Lepanto, Ntra. Sra. del Rosario y Chesterton

Hoy es Nuestra Señora del Rosario. Supongo que es bien conocida la relación de esta advocación y la dedicación del mes de octubre al Santo Rosario con la trascendental batalla de Lepanto:
La Fiesta del Rosario está unida a la persona del papa Pío V. El 5 de marzo de 1572, meses antes de su muerte, con la bula «Salvatoris Domini», recordando agradecido el triunfo cristiano sobre los turcos, permite la erección de la Cofradía del Rosario y la celebración anual de la fiesta de la Virgen del Rosario, a petición de don Luis de Requesens, señor de Martorell, en Barcelona. Su sucesor Gregorio XII extiende la fiesta a todas las iglesias o capillas que tengan erigida la Cofradía. Más tarde, el papa Clemente XI, en el 1716, la amplía a la Iglesia universal. Y, finalmente, en la reforma litúrgica de Pío X, en el 1913, se señala la fiesta en el día 7 de octubre, memorable fecha de la batalla de Lepanto.
Creo que el mejor homenaje a esa batalla es el poema épico Lepanto de G.K. Chesterton, que tenemos la suerte de que fue traducido por Borges y publicado originalmente en el primer número de la revista Sol y Luna en noviembre de 1938.
Como reseñaba J. Soley: «en estos tiempos en que hablar de la lucha contra el Turco que salvó nuestra civilización nos resulta vergonzante, no estará de más vibrar con esa voz que se alza desde la cristiana Albión para recordarnos que hubo un rey cristiano que nos salvó y que hizo exclamar, incluso a los sajones, ¡Vivat Hispania! ¡Domino Gloria!»

Es más o menos sabido que me gusta «seguir los temas» una vez que se apagan los focos. Apunto la historia en una agenda y al año – o cuando toque– vuelvo a revisarla. Esta vez se adelantó.
Estaba dudando el orden varios artículos. Pero la actualidad manda. Mañana es 14 de septiembre, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. Sigue siendo escándalo y necedad, pero ahora no de modo tan marcadamente disyuntivo como en la época de San Pablo.
Se acerca la JMJ. En Madrid se pueden ver los primeros peregrinos. Las rostros empiezan a sonrosarse, deben ser del Norte. Pega el Sol como no lo había hecho en todo el verano. Raja las piedras.
El cardenal Biffi escribió siendo párroco un libro delicioso: «El quinto evangelio». Y profético, como le gusta decir a los progretas. Además le tengo especial aprecio porque el librito tiene tantos años como yo.
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