El semillero de la Iglesia: nuestros Seminarios en TV3

El programa “30 Minuts” que emite esta noche de domingo TV3 tiulado “El planter de l´Església” merece muchas reflexiones en diversos ámbitos y apartados. Es evidente que el examen sociológico más que puramente estadístico que hacen sobre la relación de la ciudadanía catalana con la “Iglesia Católica”, como machaconamente han querido repetir, parte de aquella mirada progresista que subraya el abismo existente entre ser creyentes en Jesús y compartir los postulados de la Iglesia-institución. Parte de la equiparación de la diferencia entre el Jesús histórico y el Jesús de la fe. En eso son bultmanianos.

Resulta más que evidente que el abigarrado equipo de redacción (Lluis Jené, Esther Llauradó, Roser Oliver, Blanca de la Torre, Santiago Torres, Ramón Vallés) se encuentra influidísimo por el pensamiento débil -y malicioso- de ambientes y amistades como Llisterri que, como resulta superevidente, no podían dejar de aparecer y figurar en un programa de información eclesial de la televisión pública catalana. Es la prueba del 9 de cómo durante años para CiU el “meritus augentur honores”para acceder a los cargos públicos era y es, ser nacionalista. Ése el motivo fundamental para alimentar un maniqueísmo heredado de uno de los “obsesivos” pujolistas: apostar por la Iglesia conciliar -por naturaleza la catalana, evidentemente- condenando así al ostracismo a la cavernícola Iglesia española. Lo demás no importaba ni importa. De manera idéntica a como tantas veces sucede allende el Ebro. El pecado original es ser nacionalista o demasiado catalán. No existe otra ponderación de la realidad.

Pero vayamos a lo que nos ocupa en esta ocasión. Y vayamos con lo bueno.

Una felicitación más que cordial a todos los seminaristas y formadores del Seminario Interdiocesano, obviamente a su rector Mn. Norbert Miracle, pero muy en concreto a su vicerrector Mn. Jaume Casamitjana que, con un especial protagonismo en las entrevistas del programa, transparentó una fuerte personalidad sacerdotal, sana y equilibrada, capaz sin duda, por ello y por su formación académica, de  sacar adelante la hermosa misión que tiene en sus manos. Y ello muy a pesar de su juventud y de las responsabilidades en demasía que lleva a sus espaldas.

Y llegamos al meollo de la cuestión: nuestro Seminario Diocesano de Barcelona. ¿Qué han conseguido Turull y su equipo de formadores durante los ocho años en el cargo? Aparte de que en su presencia todos los seminaristas hablen en catalán -volviendo todos al castellano cuando éste desaparece- y de que tengan un look progre kumba mientras son seminaristas, no se percibe nada más. Es cierto, como afirma Llisterri, que si el semillero vocacional lo forman los movimientos “conservadores”, los sacerdotes que tendremos serán conservadores, si es que pueden ser sometidos a ese encajonamiento.

Pero el programa presenta, en la persona de Mn. Carlos Barroso y su familia, una imagen de sacerdote que no es estereotipo de lo que son las nuevas generaciones de sacerdotes de nuestra Diócesis. Es únicamente parte de lo que éstas son. La afirmación que Mn. Barroso hace sobre cuál es el trabajo de un sacerdote (“la feina” ) -estudiar, rezar y obedecer, dice- es demasiado reductiva y simplificada. Estas tres acciones son muy importantes pero no reflejan completamente los parámetros bastante más amplios que nos dió el Santo Padre con motivo del Año Sacerdotal en que se propuso a San Juan María Vianney como prototipo de sacerdote.

Lo honesto, y no queda suficientemente claro, sería subrayar lo heterogéneo y plural de esa nueva generación de sacerdotes salidos de nuestro Seminario en el último decenio. La labor de modelación ideológica no ha dejado huella muy aparente. En general lo que más les une es el “vestir de sacerdotes” –como diría mi buen amigo Antoninus Pius- después de presentarles como modelo el estilo de camisa de cuadros de Toni Román, o el de guayaberas blancas y grises a lo Josep María Domingo. De la misma manera han salido rebotados de todo lo que vivieron en el Seminario, comenzando por la Liturgia. Por lo cual, para el servicio de la ideología progresista, casi ha resultado contraproducente mantener a Turull y su “equipo afín”. Han hecho de canguros y preceptores, pero no de formadores. Si les han dado lecturas, no han hecho mella. Si los han llevado de viaje, ¿pa qué? Si les han puesto obstáculos para dirigirse espiritualmente con un sacerdote o con otro, ha sido también contraproducente. La clandestinidad alimenta gigantes. Además conocemos cómo es, en general, esta nuestra generación de jóvenes.

Turull y su escuadra han perdido el tiempo, y al final saldrán desprestigiados. El tiempo nos hará ver a Turull avejentado antes de hora, solo como la una, y con barriga de obispo, sólo barriga, cantando lo que quede del gori-gori en los escaños del coro catedralicio.

Calia tot això? ¿Hacia falta todo esto? Tantus labor non sit cassus. Tanto trabajo para nada. Lo sentimos, Josep-Maria, de verdad.

Prudentius de Bárcino