No sé por qué hay gente nerviosa con esto del sínodo de la sinodalidad. De acuerdo en que parece que a las Rafaelas del mundo no les importa, ni saben ni preguntan. Vale que los temas sean preocupantes. De acuerdo con que algunos de los sinodales elegidos directamente por Francisco, como el P. James Martin, S.J., no barrunten cosa buena y que el predicador de los ejercicios previos, el dominico P. Timothy Radcliffe, no sea precisamente una garantía de confianza. Tampoco auguran cosa buena la forma de recoger y preparar las propuestas, que nadie sabe ni el cómo ni el cuándo ni el por quién. 

Afortunadamente también aparecen signos de esperanza capaces de neutralizar cualquier sombra de duda y hacer que nos adentremos todos en un camino de ilusión sinodalizante. 

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Digamos que estoy haciendo un paréntesis dentro del paréntesis, pero bueno, me han entrado ganas de escribir y me he puesto. Ya está.

Hace tiempo que mantengo una no sé si táctica o técnica, igual me da, que consiste en que todo me parece correcto, eso sí, tomo nota y saco mis consecuencias. Por ejemplo, me parece perfecto que uno se confiese directamente con Dios sin pasar por el ministerio de la Iglesia. Aceptado. Eso sí, cuando lleguen el bautizo, la boda, la primera comunión del niño y el entierro de la abuela, lo organizan tanbién directamente con Dios y todos tan felices. 

Leo en estos días en Infovaticana que “el miércoles por la noche comenzó un servicio de bendición católica a las puertas de la catedral de Colonia para parejas homosexuales y casadas en segundas nupcias. Según la policía, unas 400 personas acudieron a la celebración religiosa con banderas arcoíris y pancartas". Leo también que participaron varios sacerdotes de Colonia y de otras diócesis. No es la primera vez que lo hacen y con idéntico resultado: NADA DE NADA.

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Es mi costumbre. 

El verano suele estar cargadito de cosas y relleno de fiestas patronales. Esta mañana hemos dado fin a las fiestas de Braojos en honor de la Virgen del Buen Suceso. Toca descansar y, entre otras cosas, de redes sociales, internet, blog y tantas y tantas informaciones.

En unas semanas no me verán por aquí. Descanso y les dejo descansar. Ni correo semanal, ni entradas de blog o comentarios en Facebook. Leer, pasear, rezar y disfrutar de la compañía de Socio, que también agrace que podamos disfrutar de estar juntos más tiempo. 

Sean buenos. Vamos a reponer fuerzas y animos, que el otoño se presenta calentito: sínodo, segunda parte de Laudato si y en Madrid muchos cambios, comenzando por las previsibles novedades en el consejo eposcopal y que se rumorea serán abundantes. 

En unas semanas nos vemos. Y no se olviden de seguir rezando por un servidor y las parroquias que se me han encomendado. 

Eso me dijeron nada más aterrizar en la Sierra al decir que pensaba celebrar misa dos días por semana en cada pueblo:

- La gente no viene a misa a diario, hace mucho que no tenemos. Ni lo intente. Usted no sabe cómo es la gente de estos pueblos.

- Tampoco la gente de estos pueblos sabe cómo soy yo. Ya veremos.

- Haga lo que quiera, que ya se cansará.

- O no.

Voy camino de los seis años en la Sierra Norte. Me canso, claro que sí. Pero me aguanto. Y salvo alguna emergencia, ahí sigo cada día en un pueblo: rosario, misa y exposición del Santísimo. Y si tengo quien dirija el rosario, aprovecho para estar en el confesionario. 

- Si no se confiesa nadie…

- Nunca se sabe.

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Dogma de fe más urgente e inmutable que el de la infalibilidad pontificia. El papa se puede equivocar, evidentemente unos más que otros dependiendo de la cuerda propia, pero Al Gore y Greta Thunberg en jamás de los jamases, y si la señorita Greta dice que hay cambio climático y calentamiento global, eso va a misa con más fuerza y predicación que la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, por más que esta chica no sea experta en biología. Tampoco el señor Mariano ha estudiado más teología que el Astete y poco, pero a la que te descuidas te suelta una conferencia sobre moral actual que te deja ojiplático.

Hemos comprado al precio que sea lo del cambio climático, convertido en axioma del momento presente, todo el que lo ponga en duda, anatema sit, que es una expresión desterrada de la vida de la Iglesia pero que hoy se utiliza sin tasa cuando la nueva ecología sandía así lo exige. Sandía: verde por fuera y roja por dentro.

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