Capítulo 1º: Sobre la relación Iglesia-Absolutismo (parte 1ª)

Niklaus Albert von Dissbach


Niklaus Albert von Diessbach(1732-+1798)

1-¿El absolutismo de los monarcas católicos era favorable a la libertad religiosa de los católicos y de la Iglesia?

A menudo en el imaginario histórico de consumo que se divulga académicamente o que subyace en la toma de opinión sobre quiénes eran partidarios y quiénes detractores de la Revolución francesa, los católicos y la Iglesia son alineados unilateralmente en un supuesto bloque absolutista inmovilista enemigo de todo cambio, evolución o reforma.

En la medida que se difuminan los matices aparece un bloque contrarrevolucionario presentado, de forma maniquea, como el Mal, y una Revolución, idealizada y sin mácula, convertida en el Bien. El catolicismo sería entonces hostil a la Revolución y por lo tanto motor de atraso y de opresión.

Las primeras asociaciones contemporáneas de seglares católicos que actuaron en el campo de la defensa de la Fe contra los ataques de los intelectuales contrarios a la eclesiología del catolicismo romano en el interior mismo de la Europa católica fueron los grupos de Amicizie cristiane que aparecieron a finales del siglo XVIII.

Aunque podían acoger ordenados, eran asociaciones de seglares que se dedicaban especialmente a promover la edición, difusión y discusión de libros, instrumento privilegiado para la controversia en un mundo carente de otros medios de comunicación. Dichos grupos organizados no eran estrictamente cofradías devocionales ni entidades administradoras de obras de caridad.

El primer grupo de Amicizie cristiane fue fundado entre 1779 y 1780 en el ambiente urbano cosmopolita de la capital de los Saboya, Turín, una ciudad que no podemos considerar como un reducto de una Europa fosilizada en el tiempo ni como representante de un catolicismo territorialmente euro-marginal.

La primera Amicizie cristiane nace nueve años antes de la Revolución francesa y no para luchar contra ella, pues aún no había asomado su cabeza por el umbral de la historia, sino para combatir las interferencias del absolutismo en la eclesiología católica romana. Así pues, estos grupos que son puestos unilateralmente dentro del saco del mundo contrarrevolucionario, legitimista o partidario de la reacción, nacieron como reacción, sí, pero al absolutismo en versión eclesial: el regalismo, el jurisdiccionalismo saboyardo en el caso de l’ Amicizie de Turín. Aparecieron para combatir las limitaciones que querían poner los monarcas absolutistas católicos a las libertades de la Iglesia.

2- ¿El absolutismo de los monarcas católicos era favorable a los jesuitas?  

P. Mateo Ricci

El primer grupo de las Amicizie cristiane fue fundado, como hemos dicho, entre 1779 y 1780 en Turín por Niklaus Joseph Albert von Diessbach (Berna 1732- Viena 1798), un antiguo oficial de origen suizo al servicio de la Monarquía de los Saboya, Señora del Piamonte y del Reino de Cerdeña. Militar e instructor del futuro rey Vittorio Amedeo III, Diessbach se convertió al catolicismo desde el calvinismo, hecho que le valió que su familia lo desheredara.

En 1759, después de quedar viudo, ingresó en la Compañía de Jesús, el mismo año que los jesuitas eran expulsados de Portugal y sus colonias por el Marques de Pombal, Sebastião José de Carvalho e Melo, el primer ministro luso del rey católico Pedro I Braganza. Antes de enviarlos al exilio, Pombal hizo encerrar 180 miembros de la Compañía de Jesús en calabozos. Seguidamente confiscaría todo sus bienes. Más de 1.000 jesuitas de Portugal y sus colonias acabaron deportados a los Estados Pontificios.

