No existe otra opción que la de responder con pasión


“Dios está inquieto por nosotros y busca personas que se dejen contagiar de su misma inquietud, de su pasión por nosotros” J.L.Restán



He venido leyendo varios artículos sobre obispos recientemente; la mayoría hacen alusión a la función del obispo y éste, particularmente, me gustó por haberme llenado de esperanza.

Sin embargo, una frase me cayó como una bofetada ya que describía la imagen del obispo y, por ende, la de cada fiel; lo que me hizo pensar que esa relación es como la de un matrimonio en la que cada uno, para asegurarse de que su relación no se precipite al desastre, ha de reconocer que no tienen otra opción que la de responder con pasión a la inquietud del corazón de su cónyuge.

Lo mismo sucede con un obispo y su comunidad.

De obispos de aquí y de allá se escuchan cosas que son para ponerse a temblar y ante las cuales, por lo menos por estas tierras, para cuando alguno laico se atreve a exponer su inquietud muchos reaccionan como si revelar lo que es de dominio público fuera falta de caridad.

Ante lo cual me pregunto: es falta de caridad expresar la inquietud de nuestro corazón acerca de la ventura de tantos de nuestros obispos?

No es acaso también falta de caridad el que los fieles no tengamos la honradez y valentía de exponérselas claramente cara a cara?

A eso voy, si tenemos obispos y diócesis desastrosas es en gran medida nuestra responsabilidad ya que teniendo la opción de responder con pasión ante la ventura de nuestros obispos optamos por meter la cabeza en un agujero.

Así las cosas, cómo es que esperamos diócesis que respondan con pasión a Dios si acallamos a toda costa nuestra inquietud?

El Obispo de Toulon, Francia no parece ser uno que haya elegido acallarla, todo lo contrario y por eso, teniendo bajo su cuidado una diócesis de 1.1 millones de habitantes con únicamente el 5% de ellos católicos practicantes, ha conseguido un despunte en las vocaciones. ¿Cómo es posible esto?

Como Mons. Rey existen obispos admirables tal como varios de los que han sido nombrados recientemente cardenales.

Ignoro si éstos han tenido una comunidad de corazón apasionado dispuesta a exponerles su inquietud, es probable que la tuvieran como es probable que no Lo que tenemos seguro es que han sido obispos con una gran pasión por el ser humano, hombres de corazón inquieto.

Tan inquieto como nuestro corazón y apasionado como está por la ventura de tantos y tantos obispos.

El caso es que, como dice J. L. Restán “Dios está inquieto por nosotros y busca personas que se dejen contagiar de su misma inquietud, de su pasión por nosotros”

Nosotros, los fieles, no tenemos opción –como tampoco la tiene el amor esponsal- sino es responder a la inquietud de Dios y ser “esas personas [ ] que construyen la Iglesia en el tiempo de la historia” junto a nuestros pastores; a su lado, como apasionados colaboradores, no como temerosos vasallos.

No existe otra opción que la de responder con pasión.

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