(eKAI/Infocatólica) La baja tasa de nacimientos es una de las cuestiones más preocupantes de nuestra época. En una entrevista al portal polaco eKAI, el demógrafo Mateusz Lakomy analiza las razones de la crisis demográfica en Polonia.
Lakomy explica que la crisis es común a todos los países desarrollados, mientras que, en países menos desarrollados, especialmente los africanos, la tasa de fertilidad sigue siendo alta. Es decir, a medida que aumenta el desarrollo económico, las tasas de fertilidad disminuyen.
La situación es muy preocupante, porque «mantener la tasa de fertilidad en un nivel tan bajo conduce a la desaparición de la población a largo plazo y no se ven muchas perspectivas de que esta tendencia cambie por sí sola», afirma Lakomy. El funcionamiento de cualquier sociedad desarrollada actual se fundamenta en un crecimiento económico estable que mantenga la calidad de vida y esto resulta imposible si disminuye y envejece la población de forma drástica.
Anteriormente, tener hijos «simplemente era lo natural» y parte de la vida de todas las familias, señala el demógrafo. En cambio, ahora, en una época nueva en la que el ser humano domina casi por completo el proceso de procreación, las familias deciden tener hijos (o no) según criterios diferentes. Algunos afirman que las familias en general no quieren tener hijos, pero según los estudios del demógrafo polaco, la mayoría de las familias desea tener hijos, aunque no muchos. El porcentaje de los que no desean tener ningún hijo solo se hizo significativo hace unos años, alrededor de 2020.
Desde un punto de vista meramente humano, los niños resultan beneficiosos no solo para la sociedad, sino también especialmente para sus padres y hermanos. Los datos y la experiencia cotidiana muestran el significativo aumento de la vulnerabilidad de las personas que viven solas, que a menudo sufren más problemas psicológicos que las personas que viven en un ámbito familiar. ¿Por qué, entonces, ha descendido tanto la natalidad?
Lakomy explica que, «con diferencia, la razón demográfica más importante es que actualmente los jóvenes adultos encuentran dificultades para iniciar y formar una relación de pareja». En efecto, «entre las personas de 18 a 29 años, solo el 12% está casado, y casi el 45% no tiene ninguna relación, es decir, ni siquiera tienen novia o novio ni conciertan citas. Esto es importante, porque esta edad, hasta los 30 años, es el mejor momento para que una mujer tenga hijos desde una perspectiva biológica».
En la dificultad para establecer relaciones estables influye la forma principal de relacionarse de las nuevas generaciones: a través de una pantalla, creando una realidad paralela que entorpece la visión real del matrimonio.
Por otro lado, Lakomy señala que las personas con mayor nivel educativo y más religiosas tienen mayor probabilidad de éxito a la hora de formar una familia estable. Anteriormente, las personas con menor educación eran las que más hijos tenían, pero esa tendencia ha cambiado, ahora los que más hijos tienen son personas con más formación. En ese sentido, Lakomy sugiere que la Iglesia debería fomentar más las peregrinaciones y los grupos donde puedan encontrarse los jóvenes y relacionarse para así poder entablar relaciones estables que conduzcan al matrimonio, a crear una familia y a tener hijos.







