En Sant Feliu también cuecen habas

Desde Germinans Germinabit nos quejamos contínuamente de la situación de la diócesis de Barcelona. A veces incluso llegamos a pensar que nos ha tocado la negra y que somos prácticamente la única excepción en toda la catolicidad, es decir una diócesis que funciona al revés de la gran mayoría del mundo eclesial, pero lamentablemente no es así. Muchos de nuestros lectores de toda España e incluso de fuera de ella nos hacen llegar mensajes diciendo que su diócesis también es un desastre e incluso nos suplican abrir secciones en Germinans de otros lugares de la geografía universal.

Por proximidad hoy quiero hacerme eco de la diócesis de Sant Feliu, en la que se repiten muchos de los errores de su vecina diócesis metropolitana de Barcelona. Y lo que más me duele es que no es culpa de su obispo, del que tengo buenas referencias, si no sobre todo de su "antecesor", del copríncipe Joan Enric Vives que diseñó una diócesis a su imagen y semejanza, llevándose a todos sus amiguetes y a los de su cuerda nacionalista y progresista, pensándose que acabaría siendo su obispo titular. (él sólo fue auxiliar de Don Ricardo, pero encargado de lo que hoy es la diócesis de Sant Feliu).

Con estos precedentes es muy difícil que Don Agustín Cortés pueda hacer un buen trabajo, y tengo pruebas de que lo intenta, pero es que no tiene más cera que la que arde, y esa cera es mala y escasa. El último capítulo de los sufrimientos que ha tenido que pasar el bueno de Don Agustín es el nombramiento de un nuevo rector para la catedral de Sant Feliu. Se supone que la catedral de una diócesis tiene que ser una parroquia sólida y estable, pues imagínense que en seis años que han pasado desde la creación de la diócesis ya van cuatro párrocos distintos.

El primero, el que le dejó el obispo Vives, el Rvdo. Pere Corbera que simpatizaba con lo más progresista de la diócesis y que el obispo se sacó de encima así que pudo. Confió después en el Rvdo. Antoni Roca, muy amigo del copríncipe, pero aparentemente más disciplinado y ortodoxo que el anterior, aunque tampoco salió bien la jugada. A continuación pensó en el Rvdo. Jordi d’Arquer, persona extraña, compleja y cameleónica, que fiel a su perfil dejó al obispo colgado, dándole un disgusto monumental.

Después de tanto fracaso continuado, el obispo ya no está para tonterías y ha decidido solucionar el problema "a lo Traserra" (imitando la forma de actuar del actual obispo de Solsona) es decir dejando al margen al clero que se encontró y confiando únicamente en sus pupilos, en los que él mismo ha ordenado. Para ello ha nombrado como párroco al Rvdo. Francesc Tirado y como vicario al Rvdo. Juan Antonio Vargas, ambos ordenados recientemente por el mismo obispo Agustín. El Rvdo. Tirado (foto de la izquierda) es una vocación tardía, pero que en poco tiempo ha llegado a párroco y a delegado de catequesis. El Rvdo. Vargas (foto de la derecha) es una joven promesa, que puede llegar muy lejos por su fidelidad inquebrantable a su obispo y al Magisterio de la Iglesia.

No olvidemos que la persona de confianza de Don Agustín es el Rvdo. Juan Pedro Pulido, un joven "toledano" (estudió en el Seminario de Toledo) con algunos cambios de chaqueta en su historial, pero fiel doctrinalmente y eclesialmente. Da la sensación de que el obispo valenciano de Sant Feliu no para de llevarse disgustos por culpa del clero que le ha tocado y no tiene otra que confiar en los sacerdotes de las últimas promociones y en el clero joven ortodoxo para solucionar los graves problemas con los que se encuentra como el reciente de la catedral.

Aún así, las vocaciones son pocas, algo que no es de extrañar porque es un hecho constatado que de las parroquias progresistas no salen vocaciones. Así que al obispo Cortés le va a tocar sufrir bastante. Y eso sin contar que de vez en cuando Sor Forcades le montará algún espectáculo o algún monje iluminado de Montserrat se quedará a gusto con según qué declaraciones.

Lo he dicho en otras ocasiones, a mi el obispo de Sant Feliu me da bastante pena, creo que sería un buen obispo en otro sitio, pero le ha tocado una herencia demasiado envenenada. Y todo esto en medio del gran acto de la diócesis, que no es la visita del Santo Padre como en nuestro caso, sino la visita del Nuncio de Su Santidad que vendrá a inaugurar la nueva casa de la Iglesia (versión moderna de Palacio Episcopal), el próximo 24 de octubre. No me extrañaría nada que el actual obispo titular aprovechara esta visita para explicarle al Nuncio algunas de sus penas.

Antoninus Pius