800 años de la victoria de «Las Navas de Tolosa»

Batalla de Las Navas de Tolosa, por Víctor Morelli

Acabaron los festejos del «Bicentenario de la Pepa», y quiero pensar que había intención pero no recursos para celebrar por todo lo alto el octavo centenario de la victoria en la batalla de «Las Navas de Tolosa», el 16 de julio. Una de esas batallas que marcaron el sentido de la historia de España y de la Humanidad. Con declaración de «Cruzada» incluida.

Es más, en un ranking de «celebraciones» por encima de la Constitución de 1812 habría situado el «Compromiso de Caspe» –600 años, 28 de junio de 1412– o la capitulación de Pamplona que supone la incorporación de Navarra a la Corona –500 años, 25 de julio de 1512—

Se me ocurrió que mejor que contar la batalla yo, pedirle permiso a Fernando Díaz Villanueva para republicar lo que escribió hace ya 6 años: «La batalla de los tres reyes». Fernando es un excelente historiador y un extraordinario divulgador. Escribe bien, muy ameno y riguroso. Quizá entre todas las cualidades, la que más me llama la atención es «qué bien cuenta las batallas». Con antecedentes y consecuentes. Los datos precisos, la épica cuando lo merece y el toque de humor cuando es preciso.

Me he permitido poner negritas e intertítulos para facilitar la lectura. Es largo pero merece la pena.

La batalla de los tres reyes (Fernando Díaz Villanueva)

Si existe una batalla que haya cambiado sin remedio el curso de nuestra historia, esa es la de las Navas de Tolosa. Tuvo lugar en 1212, en un descampado a los pies de Sierra Morena. Fue una batalla campal antológica, de las que gustan recrear los cineastas de Hollywood. Si no lo han hecho todavía se debe a que no se pronunció una sola palabra en inglés.

Los almohades

Marcó el declive del poderío musulmán en España y abrió las puertas de Andalucía, la región más extensa, poblada y próspera por aquel entonces, a las fuerzas cristianas. Después de las Navas nada sería igual en la Península. En apenas medio siglo Castilla, gran beneficiada de la lid, se erigió como potencia central, en torno a la cual terminaría tomando forma la España moderna.

La victoria final, como tantas otras veces, se guisó a fuego lento en una vergonzosa derrota. A mediados del siglo XII los cristianos se encontraban crecidos. El imperio almorávide hacía aguas por todas partes. Tal y como había sucedido un siglo antes, se habían formado pequeños reinos de taifas, cuya fragilidad era un apetitoso caramelo para los insaciables reyes de Castilla. Alfonso VII, aprovechando la debilidad del oponente, cabalgó por todo Al Ándalus a sus anchas, dándose el capricho incluso de ocupar temporalmente la ciudad de Almería. Pero la campaña superaba con creces las fuerzas del reino, de manera que Alfonso hubo de retirarse a la meseta. Moriría, después de haber consumado la machada, a la sombra de una encina en Despeñaperros.

Las hazañas de Alfonso VII pusieron en guardia a los musulmanes. En Marrakech acababa de nacer una nueva dinastía, la de los almohades, más aguerrida y fanática que la de los almorávides. Sus califas fueron bautizados con el nombre de «Amir ul Muslimin», o Príncipe de los Creyentes, pero aquí, donde nunca se nos ha dado bien el árabe, se les llamó «Miramamolín», afortunada transcripción que arraigó con fuerza, arruinando ya de paso la condición principesca del título.

La derrota de Alarcos

Los miramamolines brincaron sobre el Estrecho para meter en cintura a los decadentes reyezuelos de Al Ándalus. La siguiente estación era Castilla, y a ello se aplicaron sin más demora. Cruzaron la sierra e infligieron una severa derrota en Alarcos a las huestes de Alfonso VIII, nieto del otro Alfonso, el de la encina. Los castellanos se habían malacostumbrado a enfrentarse con la morisma dividida y desmotivada, por lo que fueron pasto fácil de los animosos almohades. Vencido en Alarcos, Alfonso se retiró a Toledo a relamerse las heridas. Los pasos de Sierra Morena habían quedado en manos del enemigo, los moros había subido hasta el Guadiana y, lo que es peor, Toledo, el emblema del poderío castellano, se encontraba a pocas jornadas de la frágil frontera.

