Adopciones y parejas gay. ¿Se atreven a decirlo al revés?
Pues para que esté con un matrimonio de los de siempre que se lleven mal o no sepan cuidar al niño, para eso mejor con una pareja de gays. Por favor, lean de nuevo despacito, y relean entre líneas toda la carga de profundidad que encierran esas palabras.
Antes de nada, seguro que todos hemos escuchado argumentos de ese tipo cuando nos ha tocado hablar de la adopción de niños por parejas homosexuales. Pero es que este argumento lanza dos misiles tierra aire a la línea de flotación de la institución familiar. La idea básica es poner por delante la llamada hipocresía de lo que llaman “familia tradicional”, que ya tiene mala uva lo de tradicional, que es como decir que son familias antiguas, superadas, pasadas de moda… Pues bien, a estas familias de siempre, las normales con el término normal desde la estadística, es decir, las más frecuentes, se les lanza la sospecha como digo de la hipocresía, el conservadurismo, el estar fuera de la realidad y a nada que te descuides culpables del terrible delito de acudir a misa los domingos. Este es el primer misil.

En la liturgia, como en tantas cosas de la vida de la Iglesia, hay que saber distinguir entre lo mínimo, lo bueno, lo óptimo y lo posible. Lo mínimo es celebrar según mandan las rúbricas. Qué menos. Lo bueno, poder disponer de algo más como lectores que sepan su oficio, monitor si es necesario, algo de canto, acólitos. 
Es igual lo que se diga ni lo que suceda en realidad. Hay gente que sigue estando convencida de que a los curas nos paga el estado y de que la iglesia vive de los presupuestos generales del ídem. Pues me gustaría, una vez más, explicar estas cosas, partiendo de lo que uno escucha en los medios de comunicación y a bastante gente todavía. Voy a hacerlo tratando de explicarlo frase a frase, sabiendo que al que ha decidido que la Iglesia vive del Estado le da todo lo mismo, lo ha decidido y punto y le dan igual los datos.
No. No es que nos estamos volviendo tontos. Al revés, somos demasiado listos, por eso la libertad de expresión, el respeto a las ideas ajenas, la tolerancia, el diálogo y todas esas cosas, son siempre para los mismos.





