Los pequeñuelos que creen
Alguno pensará que tengo algún tipo de manía con el blog de Bruno Moreno, porque ya he respondido a varios de sus artículos. Lo cierto es que, aunque todos los blogs de Infocatólica son excelentes, el blog de Bruno es uno de los mejores e intento no perderme ninguno de sus artículos.
Hoy quiero puntualizar una cosa al último que ha escrito («De la boca de los comentaristas y los niños de pecho»). Había comenzado a escribirlo como comentario, pero he preferido hacerlo como un artículo breve. Al hacerlo así me pongo en una posición difícil, porque es uno de los temas en los que hay que caminar en el filo de la navaja. Con todo, lo he hecho en otras ocasiones y no veo por qué no habría de hacerlo hoy también.
Bruno comenta las palabras del Papa en una reunión con jesuitas en Eslovaquia. Las reproduzco:
«Estoy pensando en el trabajo que se ha realizado —el Padre Spadaro estaba allí— en el Sínodo de la Familia para hacer entender que las parejas en segunda unión no están ya condenadas al infierno.»

Después de la publicación del Motu proprio Traditionis Custodes, la reacción de muchos sacerdotes bienintencionados ha sido insistir en que el camino a seguir es el de la celebración fiel de la Santa Misa según las normas establecidas en el Misal posterior al Concilio Vaticano II.
La Iglesia ha sufrido muchas crisis a lo largo de la historia. Es algo normal, teniendo en cuenta que, como dice Jesucristo al Padre sobre sus discípulos, la Iglesia no es del mundo, pero está en el mundo. Precisamente muchas de esas crisis han venido por las relaciones entre la Iglesia y el mundo, y esa doble realidad que tiene, de no ser de él, pero estar en él. Y sin duda una de las crisis más profundas fue la que se vivió en el llamado «siglo de hierro», que corresponde, más o menos, con el siglo X d.C., aunque se extiende hacia el XI.
Hoy, lunes 24 de mayo, 