El rey, sin embargo, no podía contraatacar, al menos en un plazo breve. Castilla estaba agotada tras un siglo de avance sin tregua hacia el sur, y la España cristiana no era, precisamente, un remanso de paz. Alfonso VIII tenía contenciosos pendientes con los reyes de León, Portugal y Navarra. Ninguno de los tres toleraba que el antaño minúsculo e insignificante Condado de Castilla se hubiera transformado en poco más de cien años en un poderoso y pujante reino, que los acogotaba siempre que tenía la ocasión. La venganza pintaba muy mal: sin apenas aliados, rodeado de enemigos y con el insolente Al Nasir, el nuevo miramamolín, hijo de una esclava cristiana, asomando el turbante por encima de los riscos de la sierra.

La Cruzada

Pero Alfonso no estaba del todo sólo. Contaba con el arzobispo de Toledo, Rodrigo Ximénez de Rada, prelado maniobrero muy sobrado de astucia, digno de la época que le tocó vivir. Propuso al rey una efectiva treta: recurrir a la Santa Sede para que el Papa declarase cruzada la guerra contra los almohades. Eso eran palabras mayores. Si algún monarca de la Cristiandad rompía una tregua con otro que estaba envuelto en una cruzada era castigado severamente con la excomunión. Rada se salió con la suya: viajó a Roma, obtuvo la declaración de cruzada y pasó un año predicándola por Italia, Francia y Alemania, con el fin de aunar las voluntades de príncipes aventureros y caballeros andantes, especimenes ambos muy abundantes en la Europa del siglo XIII.

En Al Ándalus, entre tanto, el miramamolín no era ajeno a la que se le venía encima. Ordenó reunir un potente ejército, formado por los mejores soldados del Islam. Hizo llegar hasta Marrakech a los temidos arqueros turcos y a una numerosa tropa de árabes y bereberes, que reforzaría con andalusíes una vez cruzase el Estrecho. Tan confiado estaba Al Nasir en el poderío de su ejército que prometió a los suyos conducirles hasta la misma Roma, donde, según cuentan, tenía la intención de dar de beber a sus caballos en las aguas del Tíber. No lo consiguió, por fortuna para los romanos y, especialmente, para las romanas.

Ximénez de Rada, de vuelta en Castilla, dispuso que los cruzados europeos se concentrasen en Toledo en espera de la batalla. Conducidos por los obispos de Burdeos, Nantes y Narbona, hasta allí fueron llegando gentes de toda condición y de todos los países de Occidente durante meses. Unos, los menos, persiguiendo la santidad en forma de la bula plenaria que extendía el Papa; otros, los más, en busca de aventuras, gloria y fortuna. No necesariamente en ese orden.

En España la Cruzada había tenido un singular impacto. Los reyes de Portugal y León dejaron las rencillas a un lado y permitieron salir de sus reinos contingentes armados hacia Toledo. Aragón, cuyo monarca era amigo de Alfonso VIII, se entusiasmó con la campaña. De hecho, el primero en hacer acto de presencia en la ciudad del Tajo fue Pedro II de Aragón. Traía miles de soldados reclutados en Aragón y Cataluña, y un buen plantel de obispos para que la cruzada fuese digna de tal nombre. Junto a Pedro, y ansiosos de partirse la cara con los infieles, se dieron cita el conde de Ampurias y los obispos de Barcelona y Tarragona. La cruz y la espada, ya se sabe.

Marcha al Sur

El 20 de junio de 1212 un descomunal ejército cruzado, formado por unos 100.000 hombres, partió de Toledo hacia el sur, enarbolando vistosas banderas y estandartes. A los pocos días la vanguardia, formada por voluntarios franceses y alemanes, avistó el castillo de Malagón, una avanzadilla que estaba en manos de los moros. Lo asaltaron como fieras que lleva el diablo y degollaron sin piedad a sus defensores. Es de suponer que con gran griterío y algarabía. Si es que por algo les llamamos «bárbaros del norte»…

La salvajada no sentó del todo bien a Alfonso, poco dado a este tipo de matanzas a sangre fría, pero, como no quería líos, ordenó seguir. Días después toparon con la fortaleza de Calatrava, antiguo enclave templario que los monjes hubieron de abandonar ante el empuje almohade. Esta vez Alfonso impuso su criterio. Parlamentó con los moros que la defendían y los dejó marchar, a cambio de que no opusiesen resistencia. Y es que hablando se entiende la gente.

