(InfoCatólica) Polonia celebra el día de su independencia el 11 de noviembre, conmemorando el Armisticio con el que finalizó la Primera Guerra Mundial y una nueva independencia del país. El catolicismo todavía impregna gran parte de la vida cotidiana de los polacos.
Mons. Gadecki, arzobispo de Poznań y expresidente de la Conferencia Episcopal Polaca, celebró la Santa Misa con ocasión del aniversario.
En su homilía, según informa la agencia KAI, el prelado afirmó que «es difícil imaginar la recuperación de la independencia de Polonia sin el enorme trabajo de la Iglesia católica. Sin el trabajo pastoral de los clérigos católicos, a quienes les tocó ejercerlo en una Polonia dividida por las particiones».
El arzobispo explicó que en las tres zonas de ocupación, donde durante décadas se desarrollaron diferentes órdenes jurídicos y estructuras sociales distintas, «fue precisamente la Iglesia católica la que unió a los polacos y se convirtió en el baluarte de la polonidad».
Recordó que la Iglesia «era la institución social más fuerte, en cierto sentido sustituyendo a las estructuras estatales autóctonas, y las parroquias se convirtieron en lugares para mantener la identidad polaca». Los sacerdotes «predicaban sermones en polaco, en las escuelas parroquiales se enseñaba historia patria y literatura polaca. Continuaba la lucha por mantener la fe y las tradiciones polacas».
El trabajo orgánico del clero ante la germanización
Gądecki destacó especialmente el trabajo orgánico emprendido por el clero de la Gran Polonia en las últimas décadas del siglo XIX, como respuesta a la intensificación de la germanización.
«Los sacerdotes colaboraron con la Sociedad Pedagógica, la Sociedad de Educación Popular y la Sociedad de Salas de Lectura Popular. Enseñaban lengua polaca, proporcionaban cartillas y libros polacos», señaló el arzobispo. Añadió que los clérigos fundaron la Sociedad de Trabajadores Polacos, que tenía objetivos religiosos, educativos, profesionales-económicos y de autoayuda, desarrollaron el cooperativismo y organizaron círculos agrícolas en las parroquias para elevar el nivel profesional de los agricultores polacos.
Participación en la lucha armada y el testimonio de los santos
El prelado recordó que algunos sacerdotes participaron directamente en la lucha armada. «Por organizar el levantamiento de noviembre, el religioso Hieronim Wojtkiewicz fue fusilado. El superior de la Congregación de Misioneros Kajetan Milewski luchó en Siemiatycze, y el sacerdote Adam Loga participó en las batallas de Olszynka Grochowska, Dembe y Szawle».
En el levantamiento de enero participaron san Rafał Kalinowski (1835-1907), como ministro de guerra en el Gobierno Nacional, y san hermano Alberto Chmielowski (1845-1916), quien creó una unidad de puławiacy. También se comprometieron en la lucha insurgente san Zygmunt Gorazdowski (1845-1920) y el beato padre Jan Beyzym (1850-1912), posterior cuidador de leprosos en Madagascar.
El testimonio espiritual de beatos y santos
El arzobispo destacó la actitud y actividad de numerosos beatos y santos que de manera espiritual «elevaron a Polonia hacia arriba». Subrayó que san Zygmunt Szczęsny Feliński (1822-1895), metropolitano de Varsovia, por su defensa intransigente de la Iglesia y la nación fue deportado durante 20 años a Yaroslavl, junto al Volga, mientras que el beato Honorat Koźmiński (1829-1916) «como estudiante pasó casi un año de arresto en la Ciudadela de Varsovia». Posteriormente se dedicó a crear congregaciones secretas sin hábito, que «se convirtieron en el germen de la renovación de la vida religiosa en Polonia».
Mencionó también que la beata Celina Borzęcka (1833-1913) fue encarcelada con su pequeño hijo por ayudar a los insurgentes, y santa Faustina Kowalska apoyó la identidad polaca y la fe con sus revelaciones.
Compromiso social y patriótico de los prelados
El arzobispo señaló que san Józef Bilczewski (1860-1923), metropolitano de Lviv, organizó ayuda para las víctimas de la guerra, al igual que el obispo de Przemyśl, san Józef Sebastian Pelczar (1842-1924). Por su parte, santa Urszula Ledóchowska (1865-1939) sirvió a la patria en Escandinavia, «cuidando de los huérfanos de emigrantes polacos y dando conferencias sobre los derechos de Polonia a la soberanía».
Un llamamiento al diálogo en la Polonia actual
Gądecki se refirió también a la situación contemporánea de Polonia. Subrayó que «en la situación de profunda disputa política que hoy divide a Polonia, nuestro deber es comprometernos en la obra patriótica de reconciliación social recordando la verdad sobre la dignidad de cada persona, moderando las emociones políticas excesivas, ampliando los campos de cooperación posible y necesaria por encima de las divisiones, así como protegiendo la vida pública de una politización excesiva».
Destacó que la libertad recuperada por Polonia no se limita a la independencia estatal y las estructuras sociales justas. «Nuestra libertad recuperada no se limita a la soberanía, es decir, la independencia de lo externo. Tampoco se limita solo a la independencia estatal, las estructuras sociales justas o los derechos que protegen la dignidad humana. La libertad es algo mucho más; es la elección de vivir para otros», concluyó el arzobispo.
Tras la misa, los participantes en la ceremonia se dirigieron con escolta militar al Panteón de los Padres de la Independencia, donde se celebró un acto de memoria.







