¿Por qué ya no tenemos hijos?
El número de marzo de la revista Cristiandad está dedicado a la Esperanza, virtud teologal que se ha difuminado enormemente en nuestro tiempo con profundas consecuencias. Colaboro en ese número con un artículo sobre el colapso demográfico, que creo que tiene relación con esa falta de esperanza y de sentido que nos aqueja. Aviso ya de que el resto de los artículos no tienen desperdicio, para ir abriendo boca comparto el mío:
«Lejos, muy lejos, quedan los tiempos en los que preocupaba la «bomba de población» que vaticinaban Paul Ehrlich y el Club de Roma, una supuesta amenaza que sólo existió en sus neomaltusianas imaginaciones. El problema es otro y ya no se puede ocultar por más tiempo: un invierno demográfico que ya nos está golpeando y cuyos efectos serán cada vez más graves. Apenas pasa un día sin que aparezcan noticias sobre la caída de la natalidad en todo el mundo. Noticias que suelen ir acompañadas de funestas previsiones sobre las consecuencias económicas y sociales de esta escasez de nacimientos.