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17.02.23

La humildad del Calvario

No soy fanática de ninguno de los modos de hacer las cosas sino de la sinceridad y devoción con la que se hacen; por eso comulgo de pie y en la mano y, también de rodillas y en la boca.
Pero, una cosa diré, es que Dios tiene algo para darnos cuando comulgamos de rodillas y en la boca, sobre todo cuando nos cuesta decidirnos.
A mi me tomó cerca de un año, mientras la gracia me ayudaba a irme deshaciendo de respetos humanos: “la desaprobación de sacerdote” (en mi país algunos presbíteros desprecian a los laicos con esas preferencias, aunque se les ha ido quitando, gracias a Dios); “la desaprobación de miembros de la asamblea” (ya que muy pocos comulgan de esa forma en cualquier lugar; se comulga así en ciertos templos, pero no en todos), “el temor a la falta de higiene” (eso nunca falta y menos en pandemia pero, en pandemia comulgué de esa forma y no pasó nada), etc.
Mucha vuelta y excusa para no hacer lo que en conciencia consideraba de beneficio para mi alma; sin embargo, el Señor fue bueno y me esperó. Un día, sencillamente lo hice y, además ese día, sucedió el “milagro de los frijoles"; del que hablé en una entrada que titulé “Los frijoles del milagro“.
De haber sabido que me esperaba un milagro tan divertido!
En fin, Dios tiene algo más que unos frijoles milagrosos para darnos cuando nos rendimos; el bien que tiene para nosotros es “humildad".
Ese caer de rodillas al comulgar y abrir la boca a la mano de un extraño es como un acto de rendición que nos permite conocer de la humildad del Hijo en el calvario.
Nada más, pónganse de rodillas y verán.
Es de mucho bien estar dispuesto a recibir tantas experiencias como el Señor nos ofrezca para  darnos humildad ya que nos abrirá la puerta del cielo.
 
 
 
 

9.02.23

Sumergidos en sus llagas

Por todo lo que viene pasando en la Iglesia y en el mundo estoy convencida de que la humildad nos salvará. 
La humildad con la que Jesús tomó el Calvario es una puerta abierta a las entrañas de misericordia de nuestro Dios.
Sumergidos en sus llagas estaremos a salvo.
Pidamos la gracia de la humildad ya que no se consigue con las propias fuerzas.
 
(Continuará)
 
 
 
Recomiendo la lectura del libro de la Editorial Vita Brevis titulado “La humildad del corazón” de Fray Cayetano María de Bergamo.

28.11.22

Ay! Quién tuviera esa dicha? Quién tuviera esa humildad!

El otro día mencionó José Miguel Arráiz en el Facebook su apoyo a un par de sacerdotes y de inmediato algunos saltaron cuestionándolo. Fue una conversación un tanto prolongada entre José Miguel y sus comentaristas, a la que decidí no prestar atención.  

Aquí mismo, en mi blog, muchas veces me veo obligada a eliminar comentarios fuera del tema, muy largos, insolentes o imprudentes. 

Desde hace varios años, según se ha ido acentuando la confusión, nos hemos vuelto muy hostiles entre nosotros.

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24.11.22

La fealdad del alma que vive sin Dios

“Así como en otro tiempo Dios, irritado contra los judíos, entregó a Jerusalén a la afrenta de sus enemigos [ ] así también ahora, airado contra el alma que quebranta sus mandatos, la entrega en poder de los mismos enemigos que la han seducido hasta afearla” De las homilías atribuidas a san Macario sobre la III de Pedro

No es solo que el alma se afea sino que se afea también la Iglesia.
Como Cuerpo de Cristo no podrá nunca ser fea pero podemos afearnos sus miembros. Actualmente lo somos; mucho más feos de lo que sospechamos.

No solo son feos los malos sino que, muchos de los buenos se afean porque, en su soberbia, olvidan pedir la gracia para evitar decepcionarse, desesperarse, frustrarse, enojarse, obsesionarse, etc. y que, por desdicha, cunde. . 

Por tanta cosa que solo es producto de la fealdad del alma que viven sin Dios es que no me extraña que esté airado y que, en nuestra soberbia, ni siquiera lo consideremos. Bien podría estar Dios, mucho, muy molesto.

Démosle oportunidad a la idea y verán que tiene sentido.

