(InfoCatólica) El obispo de Limerick, monseñor Brendan Leahy, ha hecho pública una extensa carta pastoral dirigida a toda la diócesis con ocasión del Año Jubilar 2025, titulado «Peregrinos de Esperanza». En ella invita a los fieles a reflexionar profundamente sobre lo que la fe católica enseña acerca de la muerte, el más allá y la oración por los difuntos, especialmente en el mes de noviembre, tradicionalmente dedicado a los fieles difuntos.
«Los católicos no creemos que la muerte sea el final», subraya el obispo. «Tenemos una sola vida terrena, única e irrepetible, orientada hacia la eternidad». Recuerda que la muerte no formaba parte del plan original de Dios, sino que entró en el mundo por el pecado original, pero que Jesucristo, al morir en la Cruz y resucitar, transformó radicalmente su significado y abrió las puertas del Cielo.
Monseñor Leahy expone la enseñanza tradicional de la Iglesia: al morir, el alma se separa del cuerpo y recibe el juicio particular; el cuerpo, sin embargo, resucitará al final de los tiempos para el juicio universal, cuando «se aclarará toda la historia del mundo». Explica que el purgatorio es un estado de purificación para quienes mueren en gracia de Dios pero aún necesitan ser plenamente purificados, mientras que el infierno es la separación definitiva y voluntaria de Dios, «la ausencia absoluta de amor». Añade que la Iglesia nunca ha declarado que ninguna persona concreta se encuentre en el infierno.
El prelado destaca que «el amor no muere con la muerte». Por eso, la oración por los difuntos no solo mantiene vivos los lazos de cariño, sino que ayuda eficazmente a quienes puedan estar en purgatorio en su camino hacia la plena comunión con Dios. A quienes viven el duelo les pide paciencia y confianza: «El dolor es una experiencia que afecta a toda la persona, pero Dios consuela a los corazones rotos».
La carta también incluye orientaciones prácticas sobre las celebraciones funerarias: insiste en la centralidad de la Misa exequial, advierte contra eulogías excesivas o canciones seculares inadecuadas y recuerda la doctrina de la Iglesia sobre el respeto a los restos mortales, incluso en el caso de la cremación.








