¿Dónde estabas cuando hacías falta?
¿Dónde estabas tú, Iglesia, cuando era más necesaria que nunca tu presencia? ¿Dónde estabas cuando la sociedad en la que vives emprendió el camino de la destrucción? ¿Dónde estabas cuando tus fieles abandonaron tus templos? ¿Dónde estabas cuando tus sacerdotes, tus teólogos y hasta tus obispos pisotearon la fe que se te entregó? ¿Dónde estabas cuando tu liturgia se hizo mundana? ¿Dónde estabas cuando tu influencia podía ser todavía eficaz para evitar leyes inicuas que destruyen la familia y al ser humano no nacido? ¿Acaso levantaste tu voz de forma potente o más bien cumpliste el expediente? ¿Llegaste a dar tu vida para defender a los inocentes?
Me acuerdo cuando la sangre de tus mártires regó la tierra sin que una sola apostasía manchara tu inmaculada santidad. ¿En tan poco estimáis su ejemplo que ahora no sois capaces de enfrentaros de verdad contra los que trafican con el alma de vuestro pueblo? Vosotros, obispos, ¿vais a seguir haciéndoos fotos sonrientes con aquellos que llevan a vuestra nación hacia el abismo?, ¿acaso vuestro Señor sonrió cuando estuvo delante de esa zorra llamada Herodes?, ¿acaso habéis sido puestos como pastores del rebaño de Cristo para guiarle por los caminos de la tibieza que provoca el vómito del Rey de reyes?, ¿acaso alguien os dio permiso para no velar por la sana doctrina de la que se alimentan vuestras ovejas?, ¿acaso alguien os ha autorizado a mantener en el sacerdocio y en las cátedras a quienes predican su falta de fe en vez de la fe de la Iglesia?