Si no, por qué sería que los malos tienen mayor influencia y poder; y, por qué los buenos sufren tanto y de tantas maneras?

Es cierto, el mundo siempre ha sido así pero no tan feo como ahora, por no creer en Dios.

Por lo que observo que sucede en todas partes y debido a mi impotencia, prefiero tomármelo como castigo divino que debo sufrir de tantos modos en que lo sufro y, por eso, lo considero la mayor oportunidad que pudiera jamás haber tenido, tal como aquellas que Dios da a sus colaboradores.  

Querías un camino claro para llegar a ser santo? Aquí lo tienes. Mi buen Jesús me lo muestra en la realidad. Por eso actúo en consonancia. Cada uno actuará en lo que corresponda.

Qué puede ser eso? Nada complicado, en lo mismo que la Iglesia siempre ha enseñado: vivir en gracia (sin pecado mortal) confesión y comunión frecuente, mucha oración; obras de misericordia (para empezar) algunas se presentarán como oportunidades de Evangelización a los propios miembros de la Iglesia que han caído en apostasía y herejía; lecturas piadosas, alejarse de distracciones y facilitar al alma estar en contacto con la verdad, el bien y la belleza.

El Señor irá instruyendo al alma que ha comprendido que su vida está oculta en Dios. Dará luces y todo lo necesario. Probablemente mucha ocasión para sufrir pero, qué mejor que eso? “Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad” (De Pablo)

Por cuánto tiempo? Por “dos mil trescientas tardes y mañanas, después el santuario será reivindicado” (del libro de Daniel 8, 1-26)

O sea, que el sufrimiento no será eterno ni la fealdad de la Iglesia o de las almas.

Amen 

 

8.11.22

Sobre el bien de la muerte

“Que la muerte vaya, pues, actuando en nosotros, para que también se manifieste en nosotros la vida, es decir, para que obtengamos aquella vida buena que sigue a la muerte, vida dichosa después de la victoria, vida feliz, terminado el combate, vida en la que la ley de la carne no se opone ya a la ley del espíritu, vida, finalmente, en la que ya no es necesario luchar contra el cuerpo mortal, porque el mismo cuerpo mortal ha alcanzado ya la victoria” San Ambrosio, Tratado sobre el bien de la muerte 3,9; 4,15

Descubrí a este experto restaurador.  

He mirado absorta algunos de sus trabajos que me han hecho pensar en lo que hace la Gracia en el alma que se pone en manos de su Hacedor.
En estos tiempos, si algo nos tendría que llenar de compasión es el sufrimiento debido a la falta de identidad de muchas personas; pero además, el grave daño para todo su ser que resulta de una caótica búsqueda de respuestas en personas y lugares en donde solo puede originarse mayor dolor y confusión.

Muy fácilmente, en poco tiempo, aquella persona adquiriría un aspecto deplorable al que, por lo regular, se habitúa.

Cualquiera que se haya reconocido pecador, aun sin haber caído en grave condición, sabe cuan fácil se corrompe nuestro ser sin ayuda de la gracia, por tanto, cuán cercana se puede llegar a tener la muerte definitiva. Mucho más cercana y real que tan solo tener un aspecto deplorable, que sería lo de menos. 

Esa muerte, que es como el óxido para el metal, es la verdadera; en cambio, la muerte a la que el Hacedor nos somete, es muerte que engendra vida. Es el trabajo de la Gracia, hacernos morir a nosotros mismos para darnos la figura con la que Dios Padre nos pensó, semejante al Hijo. 

Se puede observar fácilmente en las imágenes. 

Bendito Nuestro Señor Jesucristo por el sacramento de la Reconciliación  
Benditos los presbíteros que comprendar que deben pedir la gracia para estar disponibles para confesar y que, además, lo hagan por amor.

Los invito a ponerse en manos del Restaurador.

(Recomiendo verlo en facebook)

“Por ello, enseña el Apóstol que los que viven en esta vida deben apetecer que la muerte feliz de Cristo brille en sus propios cuerpos y deshaga nuestra condición física para que nuestro hombre interior se renueve y, si se destruye este nuestro tabernáculo terreno, tenga lugar la edificación de una casa eterna en el cielo” San Ambrosio, Tratado sobre el bien de la muerte 3,9; 4,15