Esto indignó a los cruzados de ultrapuertos. No entendían cómo se había dejado marchar con vida a los sarracenos, por lo que muchos, persuadidos de que eso ni era guerra ni era nada, se marcharon. Unos se perdieron por los boscosos senderos del Pirineo por los que habían llegado. Otros, los más píos, aprovecharon que estaban en España y se dirigieron a Santiago de Compostela para conquistar una gloria más serena cruzando el pórtico de la catedral.

Los Tres Reyes

Mientras unos se iban, otros llegaban. Por sorpresa, apareció capitaneando una hueste de bravos soldados navarros Sancho VIII, el arrojado rey de Navarra que terminaría por unir íntimamente su nombre y el de su reino a la batalla. Alfonso y Pedro recibieron con júbilo a su homólogo, y trazaron el plan para cruzar Sierra Morena y enfrentarse con Al Nasir, que llevaba tiempo esperándoles con la daga afilada.

Avituallado y repuesto el ejército, los tres españoles, cabalgando orgullosos con la mirada puesta en el sur, se dirigieron a su ineludible destino. Pasaron por Alarcos, lugar donde el ejército castellano había sido aplastado años antes, y a primeros de julio llegaron al pie de Sierra Morena. Acamparon para estudiar la situación. Los moros tenían todos los pasos ocupados y se habían apostado sabiamente en el llano, a la entrada del desfiladero de La Losa. Al Nasir, que de tonto no tenía un pelo, había escrutado la sierra durante meses para neutralizar la acometida cristiana. Sabía que los desfiladeros serranos eran infranqueables si estaban debidamente protegidos.

Los informes que llegaban al campamento cristiano lo confirmaban: no había posibilidad de cruzar los pasos sin someterse a una carnicería. La única opción viable era encontrar otro desfiladero que se encontrase libre. El problema es que los víveres escaseaban y la tropa se encontraba fatigada, por la caminata y los asaltos. Entonces ocurrió lo que nadie esperaba. En una tierra de nadie, despoblada y yerma, se presentó en la tienda del rey un pastor, que decía conocer un paso no muy lejano que los árabes habían dejado desatendido.

Alfonso envió al Señor de Vizcaya, Diego López de Haro, a explorar. Efectivamente, el puerto estaba expedito. Tan proverbial fue el hallazgo del paso secreto que, posteriormente, los cronistas aseguraron que el pastor era, en realidad, San Isidro Labrador, que había bajado del Cielo para ayudar a los cruzados.

La Batalla

Los tres reyes condujeron sus tropas hasta allí y descendieron al valle sin que les importunasen. En apenas unas horas los cristianos, hinchados de ardor guerrero, se encontraban frente a frente con los almohades. Al Nasir no lo había previsto; es más, el pilar principal de su estrategia era machacar a los que se aventurasen por los desfiladeros. Cuando vio de lejos los estandartes de Castilla, Aragón y Navarra se le debió de quedar una cara digna de una letrilla de frontera, de esas que cantaban los trovadores de entonces.

Al amanecer del 16 de julio dio comienzo la batalla. Los cristianos se habían organizado en tres cuerpos, cada uno de ellos mandado por un monarca: en el centro el de Castilla, a su izquierda el de Aragón y a la derecha el de Navarra. En la vanguardia, el Señor de Vizcaya con los caballeros templarios, los del Hospital y los de Calatrava. El as que Alfonso se guardaba en la manga era un novedoso cuerpo de retaguardia formado por caballería experta que, de primeras, no entraría en combate. Lo haría avanzada la batalla, para auxiliar al flanco más débil o dar el remate al enemigo ya derrotado.

