No podemos no ser preconciliares

Leía hace unos días un artículo de una teóloga sobre una de las polémicas que suelen sobrevolar la vida de la Iglesia. No llegué muy lejos, justo hasta que me encontré el adjetivo «preconciliar» empleado despectivamente como la prueba definitiva de que algo era pernicioso que invalidaba cualquier planteamiento al que se le aplicara esa etiqueta. Dejé de leer, pues la opinión de alguien que considera lo preconciliar como algo negativo, que hay que borrar del mapa, no merece la atención de ningún cristiano sensato.
No hace falta ser teólogo para darse cuenta de que nuestra fe es preconciliar. Así, a bote pronto y sin ningún tipo de orden, constato que la adoración al Santísimo es preconciliar. El amor a la Virgen María es preconciliar. El rosario es preconciliar. La devoción al Sagrado Corazón es preconciliar. Los sacramentos son preconciliares. El padrenuestro es preconciliar. Las procesiones son preconciliares. El Credo es preconciliar. El monacato es preconciliar. Miles de mártires son preconciliares. El papado es preconciliar… La Iglesia es preconciliar. Jesucristo es preconciliar.
Podríamos seguir, pero no es necesario.
Coincidían estas reflexiones con un comentario de Mons. Eric Varden extraído de su participación en unas jornadas del Napa Institute que me parece que aporta algo de luz a esta cuestión. Dice Mons. Varden:
«no hace tanto tiempo se discutía si el Vaticano II podía abordarse mejor mediante una hermenéutica de ruptura o de continuidad. Confieso que este debate me dejó perplejo. No veo cómo un católico puede adoptar otra hermenéutica que no sea la de la continuidad. Esta perspectiva es inherente a nuestra fe en un Dios que actúa en la historia, que nos exhorta: «¡Recuerda!», cuyo Hijo encarnado es el principio por el cual y para el cual existen todas las cosas, cuyo Espíritu santifica, en Cristo, recordando».
Poco más a añadir.
32 comentarios
Saludos cordiales.
Igual que uno no puede ser adulto sin haber sido niño pero te puedes quedar en la infancia como un Peter Pan que se niega a crecer.
La crítica a lo preconciliar no es rechazo a todo lo preconciliar y uds lo saben, es la crítica a aquello que el concilio pretendió corregir (por ejemplo la teoría del pueblo deicida y el antisemitismo) y a quienes se niegan a aceptar los cambios del concilio.
En cuanto a adultez, un Concilio que no define dogma alguno no agrega nada, en ese sentido, a los anteriores.
Saludos cordiales.
Para los progres, el CVII marca el inicio de una nueva iglesia, y hay que avergonzarse de la Iglesia anterior, aunque no lo digan abiertamente, pero lo insinúan sin parar.
La pena es que los progres lo tienen muy claro, mientras que los conservadores se niegan a aceptar la evidencia y van cediendo una y otra vez.
Por ejemplo, uno de los pocos buenos sacerdotes de mi diòcesis, me dijo que no tendria ningun reparo en bendecir una pareja gay, segun Fiducia Suplicans. Con lo cual se hace evidente que los conservadores son progres a cámara lenta.
Hablar de Hermenéutica de la continuidad, fue una idea de B XVI para salvar los muebles, pero la veo poco realista.
¿Que hay en comun entre la Fe de un obispo progre (aleman, americano o español) y la Fe de mis padres ? Cada dia menos en comun.
Por poner otro ejemplo: mi cuñada protestante tiene mas claro el Credo de Nicea, que el cura de mi parroquia y a este cura, a pesar de las quejas de varios feligreses, lo han nombrado hace poco miembro de la curia episcopal.
¿A que jugamos?
Saludos cordiales.
Supongo que los protestantes.
Después del Vaticano I también los hubo preconciliares y ahora se les conoce como veterocatólicos y son una estirpe muy exótica y variopinta.
Reniegan de la Iglesia "preconciliar", como si el único concilio válido e importante fuera el CVII. Reniegan de la Iglesia bimilenaria, la única verdadera fundada por Jesucristo, de tal modo e intensidad que, cambiando la fe y la liturgia, acaban renegando de Cristo.
