Sobre leyes ambiguas, policías, curas y bicicletas

Si la Ley de Tránsito establece que por determinada carretera no debes transitar en bicicleta y luego te quejas porque el Policía de Tránsito te extiende una multa, no debes culpar a la Ley sino a tu desconocimiento o desinterés en cumplirla porque la misma está hecha para proteger tu seguridad y la de tus semejantes.

Ahora bien, un Policía de Tránsito no es lo mismo que un Sacerdote pero, si un Sacerdote te ayuda a reconocer que has infringido la Ley de Dios así como a evaluar las consecuencias, es debido a que vela por tu seguridad y la de quienes te rodean.

Sin embargo, hoy día existen sacerdotes que se conducen según la situación de cada uno e indiferentemente de si cada quien posee conocimiento de la Ley y una conciencia recta.

Un Sacerdote que así se conduce vendría a ser como un Policía de Tránsito que te detuviera con el fin de conocer tu situación en lo que respecta a tus sentimientos y necesidades con el fin de colaborar contigo para que, desde tu conciencia, decidas si es justo o no cumplir la Ley de Tránsito.    

Es un caso absurdo, te habrás dado cuenta, ya que el Policía estaría actuando como si no creyera que posees capacidad para ser buen ciudadano y, en el caso de que fuera un Sacerdote, como si no creyera que la Gracia de Dios te capacita para cumplir la Ley.

Por no creer que la Gracia nos capacita es que surge la ambigüedad ante el cumplimiento de la Ley; sin embargo, ni la Ley de Tránsito ni la Divina admiten ambigüedad ya que, si lo hicieran, se vería comprometida tanto nuestra seguridad y el bien común como nuestra salvación.

Dicho sea de paso, por “ambigüedad” ante la Ley de Dios es por lo se ha pedido al Papa Francisco aclare sobre lo que expone el n. 303 de Amoris laetitia [1]  

Ahora bien, es cierto que “La primera mirada de Jesús no se fija tanto en el pecado de la persona como en su sufrimiento y en sus necesidades” [2], sin embargo, tanto a un Sacerdote como al Policía de Tránsito se les ha delegado resguardar tú seguridad por lo que, en primera instancia, es deber de su oficio asegurarse de que conozcas la Ley, apoyarte en su cumplimiento tanto como en meditar sobre las consecuencias.

El Policía de Tránsito te ayudará a su modo, es decir, exponiéndote la Ley de Tránsito y  extendiéndote una multa; muy probablemente incautará tu bicicleta.

El Sacerdote lo hará a su manera, es decir, en primer lugar actuará movido por creer en que Dios te ha dado capacidad para discernir el Bien del Mal por lo que, no solo se identificará con tus sufrimientos y necesidades sino que te expondrá la Ley con el fin de que obtengas mayor criterio para elegir y medir las consecuencias.

Habrás elegido el Bien por haber colaborado con la Gracia en la que el Sacerdote, en primera instancia, creyó.  

Del Policía de Tránsito podrías presentar quejas pero no del Sacerdote quien únicamente habrá actuado hacia ti en justicia pero también hacia Quien delegó en el su confianza.  

Es lo que en confesión hacían curas como el Padre Pío y el padre Löring, o no?

Ahora bien, tendríamos un gran problema, si fuera el cura el que hubiese andado en esa bicicleta.

 

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[1] Principalmente, a partir de lo destacado en negritas:

303. A partir del reconocimiento del peso de los condicionamientos concretos, podemos agregar que la conciencia de las personas debe ser mejor incorporada en la praxis de la Iglesia en algunas situaciones que no realizan objetivamente nuestra concepción del matrimonio. Ciertamente, que hay que alentar la maduración de una conciencia iluminada, formada y acompañada por el discernimiento responsable y serio del pastor, y proponer una confianza cada vez mayor en la gracia. Pero esa conciencia puede reconocer no sólo que una situación no responde objetivamente a la propuesta general del Evangelio. También puede reconocer con sinceridad y honestidad aquello que, por ahora, es la respuesta generosa que se puede ofrecer a Dios, y descubrir con cierta seguridad moral que esa es la entrega que Dios mismo está reclamando en medio de la complejidad concreta de los límites, aunque todavía no sea plenamente el ideal objetivo. De todos modos, recordemos que este discernimiento es dinámico y debe permanecer siempre abierto a nuevas etapas de crecimiento y a nuevas decisiones que permitan realizar el ideal de manera más plena.

 [2] Vicente Huerta Solá

4 comentarios

  
Silvia Liliana Sueyro
Feliz Navidad!!! Hermoso escrito y transmite tu dulzura.Asi con esa dulzura nos espera Dios Uno y Trino en su brazos algun dia. Podremos saber discernir que Dios puso Leyes de Amor para nuestro Bien? Trato de transmitir a mis alumnos de Catequesis , esas Leyes de Amor y que con la Gracia de los Sacramentos podemos cumplirlas.Por que , algunos catolicos no quieren transmitir la Verdad? Algunos tenemos la responsabilidad de que tenemos un Alma que salvar.Por que ,somos caprichosos y estando ciegos queremos guiar a otros para hacerlos caer ,como estamos cayendo en nuestra vida diaria , porque quiero ser fiel al mundo? Gracias por dejar que compartamos Nuestra Fe en este blog.Feliz Año 2017.
02/01/17 3:28 PM
  
Maria -Ar
"Por no creer que la Gracia nos capacita es que surge la ambigüedad ante el cumplimiento de la Ley"
Espectacular frase!!
Feliz Año Nuevo del Señor, Maricruz!
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02/01/17 6:29 PM
  
mercedes brouard
Muy buen articulo,Feliz año nuevo¡¡Si llegas a venir a la Argentina te invito a mi casa en Tigre y damos una vuelta poe el Delta¡¡¡
02/01/17 8:56 PM
  
Joaquín
No hay nada ambiguo. Se reconoce que una persona pecadora aún no es perfecta y que puede crecer. Es sabido que hasta los paganos hacen cosas buenas. Por lo tanto no hay nada ambiguo. Un pecador puede hacer cosas buenas. Y puede cambiar de su estado de imperfección a otro más perfecto. Es algo tan viejo que aparece ya dicho en el Evangelio. Por lo tanto el Papa no es ambiguo.

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Joaquín:
En efecto, los seres humanos hemos sido capacitados por Dios para hacer el bien, sin embargo, el bien que sirve para nuestra salvación solo lo podemos hacer con ayuda de gracias especiales las cuales no es posible recibir cuando se vive en pecado. Un divorciado vuelto a casar vive en pecado mientras no viva en castidad.

De al forma que, por su ambiguedad, Amoris laetitia ha dejado a libre interpretación la noción del pecado al punto que tu mismo estás convencido de que un pecador podría comulgar a pesar de que Cristo y su Iglesia han enseñado lo contrario por siglos.


07/01/17 1:31 PM

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