Cuatro años más tarde (1763) la Compañía era disuelta en Francia y embargados sus bienes por el monarca católico Luís XV y su secretario de Estado Étienne François Choiseul . El Parlamento de París, dominado por el galicanismo-jansenismo, conseguía de su rey el objetivo de acabar con una orden religiosa muy bien preparada académicamente, fiel al Papa, en plena Comunión con Roma –era un verdadero ejército antiregalista- y divulgadora de una piedad no rigorista.

En 1767 era el católico Carl os III quien expulsaba de la católica España y sus dominios a los jesuitas. Se cerraron e incautaron sus obras y edificios de enseñanza, un duro golpe a la formación académica superior, y se clausuraron las célebres Reducciones jesuíticas guaraníes de Paraguay, verdaderas repúblicas indígenas autónomas y autogestionadas donde los indios que recibían un trato en las antípodas del esclavismo promovido por el sector más economicista del despotismo ilustrado.

Este despotismo ilustrado, interesado en dar arranque económico a las colonias, aunque fuera a costa de los derechos humanos más elementales de los no blancos, estaba molesto con un catolicismo romano que le marcaba límites de actuación. El orden social cristiano comenzaba a ser una rémora para el despertar de un orden social económicamente más liberal y políticamente más centralizado y estatalizado (y sin contrapesos políticos, más absolutista).

Los católicos monarcas de Portugal, España, Francia y de las Dos Sicilias conseguían doblegar al Papa Clemente XIV quien acabó firmando el breve Dominus ac Redemptor el 31 de julio de 1773, es decir la disolución de la Compañía de Jesús. El padre general, Lorenzo Ricci, el “papa nero”, y sus consejo de asistentes fueron encarcelados en Sant’Angelo sin juicio alguno. Allí moriría Ricci en 1775.

3-¿El absolutismo de los monarcas católicos era favorable a la autoridad y primacía del Papa sobre el Gobierno de la Iglesia?

La primera Amicizie cristiane nacía en una ciudad, Turín, especialmente marcada por el jurisdiccionalismo (el regalismo italiano). La Monarquía de los Saboya, concretamente Vittorio Amedeo II (1684-1730), había reformado los estudios universitarios a inicios del siglo XVIII para limitar la influencia de los religiosos regulares, dominicos y jesuitas, y aumentar el control del Estado especialmente en lo que se refiere a la provisión de cátedras.

Dicha reorientación la concretó F rancesco d’Aguirre (1681-1748) , un jurista jurisdiccionalista napolitano que los Saboya (Vittorio Amedeo II) habían reclutado para Turín donde seria profesor y alto funcionario estatal. Es por este motivo que se afirma que el posterior desarrollo del jurisdiccionalismo piamontés tiene origen en el napolitano, jurisdiccionalismo meridional que culminó en la figura del célebre furibundo regalista Bernardo Tanucci , consejero de Carlos III en su etapa de rey de las Dos Sicilias.

Mas tarde la reforma universitaria de Aguirre en Turín fue copiada por Napoleón para la Sorbona de París.

Aunque con diferencias, el control estatal sobre la universidad para reducir la influencia de los regulares, en este caso de los dominicos, se había producido también en Cataluña, con la clausura de todos sus Estudis Generals y la apertura de la Universidad de Cervera, a partir de entonces único centro universitario para todo el Principado. La Teología política tomista, profundamente democrática y subsidiaria en cuanto a los principios, perdía posiciones en el campo de juego de la Teoría política y del pensamiento sobre el orden social pues ahora tendría que compartir y competir por un espacio académico mas concurrido. Un afán de novedades que no siempre acabaría trayendo la paz a los pueblos.

En este terreno propicio abonado por los reyes y altos funcionarios palaciegos, fuera en el Nápoles de los Borbón-Dos Sicilias o en el Turín de los Saboya, se desarrolló una escuela de canonistas con tesis cada vez más antiromanistas (limitar las competencia del Papa en el gobierno de la Iglesia) y regalistas (aumentar las del rey y el Estado sobre la misma). Con la reforma de la Universidad de Turín de los Saboya se crearon dos cátedras de Derecho Canónico en la Universidad de Turín que imponían la obligación de jurar no sostener tesis contrarias a las potestades religiosas (las regalías) del Príncipe, a todos los que quisieran tomar posesión de ellas. De esta manera apareció una atalaya, protegida por el poder real, desde donde divulgar, con mayor marchamo de legitimidad, unas teorías que erosionaban las potestades de la Santa Sede sobre el gobierno de la Iglesia.