Eso Al Nasir no lo sabía, por lo que siguió la táctica tradicional de los ejércitos árabes: mucha carne de cañón al principio, formada por los infelices que acudían al llamado de la guerra santa, tropas ligeras que dispersasen las cargas de la infantería cristiana, a la que seguían las tropas profesionales y los arqueros turcos. Como guinda final, si todo lo anterior fallaba, una guarnición de almohades africanos bien armada y entrenada, y el llamado «palenque», donde se encontraba la tienda del califa, defendido por un grupo de fanáticos, los desposados, que se juramentaban ante el Corán para dejarse la vida en el campo de batalla. Se encadenaban por las rodillas para no retroceder, es decir, para repeler el ataque o morir; por Alá, claro.

Diego López de Haro levantó su espada y a grito pelado ordenó el ataque. Su hijo, que le acompañaba en el brete, le dijo: «Padre, que lo hagáis de modo que no me llamen hijo de traidor», a lo que el audaz vizcaíno repuso: «Os llamarán hijo de puta, pero no hijo de traidor». Lo decía porque su mujer, un tanto casquivana, le había abandonado. Los vascos siempre han sido así de leales, y de tremendos. La carga de López de Haro fue tan formidable que llevó sus tropas hasta donde se encontraban los soldados almohades. Allí se enzarzó hasta que su situación se tornó insostenible.

Los reyes, que veían desde un altozano la polvareda levantada en la refriega, acordaron que era el momento de intervenir. Alfonso, consciente de que se jugaba todo en ese lance, miró a Ximénez de Rada y le dijo, solemne: «Arzobispo, aquí, vos y yo moriremos». El religioso, mucho más optimista, le replicó: «No, mi señor. Aquí, vos y yo venceremos». Se produjo entonces la célebre carga de los tres reyes. Su objetivo no era auxiliar a López de Haro sino al palenque, que se encontraba algo desprotegido.

Sancho VIII fue el primero en llegar a la línea de los desposados: los acuchilló y rompió tanto las cadenas que los unían como las que guardaban la tienda del miramamolín. Esas cadenas pasarían al escudo de Navarra. Y ahí siguen, ondeando gallardas en las banderas navarras y españolas. [Nota del bloguero: este aspecto está en discusión, pero acercándose San Fermín mejor dejar la versión clásica]

La victoria

Al Nasir huyó precipitadamente para salvar el pellejo, mientras su ejército se venía abajo. Los reyes ordenaron perseguir a los moros, que desertaban en todas direcciones, para evitar que se reagrupasen. El pendón del califa fue recogido de la ensangrentada tienda –o de lo que quedaba de ella– de Al Nasir y enviado a Burgos, donde se conserva primorosamente en el Monasterio de las Huelgas.

Ya de noche, los obispos congregados, que eran unos cuantos, entonaron un sentido Te Deum. Aprovechando que el ejército almohade había sido aniquilado, Alfonso, Sancho y Pedro decidieron quedarse en Andalucía para consolidar la posición. Tomaron Úbeda, Baeza y algunos castillos menores. Alfonso dio así cumplida venganza a la derrota de Alarcos y, en gratitud por la ayuda prestada, se reconcilió con navarros y leoneses, accediendo a sus reclamaciones territoriales. Eso le valió el sobrenombre de el Noble.

El regreso a Toledo del gran vencedor de las Navas fue glorioso. La gesta pasó a engrosar el repertorio de los juglares y fue celebrada en toda Europa. Al Nasir, humillado y vencido, volvió a Marrakech, donde moriría años después, resentido aún por los palos que le habían dado en Sierra Morena.

Era sólo el principio. La puerta del valle del Guadalquivir estaba abierta de par en par por primera vez en cinco siglos. Los cristianos no dejaron pasar la ocasión. Andalucía merecía el esfuerzo.


Publicado originalmente en PASAJES DE LA HISTORIA DE ESPAÑA, el 13 de enero de 2006.

