10.06.24

La historia de la salvación es el matrimonio de Dios con la Iglesia

 Jesús, el novio

Desde hace unos años, cada nuevo libro de Brant Pitre nos descubre algo relativo a nuestra fe que estaba ante nuestros ojos pero que quizás no veíamos, al menos con la suficiente claridad. Es lo que ocurre con Jesús y las raíces judías de la Eucaristía, Jesús y las raíces judías de María o con el excelente libro de apologética En defensa de Jesús. Ahora nos ofrece una nueva perspectiva desde la que contemplar la historia de la salvación en Jesús, el novio.

Esta vez es el momento culmen del paso del Verbo encarnado por este mundo el que Pitre nos invita a mirar con otros ojos, en concreto a partir de lo que escribe san Pablo refiriéndose a la Pasión y muerte de Jesús como el desposorio entre el novio y su prometida. Cristo es el novio, la Iglesia la novia y la crucifixión es esa boda que podemos comprender en mayor profundidad si conocemos cómo eran las bodas tradicionales judías de tiempos de Jesús. Pitre nos propone contemplar, no sólo la crucifixión, sino la entera Pasión, incluyendo la Última Cena, bajo la mirada de la tradición y las escrituras judías.

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3.06.24

La última minoría oprimida: los «asexuales»

Anna Shvets en Pexels

La promesa de la revolución sexual era la de un mundo donde todos disfrutaríamos de sexo sin trabas, una especie de paraíso terrenal en el que nos podríamos dedicar al goce sexual sin tener que acarrear con ningún efecto negativo: ni embarazos, ni violencias, ni discriminación, ni explotación… sexo desinhibido y felicidad para todos.

La promesa ha envejecido fatal y se ha demostrado una estafa. La literatura al respecto es creciente: desde Jennifer Roback-Morse hasta los libros recientemente publicados en nuestro país de Louise Perry o de Abigail Favale. Pero hoy voy a fijarme en otro aspecto, lo que algunos ya llaman la «revolución asexual».

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5.04.24

19.03.24

12.03.24

Misericordia verdadera y adulterada

Se insiste hoy, quizás más que en ciertos momentos del pasado, en la misericordia de Dios. Es esto algo bueno, muy bueno, pues si de algo está necesitado nuestro mundo es de esa misericordia que todo lo puede.

Al mismo tiempo, uno no puede dejar de observar con preocupación cómo algunos desvirtúan, adulteran, falsifican esa misericordia para, amparándose en la misma palabra, colarnos mercancía averiada que incluso llega a ser lo contrario de la verdadera misericordia. No se trata de un fenómeno nuevo.

Recientemente la revista Cristiandad publicaba un artículo muy iluminador, titulado La misericordia atea frente a la misericordia divina, en el que se insiste en esta idea: «es muy necesario en esta situación distinguir con claridad lo que es la enseñanza de la Iglesia de algunas simuladas proclamaciones de la primacía de la misericordia, que van unidas a un desprecio de la fe que profesamos considerada esta última, como irrelevante para la vida cristiana».

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