San José llora recorriendo Madrid

Me dicen que lleva San José unos días buscando posada por Madrid. Parece ser que el bueno de José recordaba de otros años cómo Madrid era una ciudad acogedora, que siempre les había dispensado una extraordinaria acogida cada año en navidad.  

Venían a su mente esos años en que mucho antes de que la borriquilla comenzase a asustarse con el trasiego de vehículos, ya podían observar sus imágenes por todas partes. Es verdad que no a todo el mundo le importaba su llegada ni que María estuviese a punto de dar a luz, incluso muchos ignoraban o fingían ignorar el acontecimiento, pero eso se veía compensado con creces gracias a tantas familias e instituciones que sabían hacerles un guiño de afecto y complicidad en forma de belén al menos.

Este año está siendo todo muy distinto. Es verdad que encuentra por todas partes luces de colores y ruido, mucho ruido. Pero se había acostumbrado a ese ingenuo ejercicio de mirar las imágenes de su María para ver cuál se aproximaba más a la realidad, e incluso a sonreír cuando descubría unas imágenes suyas que para nada tenían que ver con su persona.

Ha paseado por las principales calles de la ciudad. Nada. A duras penas un belén pequeñito en un escaparate medio perdido. Los grandes centros comerciales se avergüenzan de una pareja de emigrantes con la esposa a punto de dar a luz. Tampoco ha podido verse en centros oficiales, colegios o ayuntamiento. Bueno, en el ayuntamiento una cosa pequeñita. Algo es algo. Y cena esta noche, que mañana toca ayunar de nuevo. Claro, si necesitan especio para cenar no van a desperdiciarlo en un buen belén.

Le sorprende encontrar en Madrid un espíritu de acogida a los que vienen de fuera… a todos menos a ellos dos y casi ya tres. No comprende nada.

Pregunta despacito, como sin ofender. Le han dicho que es que hay que respetar a todos y no imponer nada a nadie, que no se puede ofender. ¿Imponer nosotros? ¿Y ofender? ¿A quién puede ofender que Dios se haga hombre por amor al hombre, hasta dar la vida? No comprende nada mientras se le escapa una lágrima recorriendo la Gran Vía. Otros años al menos se encontraba con los magos en la iluminación. Este año ni siquiera. Este año los magos… ¡ay los magos o lo que vengan a ser!, que ha escuchado cosas raras.

Harto de dar vueltas por la ciudad, me cuentan que ha acudido a algunas parroquias para ver si podrían pasar la noche y quedarse en el momento del parto. En algunas, cada vez más, imposible. No van a celebrar la misa de media noche porque hay que cenar con la familia… Es cierto. Y una mujer dando a luz a esa hora, aunque sea al Salvador del Mundo, es un incordio para poder cenar tranquilos.

José añora esta noche su portal en Belén. Era de verdad y los pastores no tuvieron reparo en salir a cualquier hora para adorar al Rey de reyes. No cambia aquel Gloria a Dios en el cielo interpretado por los ángeles por esos villancicos de lata que no dicen nada nada, ni el generoso calor de aquellos dos pobres animales por una calefacción a precio de compre lo que quiera.

María, José y Jesús son mágicos. Me dice José que esta noche pasarán por cada casa y por cada parroquia de buena voluntad. Que no desean hoy, esta noche en Madrid, otra cosa. Y que no piden otro regalo que un dejarse envolver por la luz de Jesús y seguirle de todo corazón. Y un beso en los pies del niño. Nada más.

Feliz noche, José. Feliz noche María. Os esperamos para que Jesús pueda nacer entre nosotros. Hasta luego. Un fuerte abrazo.

A TODOS LOS AMIGOS Y LECTORES, FELIZ NAVIDAD.