30 comentarios

  
Juan Mariner
En efecto, la Constitución de Cadiz no llega a la suela del zapato de la Batalla de las Navas de Tolosa, del Compromiso de Caspe o de la incorporación de Navarra. Pero ahora lo que interesa a los politicastros es la exaltación del constitucionalismo que les ha dado tanto de comer y tantos años...
05/07/12 6:08 PM
  
Juanjo Romero
Juan, ¿tendrá algo que ver el afán de no molestar a moros o separatistas vascos o catalanes? En los tres "sucesos" se les desmontan los mitos.
05/07/12 6:19 PM
  
Almanzor
Muy cristiana esa expresión de "moros"...
05/07/12 7:05 PM
  
César Fuentes
Para Almanzor: rabia rabiña, al final perdiste el tambor en Calatañazor.:)
05/07/12 7:14 PM
  
Juanjo Romero
Almanzor, pues ya lo siento, los almohades son moros, es más, los límites del Imperio almohade determinan a los que geográficamente pueden llamarse moros de modo propio. Si lo estás confundiendo con musulmán es tu problema.

César ;-)

05/07/12 7:58 PM
  
Ano-nimo
Moros: Naturales de Mauritania, que algunos no se enteran, igual que íberos, naturales de Iberia o romanos, naturales de Roma.
05/07/12 8:06 PM
  
Ano-nimo
Juanjo, no iba por ti, desde luego.
05/07/12 8:07 PM
  
Witiza
Con tus precedentes de "Gaymonio" no me cabe la menor duda de que tiras la piedra y escondes la mano, Juanjo Romero... Eso de "moros" lo dices con toda la intención. Lo que pasa es que luego no tienes la suficiente valentía como para mantener tu discurso.

Ni probablemente para decírselo a un "moro" frente a frente.
05/07/12 8:16 PM
  
César Fuentes
Witiza, hombre, no me seas D. Julián. :)
05/07/12 8:20 PM
  
Indyanajones
Dejémonos de correcciones políticas: Las Navas de Tolosa suponen el principio del fin de la Reconquista. Siglos de lucha, y no sólo armada. para recuperar la cristiandad perdida en España. Aunque diga lo contrario la versión "modelna" de la historia de "expaña".
Ya conoceréis aquéllo de Antonio Machado en su "Juan de Mairena": "La verdad es la verdad, lo diga Agamenón o su porquero.
Agamenón: -Conforme.
El porquero: -No me convencen"
05/07/12 11:00 PM
  
Nova
Juanjo, Dios te bendiga por recordar y rememorar públicamente tan importantísima efeméride para España.

Yo no espero que nuestros politicastros conmemoren en absoluto unos hechos históricos trascendentales que, para ellos, son políticamente incorrectísimos. Me sorprendería mucho equivocarme en esto.

Dime lo que celebras y lo que no y te diré cómo eres.
06/07/12 12:14 AM
  
rojobilbao
(...)liberación de Pamplona que supone la incorporación de Navarra a la Corona –500 años, 25 de julio de 1512—

¿Liberación? Fue una conquista de Fernando, rey aragonés. No soy nacionalista, pero llamemos las cosas por su nombre. Y que San Ignacio de Loyola me perdone.
06/07/12 10:35 AM
  
Juanjo Romero
OK, rojobilbao, lo cambio por capitulación. Claro que fue una conquista, de Fernando de Aragón pero en nombre de Castilla. Había puesto liberación porque considero que fue una guerra civil. Pero no es el tema que quiero resaltar.

Lo que está fuera de discusión es que supone la incorporación de Navarra a la «Monarquía hispánica».

06/07/12 10:56 AM
  
gringo
Vosotros no quereis la unidad de España, quereis la "uniformidad" que no e slo mismo.
No hay comentario que hagais que no aprovecheis para lanzarle la puya a alguien.
¿Por qué enfrentar la celebración de la Pepa con la de la victoria en las Navas?.
¿Qué tontería es esa de insinuar que no se celebra lo de las Navas para no enfadar a los moros? ¿nos importa que se enfaden los francese porque celebremos el 2 de mayo o el bicentenario de la Pepa?.
¿La Constitución de 1812 no consagraba la unidad de España y la oficialidad de la religión católica?.
¿No se puede ser liberal, demócrata, cristiano y patriota?
Pue se ve que para algunos, no. Que para se rbuen cristiano y español hay ser facha, o godo.
06/07/12 12:33 PM
  
