Del aborto propiciado al aborto consentido


El pasado día 25 de mayo se celebró por primera vez la Velada por la Vida (el 25-V) ante el Hospital de la Santa Cruz y San Pablo. ¿Por qué de Viladomat a San Pablo? Pues porque en medio del escándalo del aborto propiciado y promocionado por las fuerzas dicen que del progreso, para los católicos es infinitamente más grave el silencio de la Iglesia, que la codicia del traficante de vidas humanas.

Una señora pidió la rectificación de esta acusación: no podemos achacar a la Iglesia la negligencia, la connivencia o el pasteleo de algunos de sus jerarcas, por muy purpurado que sea uno y por muy mitrados que sean los otros que sin levantar la voz ni la mirada, consienten el aborto en los hospitales de cuyos patronatos forman parte sacerdotes (en el caso de San Pablo, canónigos) en representación del obispado respectivo.

Ésta es la realidad: poco sentido tiene que los laicos nos empeñemos en barrer las casas ajenas de esta inmundicia, cuando tenemos tanto que barrer y limpiar en nuestra propia casa. Por eso decidimos que si teníamos que manifestarnos para mostrar nuestra repulsa contra tales prácticas, teníamos que empezar por la propia Iglesia en la parte que le toca. ¿Cómo vamos a limpiar, en efecto, las casas de los demás, cuando las nuestras apestan? El remedio no es taparnos las narices ni mirar para otro lado, ni hacer como que no nos enteramos cuando la Generalidad manifiesta inequívocamente que se practican abortos (de los que ellos denominan técnica y asépticamente Interrupciones Voluntarias del Embarazo). Respecto a la veracidad de la información no existe la menor duda; como tampoco hay duda respecto a la presencia de representantes de los respectivos obispados en los patronatos de los Hospitales de San Pablo, de San Juan de Dios, de Sant Celoni y del Hospital General de Granollers.

Es que ya vale de apaños, componendas y buenas palabras. Quizá para los obispos sea algo muy teórico la defensa de la vida y la lucha contra el aborto; o se les han pegado las posturas progresistas sobre el aborto de tanto frecuentarlas en los círculos políticos en que se mueven y de tanto consentirlas dentro mismo de la iglesia (todavía sangra la herida del caso Pousa, y los sermones de sor Forcades: la hermana abortera la llaman). Quizá sea el aborto una cuestión de orden menor para nuestros obispos, pero no para los seglares.

Cuando los organizadores de los 25-V supieron que en hospitales en los que la Iglesia tiene parte de responsabilidad administrativa y toda la responsabilidad moral, se estaban practicando abortos, entendieron que era una tremenda hipocresía manifestarse contra el aborto ante la clínica de un traficante de vidas humanas (¡abominable oficio!), cuando se estaban practicando abortos en hospitales tan “religiosos” (¡!) como San Juan de Dios y San Pablo. Tremenda hipocresía y solemne cara dura. Era una ineludible obligación moral denunciar primero el aborto que salpicaba moralmente a la Iglesia. ¡No podían ser los laicos uno más a callar y consentir y mirar para otra parte!

Asistieron a la velada 75 personas (s.e.u.o. en el cómputo). Entre ellas, 3 sacerdotes; y al principio, antes de empezar el acto, un señor haciendo fotos (no computado porque no se quedó). Alguien dijo: “¿No es Llisterri?” Tampoco entran en el cómputo los miembros de la Guardia Urbana, que cumplieron su misión exquisitamente. Siendo una primera vez, los organizadores temían una asistencia menor y un cierto desorden; pero resultó excelente. Se distinguió entre el acto “civil” y el acto religioso, que consistió en un rosario procesional a cargo de la Unión Seglar, a lo largo de toda la Avda. Gaudí, encarados ya a la Sagrada Familia. Las pancartas y las velas añadieron color y animación.

La impresión general fue que este pasado día 25 había empezado algo nuevo, destinado a perpetuarse y a crecer sin parar. La expectativa es que el 25 de junio de 2012 se habrán consolidado de tal modo los 25-V en Barcelona, que serán un referente para los defensores de la Vida. Es objetivo muy querido de los organizadores que estas veladas y todo el movimiento de defensa de la vida, tengan tanta fuerza que merezcan encuadrarse en la Nueva Evangelización, de la que es símbolo para toda la Iglesia, la basílica de la Sagrada Familia.

Cesáreo Marítimo