No voy a incidir sobre los motivos de fondo de la propuesta del Cardenal Kasper en torno a los divorciados-vueltos-a-casar, que supongo muy conocidos. Bruno, con la sabiduría, paciencia, profundidad y cariño que le caracterizan ya lo está haciendo.
Tampoco soy de los que se escandalizan por el desarrollo del sarao previo al Sínodo, yo no lo habría hecho así, pero estas cosas tienen tradición paulina y sigo creyendo en el verdadero Santa Claus.
Sin embargo, no me resisto a comentar una de las respuestas que el Cardenal Kasper ofreció en la entrevista a Commonweal durante la promoción estadounidense de su libro, «La misericordia. Clave del Evangelio y de la vida cristiana», y que me resultó especialmente significativa. A mi juicio aporta una de las claves importantes en este desaguisado sobre los «recasados».
Hace un mes el Cardenal Kasper, con algo falta de honradez intelectual, a mi modo de ver, intentaba responder a las críticas que le hizo Pérez-Soba en la publicación alemana Die Tagespost. El cardenal alemán llega a decir irónicamente que él sí que ha citado en su discurso en el consistorio varias veces la Familiaris Consortio de Juan Pablo II. Y no dice la verdad, o peor aún, dice media verdad, porque de la exhortación apostólica no cita precisamente la respuesta a sus inquietudes. Los números 83 y 84 son claros y explicativos, y en especial un párrafo:
Parecido es el caso del cónyuge que ha tenido que sufrir el divorcio, pero que —conociendo bien la indisolubilidad del vínculo matrimonial válido— no se deja implicar en una nueva unión, empeñándose en cambio en el cumplimiento prioritario de sus deberes familiares y de las responsabilidades de la vida cristiana. En tal caso su ejemplo de fidelidad y de coherencia cristiana asume un particular valor de testimonio frente al mundo y a la Iglesia, haciendo todavía más necesaria, por parte de ésta, una acción continua de amor y de ayuda, sin que exista obstáculo alguno para la admisión a los sacramentos.
El entrevistador de Commonweal hizo bien su trabajo y no dejó pasar el asunto recordándoselo veladamente. Y señalando que según «los críticos» (a las tesis de Kasper) para poder recibir el perdón y después sacramentalmente al Señor, haría falta un «heroico ajuste de vida» por parte de quien vive irregularmente (o sea, en adulterio). El Cardenal responde:
Tengo un profundo respeto por estas personas. Pero si lo puedo imponer es otra cuestión. Yo diría que la gente debe hacer lo que es posible en su situación. No podemos, como seres humanos, hacer el ideal, lo mejor. Tenemos que hacer lo mejor posible en una situación dada.
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