In diebus illis
No sé si sabe, en el inmemorial rito latino de la Santa Iglesia Romana (insultado hoy como rito extraordinario) hay en la separata denominada "Missae propriae sanctorum in Hispania celebrandae" (Desclée et soc. 1895) exite el 16 de julio "In festo Triumpho S. Crucis". (depende de la edición del misal aparece también como 17 y 18 de julio)

Junto con la fiesta de la Aparición del apostól Santiago, el 23 de mayo conmemoran la victoria en una batalla de la Reconquista. Ahora con los eventos de Asís estas fiestas quedan proscritas.
06/07/12 12:46 PM
  
Juan Mariner
Gringo: La Constitución de Cadiz institucionaliza el nefasto "sistema borbónico" que confunde: "unidad" con "uniformidad"; "unidad de mercado" con "uniformidad"; "patriotismo" con "uniformidad"...
El nefasto "sistema borbónico" instaurado con los últimos Austrias y los Borbones, acaba disfrazando de democrático y liberal un sistema donde el antiguo Reino de Castilla (desde Galicia hasta Ceuta y desde el País Vasco hasta Canarias) impone su poder TERRITORIALISTA por encima de Navarra y la Corona de Aragón. Antes será presidente de un partido o sindicato o del Gobierno un melillense que un valenciano (veo que en la patronal las cosas empiezan a cambiar, en las federaciones deportivas hace ya muchos años).

Se lo escribe un godo que no es facha. Para ser buen cristiano hay que ser buen cristiano y nada más.
06/07/12 1:27 PM
  
Javiergo
No ayuda a la paz, ni a la reconciliación, ni sirve para nada, conmemorar batallas. Todavía estamos anclados en las cruzadas y en las reconquistas. Después nos quejamos de los de la 'memoria histórica'. Lo que pasó, pasó. Hoy tenemos otros problemas. Hay que vivir en el presente, que es lo único que hay.
06/07/12 1:58 PM
  
Gonzalo
Magnífica reseña, Juanjo.

Y a los pilladores con papel de fumar: A ver si ahora a los moros no se les va a poder llamar moros.
06/07/12 3:53 PM
  
Javiergo
En efecto, Gonzalo, el término 'moros' es correcto. Como bien ha dicho Ana_MS, denomina a los naturales de Mauritania. Por extensión también, a todos los árabes, aunque a todas luces, en este caso, es incorrecto su uso. Otro término que no es negativo en absoluto es el vocablo 'negro' para referirse a una persona de raza negra. Pero lo esencial de verdad no es este tipo de denominaciones, sino la carga semántica que le demos en nuestro hablar cotidiano. Si hacemos uso de estos vocablos de manera despectiva para mostrar un desprecio hacia las personas que entran dentro de dicha definición, entonces sí que está mal el proceder así, eso no es cristiano. Pero si los nombramos de manera natural, sin un tono peyorativo, está bien que lo hagamos, no pasa nada. Cada cual sabrá lo que hay en su conciencia y la forma en que se expresa. Un saludo
06/07/12 4:22 PM
  
juan

Sí Javiergo, tenemos muchos otros problemas , no hay duda pero el problema de volver a la invasión de moros cada vez es más obvio.
Sí sí moros, moros, moros y más moros desde el frente moro de Filipinas a los de Indonesia a los implicados (aunque levemente como creo) en el 11-M, totalmente en el 9-11 de USA pasando por los del territorio Palestino y todos los "hermanos" y claro los de Mauritania. Cómo no, tenemos los recientes arrestados terroristas en UK que planeaban fastidiar Las Olimpiadas tal como hizo el querido por tantos, Yasir Arafat.
Pero es verdad, hay otros problemas más graves y normalmente provienen de besugos buenistas que se portan, no como hijos de traidores sino como...
No pongo todos los moros en un saco, hay moritos auténticamente decentes con los que se puede convivir; hay moros a los que hay que sacar del rollito en que creen y hay otros los moros-mi.. a los que un día habrá de sacarse la caballería, lo más seguro quizás demasiado tarde.
De todas formas Gracias a ti Juanjo, me ha encantado, y el estilo de Fernando Díaz Villanueva me ha encantado.
06/07/12 4:59 PM
  
