La sinodalidad no parece contentar a nadie
Y los montes parieron un ratón. Esa parece ser la conclusión que cabe extraer tanto de la Carta al Pueblo de Dios que aprobaron los miembros del Sínodo sobre la sinodalidad como del documento-síntesis final.
La carta estaba plagada de lugares comunes. Un poco de buenismo por aquí, algo de pauperismo y ecologismo por allá, llamamiento a la conversión pastoral hacia no se sabe dónde, etc. Y, eso sí, el anuncio de que el año que viene “seguiremos hablando".
Pero la traca final se esperaba con la síntesis final. Y no hay más que leer los sesudos análisis de quienes esperaban y promovían una auténtica revolución eclesial, doctrinal y moral para darse cuenta de que se han llevado un chasco. Algunos lo hacen con pena. Otros con evidente enfado. Pero todos reconocen que no han conseguido lo que esperaban.
Por otra parte, los que rechazamos y/o nos tiene sin cuidado este sínodo, porque entre otras cosas sabemos que lo único que verdaderamente importará será la exhortación postsinodal pontificia, tampoco podemos tirar cohetes. El mero hecho de que se debata lo que no admite debate ya es un triunfo de los que quieren destrozar la Iglesia alejándola de la Tradición para encamarla en adulterio con el mundo.
De hecho, lo que más caracteriza este proceso sinodal es esa especie de dogma que podría resumirse en “tenemos que hablar sobre cómo hemos de hablar". Los que llevan mucho tiempo diciendo que la Iglesia debe de abandonar la auto referencialidad la han llevado a un cuestionamiento radical sobre quién es, qué enseña, qué debe de hacer y cómo ha de actuar para encajar en el Nuevo Orden Mundial que todo el mundo, salvo los ciegos, tiene delante de sus ojos. Ustedes me dirán si tiene sentido.
El sínodo ha demostrado varias cosas que conviene tener en cuenta. La primera de todo, que a la aplastante mayoría de los fieles no le interesa lo que se ha cocido en los años de preparación y en este mes en Roma. Excepto los grupos “movilizados", que como en la esfera política tienden a ser mayoritariamente de carácter progresista, a más del 95% de los fieles que acuden cada semana a Misa no les ha importado lo más mínimo el sínodo, ni creo que les vaya a importar lo que ocurrirá desde ahora hasta dentro de un año.
Lo segundo, se constata que hay una división radical dentro de la Iglesia. Algo a lo que yo llevo llamando desde hace años un cisma “de facto". Seamos claros. El señor James Martin, sj, y un servidor de ustedes, por poner un ejemplo, no profesamos la misma fe, no podemos pertenecer a la misma Iglesia. Pero lo mismo puede decirse, por ejemplo, de Mons. Bätzing, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, y Mons. Gadecki, presidente de la Conferencia Episcopal Polaca. Muchos creen que el Papa, o más bien habría que decir el papado, puede solucionar por la vía del consenso las diferencias fundamentales de criterio en cuestiones esenciales de doctrina y de moral. Pero el Papa no es, o al menos no debería ser, el amo de la verdad sino su custodio. El Papa no está para mezclar agua y aceite -además, no se puede-, sino para confirmar en la fe. Y cuando no hace eso el drama está asegurado. No voy a entrar a debatir sobre ocasiones en los que tal cosa ha ocurrido o dejado de ocurrir en la historia. Basta ver lo que ha pasado en estos últimos diez años.
Y en tercer lugar, hemos visto que hay una parte de la Iglesia, precisamente aquella que profesa la fe católica sin adulteración, que parece no estar dispuesta a aceptar cambios que atentan contra el depósito de la fe. Como ejemplo, el acceso de las mujeres al sacramento del orden, incluso en el grado del diaconado. Leemos en Vatican.news que para algunos es un paso “inaceptable", “en discontinuidad con la Tradición” y otros expresan “el temor de que esta petición sea expresión de una peligrosa confusión antropológica, aceptando que la Iglesia se alinee con el espíritu de los tiempos".
Si alguno de ustedes me pregunta por qué digo que esa parte de la Iglesia “parece no estar dispuesta aceptar cambios", en vez de decir “no está dispuesta", mi respuesta es clara: Amoris laetitia.
Como no soy profeta ni tampoco especialmente ducho en los análisis a medio-largo plazo, me resisto a pronosticar lo que ocurrirá de aquí a un año, cuando tenga lugar la segunda sesión del sínodo. El Papa no es un jovenzuelo lozano de salud inquebrantable, así que no sabemos si seguirá al frente de la Iglesia para entonces. Y, esto sí lo voy a decir, ese factor puede resultar fundamental para marcar el devenir de las cosas.
