Un desvencijado cardo borriquero
Ya saben mis amables lectores que la palabra “cardenal” viene, dicen, de “cardo”, que por lo visto es algo así como una bisagra que sostiene las puertas de la Iglesia. En la práctica los cardenales se supone que son puntos fuertes que garantizan la fidelidad a Cristo, a la Iglesia y al santo padre.
Ya dije en una ocasión que si esto es así, hay que empezar a levantar monumentos no a cardenales, sino a esas cardenalas que calladamente, oscuramente, con su fe y su oración mantienen viva esta Iglesia nuestra a pesar de los que se visten de colocrado.

Ayer me invitaron a acudir a una reunión de sacerdotes de un arciprestazgo de Madrid capital para contarles qué es eso de la pastoral rural.
Reunión de un equipo de sacerdotes. Se hablaba de dar más tiempo al sacramento de la reconciliación y de estar mucho más disponibles para las confesiones. Uno de ellos, desde la autosuficiencia del “sobrado” exclamó:
Te cansas y la gente también. Mejor dicho, se mueve entre el cansancio y el pasotismo, porque hay que reconocer que aquí vamos de susto en susto, de disparate en disparate y de ocurrencia en ocurrencia sin que nadie tenga cosa alguna que aportar.
Ya saben que cada jueves a las 20 h., y a través de mi