(InfoCatólica) El pasado domingo, 23 de noviembre, un grupo de más de medio centenar de jóvenes inmigrantes invadió la iglesia de San Policarpo, en Lión. Según parece, los inmigrantes llevaban meses durmiendo en la calle en las inmediaciones de la parroquia. El arzobispo, Mons. Olivier de Germay, ha anunciado que no piensa pedir a la policía que los desaloje.
El anuncio se ha realizado en la cuenta de X de la archidiócesis, Église catholique à Lyon, donde el arzobispo ha explicado sus intenciones. «Tras consultar con el párroco, decidí no solicitar la intervención policial». En lugar del desalojo, los inmigrantes podrán entrar todos los días en la iglesia «por la tarde y por la noche, para que este espacio pueda seguir siendo un lugar de oración».
Según el prelado, esto significa que «la Iglesia hace su parte para ayudar a las personas vulnerables en diversas situaciones», en un momento en que «la precariedad aumenta en Francia».
Al mismo tiempo, sin embargo, Mons. De Germay dejó el campo abierto a otras actuaciones de las autoridades: «esta acogida, que responde a una situación de emergencia, no pretende sustituir las decisiones que deben tomar los líderes políticos de nuestro país ni las leyes pertinentes que deben promulgarse para abordar la actual crisis migratoria».
Algunos de los comentarios al anuncio en X elogian la decisión del arzobispo, como una acogida de los más pobres conforme a la caridad católica e incluso un anuncio del Evangelio. Otros se preguntan si se ha consultado antes a los parroquianos, manifiestan preocupación por los inevitables desperfectos que se causarán en el templo y señalan que probablemente, una mezquita habría sido más apropiada, teniendo en cuenta que la mayor parte de los inmigrantes en cuestión son musulmanes.
Diversos comentaristas cuestionan también por qué hay que acoger a los inmigrantes en un lugar sagrado y dedicado al culto, en lugar de en alguno de los muchos locales más apropiados para ello que posee la Iglesia, quizá empezando por el propio arzobispado.
La iglesia de San Policarpio fue construida por los Oratorianos en los siglos XVII y XVIII y ha sido declarada monumento histórico nacional. Tiene un órgano famoso, fabricado por Augustine Zeiger en 1841.







