(InfoCatólica) La capital irlandesa recuperó finalmente su estatus catedralicio católico después de medio milenio. El Papa León XIV aprobó mediante decreto del pasado 14 de noviembre la propuesta del Arzobispo Dermot Farrell para elevar Santa María, conocida hasta ahora como procatedral, al rango de catedral oficial de la Arquidiócesis de Dublín.
Un templo marcado por la historia de persecución
Esta designación pone fin a una situación histórica excepcional provocada por siglos de persecución protestante durante la ocupación británica. Los dublineses se refieren cariñosamente a este templo como la «Pro», término derivado del latín pro tempore (por el momento), que indicaba su carácter temporal como sede episcopal.
La ausencia de una catedral católica en Dublín se remonta a cinco siglos atrás, cuando otros templos emblemáticos como San Patricio o Christ Church pasaron a manos protestantes. A finales del siglo XVII, el Estado creó la parroquia protestante de Santa María, que en 1707 el Arzobispo Byrne transformó clandestinamente en parroquia católica.
Dos siglos de construcción y consolidación
La construcción del actual edificio neoclásico comenzó en 1814, tras superar la inestabilidad política y las tensiones sobre la emancipación católica. El proyecto se financió principalmente mediante colectas de los fieles y la contribución del Arzobispo Troy. Tras su muerte en 1823, su sucesor Daniel Murray completó la obra, celebrándose la solemne dedicación el 14 de noviembre de 1825.
Durante el siglo XIX, el templo se consolidó como símbolo de la identidad católica dublinesa, acogiendo eventos destacados como la instalación de San John Henry Newman como primer rector de la Universidad Católica en 1854.
Una catedral para los más necesitados
Monseñor Farrell comunicó «con gran alegría» a los fieles la aprobación papal, formulada en el marco del bicentenario de la consagración del templo y coincidiendo con la festividad de San Lorenzo O'Toole, patrón de la arquidiócesis y canonizado en el siglo XIII.
En su homilía del 14 de noviembre, el arzobispo evocó la dedicación original, realizada «en una época en la que se necesitaba valor para concebir y llevar a cabo un proyecto como este». Subrayó que en Santa María «las personas han rezado y expresado su fe desde la Edad Media».
El prelado irlandés destacó el carácter vivo del templo: «Una iglesia no es sólo un edificio de ladrillo y mortero que nos protege de la lluvia y el viento; es un lugar vivo». Instó a que la catedral sea un espacio para «el encuentro de Dios con todos sus hijos», recordando especialmente su proximidad a zonas desfavorecidas: «De todos los que vienen aquí, este lugar pertenece, ante todo, a los pobres».
Concluyó señalando que, aunque «Europa está llena de magníficas catedrales e iglesias exquisitas», sin la presencia de Cristo no significan nada.







