Dos curas germinantes

Les decía en mi artículo de la semana pasada que los sacerdotes barceloneses habían perdido el miedo a disentir de su arzobispo (¡y del ambiente políticamente correcto eclesial!) y ya no les paraba nadie. En alguna otra ocasión, ya les he recordado que el cronómetro está puesto y no hay marcha atrás. Cada semana se están sucediendo los ejemplos. Lo que empezó de manera timorata, anecdótica, casi limitada a esta web, está alcanzando visos de seriedad. Hoy les traigo a colación dos hechos (que no tienen nada que ver uno con otro) pero que ejemplifican que el clero jasp barcelonés ha decidido revelarse, dar un puñetazo en la mesa y empezar a enseñar sus poderes, que no son otros que sus templos llenos, una inmensa labor social, la economía de sus parroquias saneadas, una ortodoxia doctrinal y un estilo valiente, audaz y dinámico.

El primer ejemplo es de una importancia tremenda y puede suponer una bomba de relojería, no solo en la archidiócesis barcinonense, sino en las vecinas Egara y Sant Feliu de Llobregat. Mosén Custodio Ballester Bielsa, rector de la parroquia de la Inmaculada Concepción de L’Hospitalet de Llobregat ha declarado que, ante el silencio de los ordinarios de las tres demarcaciones citadas, entregó a Monseñor Monteiro de Castro, en su calidad de secretario de la Congregación para los obispos, un dossier sobre las prácticas abortivas que se desarrollaban en el hospital de San Pablo en Barcelona, el hospital de Granollers y el de Sant Celoni en Terrassa y el de San Juan de Dios en Esplugues de la diócesis de Sant Feliu de Llobregat, todos ellos bajo el patronazgo de la Iglesia Católica. Mosén Custodio Ballester asegura que se dirigió a monseñor Monteiro, porque los obispos de la provincia Barcinonense le habían dicho que esperaban instrucciones de Roma.

Pero el verdadero escándalo se halla en la contestación de monseñor Monteiro: "cómo que no hemos respondido, les hemos dicho que se vayan de los hospitales". Si no se desmienten estas declaraciones, no solo queda al descubierto la mendaz conducta de los tres prelados (Sistach, Saiz Meneses y Cortés Soriano), sino -lo que es más grave- se demuestra la colaboración, aunque sea de forma tácita, de la Iglesia en prácticas abortistas que se llevan a cabo en hospitales bajo su patronazgo. ¿Es compatible la dimensión religiosa de estos centros con el aborto? La postura de la Iglesia en defensa de la vida, desde el momento mismo de la concepción, ha sido tajante e inequívoca. Quizás es una de las voces más claras en este aspecto. Es intolerable que se vea involucrada y mancillada por prácticas tan reprobables.

Al menos en el obispado de Terrassa alguien se movió, concretamente mosén Ignasi Fuster, que dimitió de su cargo en el Patronato del Hospital de Sant Celoni, en cambio cuando salieron por primera vez a la luz pública las informaciones sobre el Hospital de Sant Pau, el arzobispado de Barcelona sacó una nota desmintiendo que se practicaran abortos y emplazando a su representante en la Fundación del centro quirúrgico para que extremase todas las precauciones. El representante del Cabildo catedralicio (pues es el cabildo el miembro de la Fundación ) no es otro que el canónigo Josep María Turull. Otro cargo más. Esperemos que tenga algo que decir. Su arzobispo le pasó la patata caliente. Ahora le toca a él. Puede que mientras esté redactando este artículo (o una vez haya salido a la luz) el arzobispado se haya desmarcado con otra nota. Pero ahora tendrá que desmentir a monseñor Monteiro. A no ser que éste desmienta al rector de la Inmaculada de Hospitalet.

Con todo, me alegro especialmente por la actitud enérgica y osada de mosén Custodio Ballester. Un cura joven, un sacerdote bien formado y, además, hijo de la parroquia barcelonesa del Roser, esa que acaba de perder a mosén Jordi Moya, a la tempranísima edad de 33 años. Orgulloso estará en el cielo el bueno de mossèn Jordi.

El otro ejemplo que les traigo es más anecdótico pero me ha llenado de satisfacción. Les he hablado, más de una vez, de la parroquia barcelonesa de la Miraculosa , que regenta mosén Xavier Pagés Castanyer (de la misma cosecha de mosén Custodio, de 1964). Un templo abierto todo el día, lleno a rebosar, incesante en su actividad, que acaba de conseguir una presencia de fieles en la beatificación de Juan Pablo II más numerosa que la que organizó el propio arzobispado, vía Cataluña Cristiana. Pues en este verdadero ejemplo de parroquia germinante se acaba de colocar el primer altar barcelonés dedicado al beato Juan Pablo II.

La fotografía no es muy buena, pero en ella se puede observar que se ha colocado un bajorrelieve del papa polaco junto a la virgen de Montserrat, a cuyo santuario acudió expresamente en su viaje a Barcelona en el año 1982 y que tantas reminiscencias tiene con la virgen negra de Czestochowa. Pero es que el otro bajorrelieve que aparece y con el que comparte capilla es -nada más y nada menos- que de San Josemaría Escrivá de Balaguer. ¿Se imaginan un cura barcelonés, hace treinta años, dedicando una capilla al fundador del Opus Dei? Habría sido motivo de escándalo e indignación entre la progresía. Es más, estoy seguro que cuando le sucediese un nuevo párroco lo primero que haría sería desmontar el icono, como muchos se dedicaron a eliminar figuras de vírgenes y santos en el post-concilio. Esto ya no sucederá jamás. Probablemente en Barcelona hemos llegado muy tarde, pero, al final, hemos llegado. El mérito radica en el clero joven. El germinante. De ellos es el futuro y sin ninguna duda lo van a aprovechar.

Oriolt