Indibil
Juan Mariner,

Más que godo, quizás eres moro; de hecho un buen número de godos, los más arrianos, se hicieron moros tras la batalla de Guadalete. Tu discurso, de tufo taifático (separatista), te delata, chaval!
06/07/12 5:16 PM
  
Juan Mariner
Indíbil: con todo respeto, y termino aquí, no soy para nada separatista: la España histórica va desde Perpiñán a Lisboa y desde Euskalherría hasta Canarias, no quiero una España mutilada por la Corona Real con Castilla al frente. España somos todos los territorios y todos los españoles. Si no estamos todos, no es España.
06/07/12 5:59 PM
  
Nova
Javiergo, los pueblos que olvidan su Historia están condenados a repetirla. De modo que a ver si empezamos a espabilar.
07/07/12 4:02 AM
  
vicente
y todo eso se hacía para que los distintos reinos de España fuesen cristianos y no musulmanes.
07/07/12 12:19 PM
  
Javiergo
Nova, estudia a fondo la historia de la humanidad (ya que hablas de no olvidarla) y te darás cuenta que, por desgracia, los pueblos, recuerden o no su historia, siempre la repiten y cometen los mismos errores. Por otro lado, y en lo que respecta al asunto medular de este post, yo sólo afirmo que si se conmemorase esta efeméride de las Navas con los fastos que muchos aquí desearían que se hiciesen, eso nos traería más problemas que beneficios. Nos pondría en el ojo del huracán del yihadismo criminal, eso es seguro. Hay que ser prudentes.
07/07/12 1:28 PM
  
Marco
Algún recuerdo pública hay, menos mal:

http://www.memorianavasdetolosa.es/

Saludos
07/07/12 2:23 PM
  
Eric Culpe
Muchas felicidades a la madre patria, en el aniversario de esta gran batalla en la que derrotaron en toda línea a la infiel morería. Un saludo desde las Américas , donde recibimos la Cristiandad y la civilización como una bendición de Dios.
08/07/12 12:41 AM
  
Sonia S
Se reconoce na mas verlo el estilo de Diaz Vilanueva, como persona me cae superBien, salvo alguna que otra mania, pero como historiador ... si mas bien es divulgador. Por cierto Juanjo, jeje no quiero ser insidiosa eh ;-) pero no es un poquito liberal para el gusto de iC?

El "Nosotros los españoles..." no es que me decepcionara, pero esperaba mmmm no se, esperaba mas, algun capitulo poco mas que un cliche, aunque él diga precisamente que quiera huir de ellos.

En fin, de todas maneras este es interesante porque yo tambien creo que el episodio de 1212 es decisivo. Ya he dejado impresion en el blog de D. Tomas que tambien trata el tema.
09/07/12 1:02 AM
  
Nova
Te equivocas, estimado Javiergo. Si hay algo que estimula el yihadismo criminal es, precisamente, nuestro miedo.

Si España se reconociese a sí misma en su auténtico ser cristiano de siempre y lo conmemorase, ya verías tú cómo los musulmanes nos respetaban mucho más que ahora.
09/07/12 11:36 PM
  
Javiergo
Estimado Nova, los islamistas (mejor que musulmanes, que entre estos hay de todo) van a intentar atacar siempre, donde y cuando pueden, porque sus mentes son fanáticas y criminales, independientemente de lo que hagamos o dejemos de hacer. Eso lo tengo claro. Ahora bien, cualquier excusa (recuerda el discurso del Santo Padre Benedicto XVI en Ratisbona) atiza su violencia, siempre injustificada, claro está. La prudencia a la que apelo es la misma que tuvo el Papa Pío XII durante la II Guerra Mundial, consciente como era que a cualquier palabra suya los nazis cometerían matanzas atroces en 'represalia'. Y con los islamistas, que no respetan a nadie, estamos ante los nazis del siglo XXI. ¡Qué más quisiera yo que pudiésemos celebrar la efeméride de las Navas de Tolosa, a nivel nacional, y por todo lo alto, pero insisto en que hay que ser muy prudentes! Hay que pensar con la cabeza, no con las vísceras.
10/07/12 7:37 PM

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