El Espíritu Santo no inspira bobadas
A raíz del post publicado el pasado día 17, en el que aparecía el video de un reverendo bailando en torno al altar en medio de la misa, varios comentaristas me afeaban la supuesta burla de un servidor (burla en todo caso del que hace semejantes bailoteos) hacia el compañero, amparándose algunos de ellos nada menos que en la posibilidad de que el sacerdote estuviese danzando por una irrefrenable inspiración del Espíritu Santo.
Tengo que decir que servidor es bastante parco a la hora de admitir excepcionalidades a la vida habitual de la santa Iglesia. Desde ese supuesto, además, no acabaría de entender que el Espíritu decidiese inspirar cosas diferentes a las ya inspiradas con anterioridad.

Reuniones y más reuniones. Preguntas y más preguntas: qué piensa la gente, qué necesita, qué busca, cómo salir al encuentro de sus necesidades… Cada consejo, cada propuesta, cada programa… todo acaba en lo mismo: en un antropocentrismo narcisista que se pregunta qué necesitamos, qué queremos, qué sentimos, qué nos agrada, qué echamos en falta.
Yo creo que las cabezas se ponen tontas y que los sueños sueños son. Esta carta nació dentro del II Congreso de Teología Continental realizado entre los días 26-30 de octubre en la ciudad de Belo Horizonte, Brasil bajo el titulo:"Iglesia que camina con Espíritu y desde los pobres". Se les pasó colocar en el título la palabra misericordia. Hoy si no colocas en algún lugar esa palabra no eres nada.





