de Santiago-Àmbit Maria Corral-Universitas Albertiana-Carta de la Pau. Pronto, muy pronto, van a llegar y podrán gozar de su actuación. Unos meses de póstuma gloria de una compañía circense presta a ser reclutada en los Sistach macouts, denominación de Oriolt que no puedo resistirme, por aguda y genial, en copiar. Todo en el marco del festival “Après moi, le déluge” de egocentrismo y ridiculez ininterrumpida que desde hace cuatro temporadas actúa en Barcelona.

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