El Código da Beza, por Dan Rius

Pensábamos que después de una controvertidísima tesis sobre el “Perì Archón” de Orígenes en el Pontificio Instituto Oriental de Roma in illo tempore, de sus despropósitos sobre las Pseudoclementinas (Homiliae y Recognitiones), de habernos aturdido con una riada de artículos sobre las “Cartas” de Ignacio de Antioquía en las que desmontaba y volvía a montar, según su iluminado criterio (el de Rius), las epístolas del obispo mártir de Asia y que tuvieron su culminación en una obra en inglés que hizo destornillarse de risa a toda la república de las letras griegas, y después de su prolongada dedicación al libro Hechos de los Apóstoles con una cuantiosa producción de trabajos en los que exponía sus ideas eclesiológicas atribuyéndolas a Lucas y a su versión “occidental” de ese libro, el pseudoerudito catalán, como el viudo Rius de la teleserie, iba a dedicar los últimos años de su existencia terrenal a recomponer su curriculum existencial y a componer, como Agustín de Hipona, sus “Retractaciones”. Pues, no señor. Rius se ha convertido en novelista. Imitador, en catalán, de Dan Brown, ha compuesto, con una señorita galesa, una novela de “misterio”: “Demostració a Teòfil”.

La noticia apareció hace unos días en La Vanguardia. Da referencia de ello el sagaz y experto periodisteólogo Oriol Domingo. La trama, como en el modelo, gira entorno de un escrito enigmático: el Codex Bezae Cantabrigiensis. Como en el Código da Vinci, Josep Rius y su oráculo, Oriol Domingo, deturpan la historia para dar pie a un argumento inverosímil y al suspense. El texto griego del códice se remontaría al siglo II y contendría el “verdadero texto” del Evangelio según Lucas y de los Hechos de los Apóstoles, falsificado después en el textus receptus. El libro habría recorrido toda una verdadera y novelesca peripecia antes de terminar en Cambridge. Gracias a él, los dos autores habrían hecho un descubrimiento sensacional: lo que está en todos los manuales y comentarios desde hace casi dos siglos, que Lc. y Hech son las dos partes de una misma obra.

Permita el lector que mi pedantería le explique de lo que realmente se trata. En la Biblioteca (en inglés Library) de la Universidad de Cambridge se conserva un códice manuscrito bilingüe con el nº II 41, que contiene el texto en griego y en latín y por este orden de Mt, Jn, Lc, Mc, Hech y un fragmento de 3Jn. Tiene 415 hojas, de 23 x 16,5 cm. y con el texto dispuesto en columnas de 33 líneas. El texto griego queda a la izquierda y el latino a la derecha. La longitud de las líneas es distinta de acuerdo con el sentido del texto, para facilitar la lectura y el canto en la celebración litúrgica. Las tres primeras líneas de cada libro están escritas con tinta roja, mientas que, en la conclusión, se alternan el rojo y el negro. Se trata, pues, a todas luces de un leccionario no dividido, como se hará más tarde, en perícopas.

El texto de este leccionario del siglo V se aparta notablemente del texto normal del Nuevo Testamento. Para los especialistas en crítica textual neotestamentaria de hoy, son más que evidentes las libres añadiduras textuales que alteran no sólo las palabras sino algún entero relato. Esta creatividad, tardía y litúrgica, al igual que la de la hodierna escuela francesa de “pastoral litúrgica”, desea convertir la celebración en una “catequesis”, se manifiesta especialmente en el libro Hechos de los Apóstoles. Allí se producen las mayores diferencias respecto a los otros (casi todos) testimonios textuales y se amplifica el texto con relatos añadidos. El texto pertenece al llamado “texto occidental” que en el catálogo de von Soden lleva la sigla d(delta)3. Algunos expertos proponen como probable lugar de origen del texto Egipto o el Norte de África y piensan que fue escrito por un escriba conocedor del griego pero que tenía como lengua materna el latín. Otros, en cambio, menos crédulos, indican el Sur de Francia, Italia Meridional, o quizás Sicilia, donde se hablaba latín pero era conocido el griego, como el lugar de origen del texto.

Este testimonio de la creatividad altomedieval ha sido el punto de partida de la última fantasiosa y novelesca creación del padre Rius. En él aparecería el verdadero texto de Lc y de Hech. Y sería la respuesta del “rabino” Lucas (¡aunque Lucas es de los pocos personajes del Nuevo Testamento del que sabemos que no estaba circuncidado!) a una pregunta del “excelentísimo” Teófilo, por el tratamiento sumo sacerdote, tercer hijo de Anás y cuñado de Caifás, sobre la identidad de Jesús de Nazaret después de la destrucción de Jerusalén, percibida como un castigo divino. Se trataría de un Evangelio ad personam en el que se presentaría a Jesús como Mesías, hijo de Dios, rechazado por Israel y ofrecido como tal a las naciones y con el cual se realizaba la esperada parusía en una especie de escatología consecuente. Hasta aquí algo muy poco original a partir de un montaje muy imaginativo y novelesco.

Pero la carga ideológica de la obra del jubilado Rius, a la par de toda la literatura que, desde el siglo XVII con Spinoza y del XVIII con Locke, se llamó la “crítica histórica”, está en el punto de partida de la investigación, que no es de índole histórica sino filosófica: se quiere demostrar históricamente lo que se profesa ideológicamente. Y eso es lo que se quiere probar con un rocambolesco procedimiento en la obra cumbre de Rius-Camps y de la señorita Read-Heimerdinger con “una nueva y mejorada lectura de los textos neotestamentarios”. Con ella se revelan “las enormes dificultades que los discípulos y las Iglesias experimentaron y debieron superar para comprender el alcance del mensaje y de la mesianidad de Jesús y para practicar sus enseñanzas (…] las tradiciones y la formación judía que los discípulos habían recibido les impedían comprender a fondo el mensaje de Jesús”. Rius-Camps y Read-Heimerdinger han “descubierto” el códice de Teodoro de Beza y han sabido desentrañar su código interpretativo de este mensaje.

Con esta superchería catalana (“Demostració a Teòfil”) presenta una gran novedad, y lo hace en catalán y desde Catalunya” dice Oriol Domingo, y de este modo se tiene una prueba más del grado de estupidez, del bajo nivel académico, de las escasas luces en la investigación y de la capacidad de fabulación de la Facultat de Teologia de Catalunya en la obra cumbre de una de sus mayores lumbreras.

Asilvestratus Mordens