CONFER: felices de sí mismos
Fui religioso agustino, lo saben. Dejé la orden porque desde mi ordenación prebiteral estuve destinado en parroquias de agustinos, y poco a poco me fui incorporando a la vida diocesana como arcipreste y miembro del consejo presbiteral y del consejo pastoral diocesano. Me sentí tan bien en la diócesis que pedí incorporarme a ella.
Dicho esto, sigo teniendo contacto con agustinos, quiero a la orden y para nada soy un fraile rebotado, al revés, soy un sacerdote agradecido y me siento en comunión con todos mis hermanos.
Me siguen interesando las noticias que hablan de la vida religiosa porque la he conocido desde dentro. Estos días, cómo no, atento a la asamblea de CONFER.

Ayer, solemnidad de la Ascensión, ya ven por dónde se me ocurrió hablar del cielo. Cosas mías.
Hace apenas unos días. Una carta de la vicaría general en la que se me comunica que tal persona, bautizada en una de mis parroquias, ha abandonado formalmente la Iglesia Católica. Se añade que, por supuesto, esta persona no tiene acceso a los sacramentos, exequias, ni puede ser padrino o madrina de bautismo. Tal y como marca el protocolo, he anotado el hecho en el margen de la partida de bautismo y acabo de enviar al arzobispado el aviso de que la nota ha quedado debidamente asentada.
Aunque nos diera un ataque de nervios.