Para ellos es preconciliar la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica, es moderna la Iglesia Inclusiva, Ecológica, Globalista y Plural.
Creen que protestantizando a la Iglesia y alineándola al mundo sería amada y aceptada por él, pero solo han conseguido minarla, reducirla y que la desprecien y la ignoren. Ya no es relevante para el mundo. Y si la sal pierde su sabor...
Intentan convencer que el Concilio Vaticano II, uno de tantos, fue un evento refundacional de la Iglesia, literalmente un nuevo evangelio.
Somos pre y pos. Simplemente cristianos. Viviendo un momento muy similar a los comienzos, pero con el avance doctrinal y teológico de 2000 años de historia. No cuento como avance cierta teología moderna, obviamente, pues es contraria a la Fe que profesamos.
Dios nos asista.
Es el único que, a diferencia de los veinte precedentes, no hizo uso de la autoridad infalible del irreformable magisterio solemne. No definió verdades ni anatemizó o condenó errores. Quiso mantenerse en el nivel más modesto de un nuevo género de magisterio predominantemente pastoral. Fuente de gran confusión, como más de sesenta años han probado hasta la saciedad.
Por eso, como se ha observado sagazmente por Laoncio, un católico puede no ser posconciliar. Mientras que, en cambio, no puede no ser preconciliar.
Ahora, que el mundo -y una parte de la Iglesia que quiere congraciarse con él- siempre intentará llevar el agua a su molino y harán decir al Magisterio lo que no dice, seguro. Pasará en el resto de Concilios de aquí en adelante, porque no interesa que se conozca verdaderamente lo que enseña la Iglesia
En el siglo XVI, después de Trento, si examina los tratados de teología, de diversas escuelas, se seguía exactamente el mismo orden que antes del Concilio de Trento. A nadie se le ocurrió que el tratado de gratia tenía que ser un comentario al decreto de justificación de la sesión sexta. En el siglo XX por desgracia un planteamiento más bien oficialista hizo que para algunos la eclesiología tuviera que ser un comentario de la Mystici Corporis en los cincuenta y de la Lumen gentium después del Vaticano II. En la época de Trento creo que eran más serios. Obviamente se añade alguna referencia a algún canon de Trento, por ejemplo de esa sesión de justificatione al hablar de la gracia creada, pero sin que eso se vea como una revolución ni nada por el estilo: simplemente se confirmaba lo que ya se enseñaba. Respecto a los decretos disciplinares su aceptación fue muy compleja, y se fueron armonizando con lo que había. Por ejemplo, en España no se establecieron en todas las diócesis seminarios, pues ya había otras instituciones previas y distintas que lo suplían. Es un error proyectar sobre Trento problemáticas o modos de actuar del siglo XIX y XX.
Y también creo que los obispos conservadores son heterodoxos a camara lenta. Mi Obispo por ejemplo era antiaborto y llegó a reunir firmas para que el congreso legislativo estableciera que el matrimonio solo fuera entre hombre y mujer, pero solo fue cosa que llegara el papa Francisco quien nos nombro un cardenal de izquierda e hizo santo a un activista de la teología de la liberación y paso a volverse obispo ecologista y progre.
Así es la vida de la Iglesia: cada Concilio, por ser un evento histórico, se ubica entre elementos que le preceden y elementos que le suceden.
No tendría sentido un Concilio que no ofreciera nuevas perspectivas al quehacer de la Iglesia, pues para eso son. Mantenerse en la corriente de la Sagrada Tradición implica fidelidad pero no inmovilidad.
Debemos ser preconciliares y postconciliares a la vez; no hay alternativa si de verdad creemos en la perenne acción del Espíritu Santo sobre la Iglesia.
2. La convivencia de los herejes a sus anchas en la Iglesia, tampoco es preconciliar. Lo preconciliar de la teóloga y "las polémicas que suelen sobrevolar la vida de la Iglesia" era de Derecho Canónico para proteger a las almas: ¿hermenéutica de la ruptura?