Devenir que, en todo caso, está en manos de la voluntad positiva o permisiva de Dios. El mismo San Pedro que nos advirtió de la proliferación de falsos maestros que “introducirán fraudulentamente herejías perniciosas” (2 Ped 2,1 y ss) nos recuerda que nosotros éramos "como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Guardián de vuestras almas” (1 Ped 2,25).
Pase lo que pase, digamos con San Pablo “yo sé en quién he creído” (2 Tim 1,12). La fe católica es la que es, y nada de lo que puedan hacer sus enemigos dentro de la propia Iglesia va a cambiar eso.
Imploremos a la Madre de nuestro Señor y Madre nuestra, que interceda para que la Iglesia no sucumba en este tiempo a la apostasía que la rodea.
¡Cristo, ven pronto!
Luis Fernando Pérez Bustamante
43 comentarios
Desgraciadamente este párrafo resume totalmente lo que sucede.
Y el gran problema que veo hoy en la Iglesia está en el "puente de mando". Dónde actúa y donde no. Dónde habla y donde calla, Donde aplaude y donde pone mal gesto. Donde responde y donde mira para otro lado.
Y a la tripulación y pasajeros solo nos queda rezar y esperar.
Sólo por este pasaje ya deberíamos darle las gracias por este lucidísimo artículo, Luis Fernando. Así es! Su triunfo ha sido real. Cierto, no han triunfado materialmente -de momento-, pero ha triunfado su "idea", y han inoculado en todas las estructuras de la Iglesia el virus de la sospecha, la duda, la revisión, el evolucionismo, el movilismo... De hecho, algunos contemplamos con espanto cómo hemos y seguiremos yendo al ritmo que sigan marcando los "sinodalistas" en general y los "sinodalistas germanos" en particular.
Y mientras tanto, los "buenos" con el ánimo tranquilo porque no se han aprobado bendiciones de parejas del mismo sexo ni el sacerdocio femenino. "No era para tanto", deben pensar...
No estaría mal, en estos casos, tener un poquito más de espíritu crítico, y dejar de lado los autoengaños narcotizantes, pretextos para no perturbar las delicadas conciencias.
In Christo.
Desde luego, lo que dice Luis Fernando es cierto: el hecho de montar toda esta movida para poner en discusión doctrinas básicas de la Fe ya es un triunfo del sector destructor. Al parecer la cosa ha qudado muy aguada, lo que no deja de ser un respiro que permite que se relajen un poco nuestras castigadas arterias coronarias.
Pero, aparte de eso, ¿que más podemos hacer? Rezar, sí, desde luego. Hacer la penitencia que podamos, como recomendó la Virgen en Fátima y otros lugares. ¿Algo más? No es que estemos pensando "no era para tanto". Es que, realmente, ¿qué podemos hacer?
Lo que se ve claramente de la sinodialidad es que genera la apertura a la "duda".
Claro, cuando se pide que no se abra la puerta de la duda la respuesta es callar.
Se permite jugar con lo que no tiene repuesto.
Si bien se presentan temas puntuales como el celibato o el sacerdocio ampliado, el objetivo es iniciar el debate, permitir el debate es poner en juego todo el sistema, todo es debatible.
Partir de que todo es debatible y.u opinable es otorgarle al que en definitiva debe resolver una autoridad mayor a la que tiene,
En definitiva que el Custodio de la Verdad y la Doctrina pueda ser dueño de la misma.
El sínodo hay representantes de la ortodoxia y de la heterodoxia, lo que convierte al sínodo en un parlamento, aunque quizá sea el mal menor que haya fieles (fieles) a la Doctrina aceptando rebajarla a objeto de votación.
¿Debe ir un católico al Sínodo a poner luz o no? No sabría qué responder, pero da igual, no llamarán a ningún infocatólico.
----
LF
No iría ni por un casual.
Nuestro Señor conoce los corazones, los pensamientos, las intenciones de todos y está pendiente para que los suyos no se pierdan.
Lo que está pasando nos sirve para aprender que no seguimos ideas de hombres, que lo bueno y la verdad nos viene de lo alto para no ser confundidos. Sigamos firmes, recibimos discernimiento y ayuda para seguir la verdad en todo momento y lugar. Sigamos orando para permanecer donde el Señor nos ha puesto para nuestra salvación.
A riesgo de que se me tire de las orejas:
"Por su sola existencia, en la medida en que convertía súbitamente en imaginable la reforma de las antiguas normas, el concilio fue bastante para derribarlas ..."