Hay que tener en cuenta que por la Universidad de Turín y sus cátedras pasaban la mayoría de los futuros magistrados y altos funcionarios de la Corona. También muchos clérigos que podían presentar como mérito para la obtención de beneficios eclesiásticos de patronato real el haber estudiado Derecho Canónico en las aulas de dicha universidad. Un hecho que fue visto con desconfianza, de forma tardía –ya a inicios del siglo XIX-, por parte de los obispos piamonteses cuando se dieron cuenta de las segundas intenciones que les colaban a los alumnos en los estudios de sus futuros sacerdotes.

Hay que recordar que antes del siglo XIX las universidades tenían todas facultad de Teología y que los cursos allí impartidos eran reconocidos como válidos para los que se preparaban para ser sacerdotes, de manera que la estancia en seminario podía reducirse a la mínima expresión.

Vittorio Amedeo III

La Universidad de Turín fue lugar de confluencia del regalismo proveniente de las Dos Sicílias (Nápoles) y del galicanismo de la vecina Francia de los Luises. El canonista Francesco Chionio , profesor en dicho centro de 1736 a 1754 ya había provocado una agria controversia con su De regimine Ecclesiae donde descalificaba a dominicos y jesuitas por considerarlos los grandes defensores de la autoridad del Papa sobre la Iglesia. Gionvanni Bono , profesor de 1768 a 1797, en su De potestate Ecclessiae , justificaba el absolutismo sacro y el patronato del Príncipe sobre la Iglesia en sus dominios. Maurizio Baudisson , profesor de 1758 a 1797, en la misma línea volvía a la carga contra los regulares y el poder del Papa. Y todo ello con el apoyo de reyes como Vittorio Amedeo III (1773-1796).  

4- ¿Niklaus Albert von Diessbach, el padre de la Acción Católica contemporánea de los seglares, y dicha primera Acción Católica fueron instrumentos de la reacción y el absolutismo?

Niklaus von Diessbach se convierte al catolicismo en Turín en 1754 y entra en 1759 en la Compañía de Jesús, atacada como los dominicos por su fidelidad al Magisterio tradicional y al Papado, justo cuando empieza el primer paso que llegará a su supresión: la expulsión de Portugal.

Todo ello sucede cuando el catolicismo romano este empieza a ser atacado desde dentro por una elite intelectual católica que fomentaba:

•  el jansenismo y su moral rigorista –y elitista- que desarrollaba hasta extremos enfermizos los escrúpulos;

•  el regalismo en materia de autoridad o gobierno de la Iglesia; y la intromisión creciente del Estado –una verdadera política educativa- en los estudios eclesiásticos de las Universidades;

•  la idealización de las Iglesia cristianas primitivas y de su autonomía original frente a Roma.

Esta idealización primitiva era utilizada como justificación por aquellos clérigos y obispos –en Francia el paradigmático galicanismo- bien relacionados con el poder político, cada vez más absolutista, que se sentían correas de transmisión de Roma y que deseban librarse de un supuesto yugo romano. Una “servitud” que les hubiera obligado a enfrentarse a un poder político católico que no desean importunar por lazos familiares, amistad o simplemente por comodidad. A su vez el Príncipe, el poder político católico, se mostraba magnánimo en prebendas con aquellos que buscaban justificaciones históricas para desatar fidelidades romanas y caminar hacia un modelo de iglesias católicas cripto-nacionales, experimento que el evento de la Revolución Francesa cortó de raíz.

Guilhem de Maiança