3. Las Iglesias locales descristianizadas tampoco es preconciliar, pues en el tiempo el Obispo del lugar o el Papa confirma en la fe católica. ¿Hermenéutica de la ruptura?
4. Y muchas más hermenéuticas de la ruptura que pululan como Pedro por su casa, que tienen su origen en el postconcilio... Esto es, la hermenéutica de la ruptura es postconciliar y en hermenéutica de continuidad...
Por otro lado, si el CVII era pastoral y, en vez de acercar a mas feligreses, ha alejado varios millones, ¿Por que hay tanto miedo a reconocer que fue en fracaso? ¿Acaso la pastoral se ha convertido en dogma?
Estos verdaderos tesoros le abrirán los ojos sobre la hecatombe posconciliar.
Sabiendo además que, varios de los teólogos condenados por el Santo Oficio en tiempos de Pío XII, fueron peritos conciliares, llevaron la voz cantante a través de los episcopados francés y alemán, y fueron hechos cardenales (Congar y De Lubac) por Juan Pablo II.
Buena lectura.
Abrahan tenía esclavos.
San Pablo y San Pedro dan instrucciones de obediencia a los esclavos para con sus amos y a los amos para ser bondadosos con sus esclavos.
El XVII Concilio de Toledo condenó a la esclavitud a todos los judíos de España.
Los Papas del Renacimiento autorizaron a los portugueses a esclavizar a sarracenos y paganos. Me pregunto si cuando Gregorio XVI en 1836 condenó con la excomunión el tráfico de esclavos alguien le acusó de ser rupturista con la tradición.
La esclavitud existió en variadas formas en tiempos y lugares de la Cristiandad, incluso al servicio de la Iglesia.
Como en otros puntos, la ruptura con la Escritura y la Tradición únicamente se produjo con el Concilio Vaticano II, cuando la esclavitud fue mencionada en la constitución pastoral Gaudium et spes dentro de una larga lista de prácticas intrínsecamente malas.
Cierto que la prostitución fue casi siempre tolerada, ya que su prohibición y persecución causaría mayores males sociales (corrupción de casadas y doncellas, vale decir) que su tolerancia.
Pero no era públicamente aceptada en los monasterios y conventos, por ejemplo, donde en cambio, según tiempos y lugares de la Cristiandad, fue frecuente que sirvieran esclavos. Ni en los hogares cristianos, como el de la familia de Santa Teresa de Jesús donde, según creo recordar, servía un esclavo.
No creo que las palabras de San Pablo exhortando a los siervos a obedecer a sus señores, incluso a los de recia condición, puedan convertirse en exhortación a las rameras a complacer a rufianes y lujuriosos.
Cierto que la prostitución se ha tolerado casi siempre en las sociedades cristianas. Pero se ha tolerado en el orden social, para evitar mayores males sociales que, a juicio político de la autoridad encargada del bien común, se habrían derivado de su prohibición y persecución.
Pero sin perjuicio del reproche moral personal a los pecadores por prostitución.
En cambio la esclavitud no fue solamente tolerada en el orden social de tiempos y lugares de la Cristiandad. Tampoco hubo reproche moral personal a los dueños de esclavos. La Iglesia tuvo esclavos a su servicio.
El reproche moral personal recaía sobre el trato cruel a los esclavos, pero no sobre la institución de suyo. A lo sumo se elogiaba la emancipación como más perfecta, pero no se reprochaba pecado a quien prefería conservar sus esclavos.
Mientras que esclavos negros procedentes de África llegaban al mismo Nuevo Mundo. San Pedro Claver dedicó su vida, a caballo de los siglos XVI y XVII, a aliviar las penosas condiciones de los esclavos negros a su llegada del puerto virreinal español de Cartagena de Indias. Tierras americanas donde servían a señores cristianos, incluso a la Iglesia, sin reproche moral.
Hasta la constitución pastoral Gaudium et spes (1965), repito y ratifico, la Iglesia no se apartó de la Escritura y la Tradición para condenar absolutamente la esclavitud como institución de suyo pecaminosa.
Por lo tanto no se condenó la esclavitud de los indios en el s.XVI.
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