Guillaume Cuchet, "Comment notre monde a cessé d´être chrétien. Anatomie d´un effondrement" (Cómo nuestro mundo dejó de ser cristiano. Anatomía de un hundimiento), ed. du Seuil, París, 2018, p. 130.
Francisco pilota el proceso de eclosión de la 'iglesia' del mundo, gestada muchas décadas antes de su pontificado. La Iglesia de Cristo y la 'iglesia' del Nuevo Orden Mundial son como el agua y el aceite, no se pueden mezclar. La autoridad magisterial de la exhortación que salga del Sínodo sobre la sinodalidad, como en el caso de Amoris Laetitia, dependerá de si esta se puede entender de formas distintas e irreconciliables entre si. La enseñanza que pastores y fieles podemos sacar a partir de Amoris Laetitia es que las proposiciones ambiguas no tienen valor magisterial, aunque las firme el Papa. Porque, como dice el Card. Müller, el Magisterio es intérprete de la Palabra de Dios, no superior a Ella.
Por cierto, Müller también advierte:
«Enseñar en contra de la fe apostólica privaría automáticamente al Papa de su cargo»
«Todos debemos orar y trabajar con valentía para evitarle a la Iglesia esta terrible experiencia»
infovaticana.com/2023/10/30/el-papa-dejaria-de-serlo-en-el-momento-en-que-proclamase-una-herejia-recuerda-el-cardenal-muller/
SI DIGO LA VERDAD, EL SINODO, ME HA IMPORTADO UN PITO.
CREO QUE EL PROBLEMA ACTUAL EN LA IGLESIA, ESTA EN EL PAPADO.
ESTE NO ES EL PAPA QUE HOY NECEDITA LA IGLESIA EN ESTOS DIAS.
EN LA IGLESIA FIEL A LA TRADICCION, POCO HAY QUE CAMBIAR. SOLO PEQUEÑOS MATICES.
TODO DEBE SEGUIR COMO SIEMPRE HA SIDO.
NO SE PUEDE COMPADREAR CON EL POLITIQUEO VIGENTE. LAS COSAS DON, Y AL QUE NO LE GUSTE, SE VA.
EL PAPA DEBE PONER ORDEN EN LOS OBISPOS QUE NO CUMPLAN EXTRICTAMENTE CON LO ESTABLECIDO ( alemanes).
Ya tuvimos bastante con Lutero, y que por ser permisivos en aquel tiempo, tanto el Papa León X y Carlos V, nis creó el caos en la Iglesia.
LA AUTORIDAD PAPAL EN ESTOS CASOS DEBE SER INTRANSIGENTE Y CORTAR POR LO SANO.
LA IGLESIA COMO TAL, INSTITUIDA POR JESUCRISTO, NO NECESITA CAMBIOS.
Somos los fieles los que tenemos que mejorar y obedecer las enseñanzas de la Iglesia.
En fin pongamos todo en manos de Dios, y que el futuro Papa sea el adecuado para dirigir la Iglesia con manos y pies firmes en la fe de Jesucristo
Y la sal que no sala ¿para qué sirve?
Saludos cordiales.
Diálogo: Jesús habla,comparte y escucha.
De verdad que cuando Jesús y José iban
a rezar no llamaban a María,hacían un rosario
de hombres,a veces el tradicionalismo es modernismo(rosario de hombres)
No díalogar es modernismo,costumbre social
La Fe nunca ha sido fácil
En manos de Dios
Muy bueno el articulo
2. Esto es, que tienen un credo distinto del católico y rezan el credo católico en el novus ordo.
3. Así los sinodales, los de la Iglesia sinodal, me recuerdan a los "nacionalistas" regionales que se quieren independizar de la nación (ej. catalanes indepes), pero caminando juntos sin cisma.
4. Y me recuerdan que cada vez que logran algo no están contentos, quieren más. Veremos pues el siguiente año y la exhortación. Porque, el daño ya está hecho: las Iglesias locales van a seguir con altares multicolor y no solo del arco iris, el relativismo pastoral continuará con las bendiciones a las uniones LGTB, etc. No, no parece que la consulta de lo que estaba claro como Pecado haya a erradicar ese credo falso que muchos "católicos liberales" tienen cuando rezan en el novus ordo el credo católico, apostólico y romano. Un ej. de coherencia y honradez intelectual, aunque sea en el error, ha sido la de Daniel Pajuelo:
https://infovaticana.com/2023/10/27/daniel-pajuelo-conocido-como-smdani-abandona-el-sacerdocio/
A esto es lo que debería invitar el Sínodo actual, a que dejen la Iglesia Católica los apóstatas, que hacen descarriar a las ovejas, a lo Biden y James Martin & Cía-jerarca que rezan lo que no creen cada Domingo.
