Del cura buenazo, líbranos Señor
Alguien me dijo en una ocasión que es preferible un listo malo a un tonto bueno. El listo sabe lo que quiere pero no estropea el resto. El tonto acaba por cargarse todo a base de buena voluntad falta de luces.
Tengo mucho miedo a los curas “buenazos”, más que a un tsunami. Porque los curas buenazos suelen acabar complicando las cosas, deshaciendo todo y dejando marrones muy considerables al compañero que viene detrás. Eso sí, qué bueno era D. Fulano.
Efectivamente D. Fulano era un buenazo. Tanto que no tuvo reparo en ceder la casa parroquial deshabitada a la juventud del pueblo para que tuvieran un lugar donde encontrarse.

En cuatro o en ocho, pero en definitiva en no demasiado tiempo. Levantar una parroquia es tarea ardua y que lleva su tiempo. Cargársela lo hace cualquiera y en un santiamén. Les doy unas pistas – consejos a sacerdotes que quieran acabar con una parroquia medio normal, que seguro que mis lectores completarán con sus propias experiencias.
Todavía te encuentras con algún católico de buena voluntad que ante el desencanto con la política en general, y con los dos partidos mayoritarios en particular, te dice que se está planteando para las próximas votar a Unión, progreso y democracia, el partido de Rosa Díez.