El CVII pareció dejar todo atado y bien atado. Luego la praxis fue otra.
Este constante hacer lío/ sínodo traerá beneficios en forma de arbitrariedad para aquellos que lo han organizado.
Hay mucho católico despistado que se dicen "puentificex no ha tocado ningún dogma", como si la vida de la Iglesia fueran los dogmas y no la doctrina ordinariamente vivida
Repasar la oración de Yo pecador.
Un abrazo.
Y entretenidos como estamos... acontece lo dramático. Porque lo verdaderamente dramático del asunto es que poco a poco nos dejemos deslizar por la "pendiente inclinada" que nos aleja, cada vez con más fuerza, de la Iglesia (y lejos de Ella, nos alejamos de Cristo). Cada uno en su pendiente inclinada, claro, que ya para eso el enemigo, que nos conoce perfectamente -porque nos lleva observando desde el día que nacimos- nos ha fabricado una a la medida de cada uno: chulísima y super confortable. Y así, a través de mil argumentos de lo más razonables, con el calorcito quizás del aplauso, vamos acogiendo la sospecha y la mentira que el demonio nos va susurrando. Y ese es el boquete ideal por el que se cuela eficazmente para empezar a demolerlo todo y, finalmente, para terminemos sustituyendo a Cristo en nuestro corazón, al que creemos escuchar pero ya sin mucha seguridad, embotado como está de nuestras propias ideas (ideología-ídolo). Así y ahí (en el corazón) es justamente donde se gesta, primero, y se hace cada vez más fuerte la infidelidad.
Infidelidad, sí: que un sacerdote haya colgado los hábitos sí que es una noticia terrible, porque cuando un sacerdote traiciona tan altísima vocación, no sólo él sino muchas otras almas que el Señor le había dado quedan más expuestas para perderse. Perderse para toda la eternidad. Si consideráramos esto con detenimiento, ninguno de nosotros sería capaz de soportarlo. Imagínense, pues, El que dio hasta la última gota de Su sangre para salvarnos.
Que no se pierda ni una sola gota de Su Preciosísima Sangre.
----
LF
A saber lo que pasa de aquí a un año.
Además insisto en que da absolutamente igual lo que diga la Relatio final. La clave es la exhortación apostólica del Papa. Ya se vio con Amoris Laetitia.
El Sínodo de la Sinodalidad del 1% de sinodales...
¿Y nos lo van a vender como "Sínodo de toda la Iglesia"?
...
Tienes toda la razón el Sínodo es el Papa y su Documento final del Papa.
343 Corresponde al sínodo de los Obispos debatir las cuestiones que han de ser tratadas, y manifestar su parecer, pero no dirimir esas cuestiones ni dar decretos acerca de ellas, a no ser que en casos determinados le haya sido otorgada potestad deliberativa por el Romano Pontífice, a quien compete en este caso ratificar las decisiones del sínodo.
344 El sínodo de los Obispos está sometido directamente a la autoridad del Romano Pontífice, a quien corresponde:
1 convocar el sínodo, cuantas veces le parezca oportuno, y determinar el lugar en el que deben celebrarse las reuniones;
2 ratificar la elección de aquellos miembros que han de ser elegidos según la norma del derecho peculiar, y designar y nombrar a los demás miembros;
3 determinar con la antelación oportuna a la celebración del sínodo, según el derecho peculiar, los temas que deben tratarse en él;
4 establecer el orden del día;
5 presidir el sínodo personalmente o por medio de otros;
6 clausurar el sínodo, trasladarlo, suspenderlo y disolverlo.
"hay algo sobrevalorado entre los católicos, y que es del mundo, es la "sacrosanta" coherencia. Cuando el único valor, el único que debe importarnos es el de la "perseverancia". Permanecer, permanecer y permanecer en el amor del Señor (Juan 15, 4-10) Aunque sea a costa de caerse y volverse a levantar, echo unos zorros, mil veces".
Grandes palabras.
No se puede dejar más claro lo que hay que hacer como Ud. ha escrito.
QDLB
XXXXXXXXXXXX
Cito su escrito: "Pase lo que pase, digamos con San Pablo “yo sé en quién he creído” (2 Tim 1,12). La fe católica es la que es, y nada de lo que puedan hacer sus enemigos dentro de la propia Iglesia va a cambiar eso.
Imploremos a la Madre de nuestro Señor y Madre nuestra, que interceda para que la Iglesia no sucumba en este tiempo a la apostasía que la rodea.
¡Cristo, ven pronto!"
Dejar un comentario